1.-Bellezas

1.-Bellezas
Uniformes escolares.

viernes, 21 de mayo de 2021

XX.-Mi encuadernador personal. a


Introducción.

El libro es la creación más completa del género humano Un recorrido por la historia del vestido de los libros, de sus portadas, cubiertas y lomos, de la mano de un taller gaditano que hunde sus raíces en la historia

Jose Galván y su hijo Jose María, con un
‘Quijote’ impreso por Joaquin Ibarra en 1786.


La encuadernación sirve para embellecer el libro y conservarlo, pues lo que es bello exteriormente, se luce, se cuida y se guarda con esmero”. (Idea extraída de un artículo de D. Fco. Beltrán, librero y editor).

La formación del libro propiamente dicho, es decir, la reunión de hojas, su cosido y sujeción por medio de fuertes cubiertas que lo protejan, tiene lugar con el comienzo del uso del pergamino (nombre tomado de la ciudad de Pérgamo), es decir, el empleo de pieles de animales debidamente curtidas y preparadas para escribir. Pues simultanea la encuadernación, y así vemos cómo se realizan ya las dos operaciones necesarias para la formación de lo que se llama un libro: su escritura de la que se encargaban los ‘librari’ y su cosido y encuadernación que realizaban los ‘ligatori’.

Fue a comienzos de la Era Cristiana, cuando comienzan a formarse lo que los romanos llamaban codex, es decir, la unión de varias tablillas enceradas sobre las que escribían con un punzón. También se llamaban así a los volúmenes formados por hojas de pergamino cosidas. Anteriormente los escritos se realizaban sobre cortezas de papyrus, planta que crece a orillas del Rio Nilo, que, debidamente preparada, servía para estos fines dando lugar a la formación de incipientes bibliotecas; consecuencia de este ambiente, es la mayor abundancia de los libros y el deseo de conservarlos y preservarlos del natural deterioro, dio origen a la encuadernación, que se realizaba donde estaban organizados todos los servicios para la escritura de los manuscritos, cuya producción aumentó.

‘Compilatio Leupoldi’, un volumen del año 1489.


Su costura se realizaba sobre unos bramantes, que en la antigüedad eran de piel, originando unos abultamientos, llamados nervios, que se consiguen y definen al ceñir la piel de la encuadernación al lomo. Este procedimiento tenía el inconveniente de que al abrir sus hojas, se agrietaba la piel y la decoración del lomo se estropeaba. Actualmente, los nervios se hacen independientemente del lomo, evitando el deterioro. Las primeras encuadernaciones se realizaban sobre libros de especial valor, dotándolos de gran riqueza, como los Salterios, misales, evangeliarios, etc… 

Estos libros escritos en abadías y monasterios eran encuadernados uniendo sus hojas cosidas a los nervios y sujetándolos a tapas de madera que las protegen; se cubrían con piel de cerdo, cabra y venado, de color castaño principalmente. Sobre este cuero se estampaban los hierros, con dibujos varios, figuras, emblemas, tracerías, etc….

Estos hierros se aplicaban en caliente sobre la piel, previamente humedecida, mediante presión; esta técnica se llama gofrado.

Las ‘Partidas de Alfonso X’, en una encuadernación datada en 1550.


Dichos libros eran protegidos con clavos llamados buyones, cantoneras, etcétera. Algunos se encadenaban una mesa pupitre con toscas cadenas de hierro, prudente medida que tuvo por objeto salvaguardar el libro de posibles extravíos, así como ponerse a pecadoras tentaciones evitando que cambiaran de poseedor. En la década de los 60 del pasado siglo, realizábamos encuadernaciones sobre grandes antifonario y corales para la Cartuja de Jerez.

Tras la invasión musulmana, aquellos hombres venidos de Oriente traen consigo una brillante civilización, llena de nuevas ideas, artes decorativas y suntuarias de gran importancia. Toda esa potencialidad es recogida por los españoles, que realizan conjuntamente obras capitales dentro de la arquitectura, cerámica, armas, tejidos y demás artes, etc…

Esto ocurre de manera especial con el libro; la cultura árabe era infinitamente superior a la que poseían los pueblos de la Europa Occidental; los invasores traen como bagaje cultural, el estudio de la astronomía, de la literatura más refinada, la medicina, la botánica, la jurisprudencia, la historia, la geografía..., todo dentro de un nivel muy alto.

A ellos se unían los elementos de trabajo que para estos menesteres traían. Al empleo del pergamino unen el uso frecuente del papel fabricado en Játiva, Toledo, Sevilla, etcétera; materia prima para la escritura que conseguían de gran calidad y baratura. Al igual que la curtición de los cueros y pieles, que recibían después estampaciones diversas, trazado de varios dibujos, el policromado, el dorado y plateado, repujado, cincelado, pieles dentro de otras formando el mosaico, forraban los libros otorgándoles una encuadernación.Aparece el oficio de guadamacilero, que era el arte de dorar y estampar los cueros. Tal oficio no podía ser ejercido sin demostración previa de aptas capacidades mediante un examen.

Un ejemplar de ‘Scala Dei’, fechado en 1523.


Con los artistas árabes, junto a los españoles, aparecen las encuadernaciones denominadas mudéjares, al mismo tiempo que las monásticas, realizadas en conventos y monasterios, de ahí su nombre, armonizando perfectamente.

Estos códices están protegidos por tapas de haya o nogal, cubiertas de becerrillo, decoradas con rica estampación gótica tipo español; lirios, castillos, águilas, grifos y lacerias, realizadas toscamente en el siglo XIII.

Las encuadernaciones mudéjares subsisten a comienzos del siglo XVI en España, y se caracterizan por las lacerías que se desarrollan en toda la tapa; sus huecos se rellenan de pequeños hierros entrelazados y gofrados, apareciendo por primera vez, puntos dorados. Fue en España, en el siglo XIII, donde se aplican las improntas d’oropell y puntos de oro en las encuadernaciones.

El rey Felipe II, asesorado por sabios y eruditos, comprendiendo lo útiles que podían ser los escritos árabes para nuestro acerbo científico y cultural, cursó las oportunas órdenes a sus embajadores para que, en la caza de manuscritos destinados a la Biblioteca Escurialense, pensaran también en los arábigos. Los primeros libros llegaron de bibliotecas holandesas.

Una de las características que nos ofrecen los libros de la Biblioteca de El Escorial, fundada por dicho rey, es que están expuestos al revés, con los cortes delanteros dorados para afuera, donde va pintado el título de la obra, y que proporcionan a aquel lugar un aspecto de riqueza sin igual.

Arias Montano escribía al secretario de Felipe II, dándole cuenta de los libros que había “apartado”, cuyas listas adjuntaba, esto sucedía por el año 1574. Parte de esta biblioteca, según D. Antonio Rodríguez Moñino, con quien mantuvimos relación epistolar, fue trasladada al Banco de España y a la Iglesia de San Francisco el Grande de Madrid, durante la Guerra Civil.

Resulta difícil determinar el número de manuscritos árabes. Según el inventario de Carnicero, serían de 1.905 aproximadamente en los anaqueles de El Escorial. Siendo en los monasterios donde la cultura medieval se hallaba concentrada.

En tiempos de Carlos III, en cuyo reinado tanto se imprimió, destacó Joaquín Ibarra y su obra cumbre el Salustio. El polifacético Antonio Sancha, famoso impresor, librero y notable encuadernador, falleció en Cádiz en el año 1790.



Ejemplares de encuadernación. 


"CANON Missae. Additæ sunt Præparatio ad Missam et Orationes que ab Episcopis -dicuntur- cum salemniter vel private celebrant; necnon gratiarum actiones Misse saerificio peracto. Jux - Upper cover (Add Ms 27929).jpg


-Greek- Habes lector Demosthenis Graecorum oratorum facile principis orationes duas & sexaginta, ... - Upper cover (c108tt2).





Greek-. Theocriti ... idyllia et epigrammata ... Moschi, Bionis, Simmii opera quæ exstant, Josephi Scaligeri et Isaci Casauboni ... -and one other work- - Upper cover


With the arms of Jacques-Auguste de Thou impaling those of his first wife Marie Barbancon.

Jacques Auguste de Thou (1553-1617)

Eminente latinista, bibliófilo, poeta, alto magistrado francés e historiador en la época de las guerras de religión. Estudió en varias universidades, comenzando sus estudios de derecho en Orleans, continuando en Bourges y finalmente en Valence. Tras abandonar su carrera eclesiástica, en 1588 se convierte en Consejero de Estado. A la muerte de Enrique III, entró al servicio de Enrique de Navarra, que lo nombra "Gran Maestro de la biblioteca del Rey" en 1593. Tuvo una destacada participación en las Conferencias de Suresnes, que permitieron la entrada de Enrique IV en París. Tomó parte en la negociación del Edicto de Nantes, firmado en 1598 que puso fin a las Guerras de Religión.

 Fue un  precursor, inscrito en un movimiento intelectual de ruptura que contribuirá a fundar la "República de las letras" del siglo XVII, que marca una distancia con el humanismo del siglo XVI. Su obra contribuirá así a prescindir de los conocimientos heredados del Renacimiento como la teología dogmática y la ciencia del derecho. Durante la regencia de Maria de Médicis, tomó parte en la negociación de los Tratados de Sainte Menehould (1614) y Loudun (1616). Heredó la erudita biblioteca de su padre, Christophe de Thou, primer presidente del Parlamento de París, además de bibliófilo que contó con 12.729 volúmenes, libros raros y curiosos.


ENCUADERNACION BIZANTINA

El imperio Bizantino de gran influencia en todo el oriente  y gran tradición del libro trasmitió su influencia en la encuadernación no solo a sus dominios sino a todas regiones adyacentes como Georgia, Siria, Chipre Grecia, a las naciones de los Balcanes, regiones distantes como Rusia, incluso partes de Egipto y Armenia.

Aunque el imperio bizantino cayó en 1453 su  cultura de la encuadernación  continuó durante varios siglos, sus características fundamentales podrían considerarse: costuras con más de dos estaciones, recubrimiento del lomo y parte de los planos con tela, lomo liso, tapas de madera con los cantos ocasionalmente acanalados y unidas al cuerpo del libro con el hilo de la costura, cabezadas que se extienden sobre el borde de las tapas y los cierres  de las tapas.
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Encuadernación en Bizancio


Con estas características generales se derivaron  dos encuadernaciones  una occidental donde se incorporaron elementos estructurales y decorativos, encuadernación griega  y otra la encuadernación armenia.

ENCUADERNACION ARMENIA

Las características fundamentales de la encuadernación armenia pueden verse resumidas en la siguiente imagen:


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La decoración de las tapas es mediante la técnica del gofrado, los libros armenios conservados en su mayoría corresponden a Evangelios, Biblias, libros religiosos en la tapa principal  aparece la cruz sobre un pedestal que simboliza el calvario...


Encuadernación en Bizancio: oro y piedras preciosas

Encuadernación en Bizancio: oro y piedras preciosas


También se le puede denominar como encuadernación de orfebrería o enjoyada. Se trata de un método que da como resultado un producto lujoso que emplea cubiertas de oro y que en la historia se empleaban para obras como la Biblia y otros libros religiosos. La técnica era coser las hojas, manuscritas, que se fijaban a una tabla de madera sobre la que se añadían los adornos.

Encuadernación de la edad media: piel, terciopelo y metales

Encuadernación terciopelo y metal



La evolución del libro hizo que las tablillas de madera que recubrían los libros pasasen de emplear materiales preciosos para su cobertura y empezar a usar otros como la piel, el terciopelo o metales más simples. El método era el mismo que en la encuadernación de orfebrería, se cosían las páginas de manuscritos y estas se adherían a la madera

Encuadernación del barroco en hierro.
Encuadernación metálica


El barroco es un estilo de arte que apuesta por sobrecargar las piezas y la encuadernación no fue ajena a este estilo. Este método aprovecha el hierro para crear piezas ornamentadas sobre las que se recrean distintos motivos. De nuevo, las hojas se cosían formando un bloque que, a continuación, se pegaba a unas tablas sobre las que reposaban estos elementos metálicos.
Encuadernación neoclásica: cartón y piel


Y llegamos al Siglo XVIII. En esta época la encuadernación se simplifica, en comparación con el barroco, y en portada solo aparecen unas orlas y un espacio central vacío. Por su parte, el lomo cuenta con elementos dorados. En principio se empleaba la piel para forrar las cubiertas y sobre este material se realizaban las formas ornamentales.


García de Avellaneda y Haro. Grabado calcográfico anónimo recogido en Teatro eroico, e politico de'governi de'Vicere del Regno de Napoli, de Domenico Antonio Parrino, Nápoles, 1692-1695. Biblioteca Nacional de España


García de Haro y Sotomayor, o de Haro y Avellaneda,​ o de Avellaneda y Haro, conde de Castrillo,​ (Écija, 1584-Madrid, 1670) fue un jurista y hombre de estado español que desempeñó los más altos cargos de la monarquía en el reinado de Felipe IV y regencia de Mariana de Austria.

Armas de García de Avellaneda y Haro
en una encuadernación napolitana de 1654

Haro Sotomayor y Guzmán, García de. Conde de Castrillo (II). Córdoba, 1585 – Madrid, XII.1670. Jurista y hombre de Estado.

Hijo de Luis Méndez de Haro y de Beatriz Sotomayor Haro, IV marqueses del Carpio, nobles cordobeses con poco patrimonio pero con fuertes vínculos familiares con la familia Guzmán, a la que pertenecía el conde-duque de Olivares. Al ser un hijo segundón, su educación se orientó a las Letras y al Derecho, permaneciendo varios años en la Universidad de Salamanca, donde fue colegial hasta alcanzar la licenciatura en Leyes. En los años siguientes fue catedrático de Clementinas y rector por dos veces en dicha Universidad, y considerado desde entonces un jurista prestigioso.
García de Haro fue II conde de Castrillo consorte, ya que dicho título no pertenecía a su familia, sino a la de su mujer, María de Avellaneda Enríquez de Portocarrero, nieta, heredera y sucesora de Bernardino de Avellaneda Delgadillo, Caballero de Calatrava, gentilhombre, virrey de Navarra, consejero de Estado, asistente de Sevilla, y capitán general de las galeras de España, quien fue, por tanto, el I conde de Castrillo por concesión de Felipe III en 1629.
La carrera política de García de Haro cobra significación en el contexto de sus relaciones familiares con la familia Guzmán: su hermano Diego López de Haro estaba casado con Francisca de Guzmán, una de las hermanas del conde-duque de Olivares. García era por la misma razón cuñado del conde de Monterrey (Manuel de Fonseca y Zúñiga) casado con Leonor de Guzmán, otra de las hermanas del conde-duque, y tenía la misma relación con el marqués de Alcañices, montero real de Felipe IV, que se había casado con Inés de Guzmán, la tercera hermana del conde-duque.

Aparece citado en muchas ocasiones como “García de Haro Avellaneda” o “García Avellaneda Haro” (por ser María de Avellaneda, la II condesa titular de Castrillo, su esposa.
Durante la época del conde-duque de Olivares fue considerado persona de estricta confianza del Monarca y del valido hasta el punto de que en los últimos consejos de Estado celebrados antes de la destitución del conde-duque siempre estuvo presente, evidenciando su total fidelidad.
En el terreno patrimonial, fue desde 1639 señor de la villa de Villalba de Duero, que ese mismo año había obtenido al privilegio de villazgo. En 1661, 1666 y 1669 adquirió también los derechos de alcabalas de varios pueblos de la misma zona, ya que en 1656 había hecho lo mismo su esposa, adquiriendo tanto las alcabalas como las tercias, en calidad de sucesora del mayorazgo de su abuelo Bernardino de Avellaneda.
También fue patrono de diversos establecimientos religiosos, tales como el monasterio de San Jerónimo de Guijosa.

Desde 1618 ocupó cargos de gran responsabilidad en distintos órganos de la Monarquía, sin que quepa descartar en los mismos la iniciativa de su sobrino Luis Méndez de Haro, hijo de Diego López de Haro, V marqués del Carpio, primogénito de la familia. Entre los cargos de García, hermano menor, destaca el de oidor de la Chancillería de Valladolid (1619); el de consejero de Castilla (1624) y de Cámara (1625); el de presidente del Consejo de Hacienda interino, y el de presidente del Consejo de Indias en un primer y breve período. Fue consejero de Estado desde 1629. En 1632 fue presidente de las Cortes de Castilla y también presidente del Consejo de Indias desde 1635 hasta 1665 en que fue sustituido por Medina de Las Torres. Asumió funciones y responsabilidades de diversa índole que le encomendó el conde-duque, y como recompensa fue nombrado mayordomo mayor en 1640, cargo que había quedado vacante por muerte del duque de Alba. También fue regente del reino en varias ocasiones por ausencia de Felipe IV. Fue designado virrey de Nápoles en 1653 obteniendo el nombramiento para dicho cargo por iniciativa de su sobrino Luis Méndez de Haro con el que tuvo una total sintonía, manteniéndose en dicho cargo hasta 1659, hasta que le sucedió el conde de Peñaranda. Los embajadores extranjeros lo valoraron como un político competente.

Por tales razones, García de Haro no sólo fue considerado como uno de los personajes más importantes de la Monarquía del siglo xvii, sino que a su vez tanto durante el valimiento del conde-duque, como después, consiguió asociar a su persona a una serie de personajes secundarios, que luego igualmente fueron promovidos por él a otros cargos y destinos importantes, como es el caso de Miguel de Salamanca, que llegó incluso a ser presidente del Consejo de Hacienda y al cual se le responsabilizaría finalmente del catastrófico estado de la hacienda pública en el reinado de Felipe IV.
En los últimos años del reinado, García ocupó el cargo de presidente del Consejo de Castilla, y le correspondió participar activamente en los acontecimientos ocurridos a finales de su reinado. Junto con Luis de Haro, Monterrey y Oñate fue, por tanto, uno de los personajes más importantes de la época llegando a ejercer en los momentos anteriores a la muerte de Felipe IV una especie de “duumvirato” de asesores regios compartiendo el poder con Medina de las Torres.
Fallecido Felipe IV siguió representando un papel trascendente en el ámbito político, ya que en el acto del otorgamiento del testamento regio, fue el conde de Castrillo quien suscribió materialmente el documento por imposibilidad física del Monarca; fue además uno de los siete testigos del indicado testamento, y en las cláusulas del mismo, se encuentra su nombramiento para dos cargos fundamentales, el de miembro del Consejo de Tutores, previsto para la hipótesis del fallecimiento del Rey con hijos menores de edad, como finalmente ocurriría, y el de miembro de la Junta de Gobierno de la minoridad regia, en la que intervino como presidente del Consejo de Castilla, que era considerada la personalidad de mayor relevancia pública después del Monarca.
Durante la minoridad de Carlos II, el conde de Castrillo mantuvo una excelente relación con Mariana de Austria y una clara enemistad frente a Juan José de Austria. En su calidad de presidente de la Junta de Gobierno de la minoridad de Carlos II estuvo incorporado a la misma desde su constitución hasta 1668, año en que abandonó el cargo, considerando erróneamente que Mariana de Austria lo recompensaría con la Grandeza de España, honor que había suplicado reiteradamente durante la vida de Felipe IV y que sólo se le concedió finalmente con carácter vitalicio, es decir, sólo durante su vida, lo que él consideró una afrenta. La concesión de la Grandeza al conde de Castrillo la había decidido Felipe IV en 1664 mediante una Real Cédula de carácter reservado, en la que se ocultó el deseo regio de que tal merced fuera únicamente personal y vitalicia.
Cuando se produce su retirada de la vida política, el conde de Castrillo era ya octogenario y había decaído sensiblemente su anterior influencia. Falleció el mismo año de su retirada del mundo de la política y el gobierno.


Bibl.: R. Fanshaw, Original letters of his Excellency Sir Richard Fanshaw, during his embassies in Spain and Portugal, Londres, Abel Roper, 1701, pág. 27; E. H. Clarendon, Histoire de la rebelion, et des guerres civiles d’Angleterre, depuis 1641 jusqu’an retablissement du Roi Charles II, La Haye, 1704; M. Novoa, Memorias de Matías de Novoa, ayuda de Cámara de Felipe IV, Madrid, Miguel Ginesta, 1875 (Col. de Documentos Inéditos para la Historia de España, vols. 60- 61); G. Zaldumbide, Fr. Gaspar de de Villarroel, Puebla (México), J. M. Cajica, 1960; P. L. Williams, “Philip III and the restoration of Spanish Government”, en The English historical Review, 88 (1973), págs. 751-769; P. Sanz Abad, Historia de Aranda de Duero, Aranda de Duero, Diputación Provincial, 1975; F. Barrios Pintado, El consejo de Estado de la monarquía española, Madrid, Consejo de Estado, 1984, págs. 367-368; G. Maura Gamazo, duque de Maura, Vida y reinado de Carlos II, Madrid, Aguilar, 1990, págs. 38, 73, 76, 94 y 148; R. Kagan, Pleitos y pleiteantes en Castilla, 1500-1700, Valladolid, Consejería de Cultura y Turismo, 1991, págs. 127-132; J. H. Elliot, El Conde-Duque de Olivares, Barcelona, Crítica, 2004, págs. 171, 468, 614, 293, 522-689 y 703-726; J. Palos Peñarroya, “Un escenario italiano para los gobernantes españoles. El nuevo palacio de los virreyes de Nápoles (1599-1653)”, en Revista de Historia Moderna (Universidad Complutense), n.º 30 (2005), págs. 125 y ss.

Real Academia de Historia de España.

Biblioteca: 

Sus libros suelen llevar una encuadernación característica, en tafilete rojo, con diversos motivos decorativos y siempre con su escudo de armas dorado: 1) dos lobos pasantes puestos en palo, cebados de un cordero (Avellaneda); 2) dos lobos pasantes puestos en palo y en orla cuatro pedazos de cadenas, bordura con ocho aspas (Haro); 3) trece bezantes en tres palos; 4) tres fajas jaqueladas (Sotomayor). Timbrado de corona y acolado de la cruz de la Orden de Calatrava.

Su escudo heráldico en oro también puede aparecer en encuadernaciones en pergamino.
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Encuadernación heráldica del Conde de Castrillo: tafilete rojo con cubiertas y lomo cuajados en oro, con el escudo de armas en cubierta posterior; en la cubierta anterior, escudo real; debajo de ambos pende el escudo de Nápoles; cortes dorados.

ENCUADERNACIÓN, CUBIERTAS EXTERIORES Y DOBLES: SUPERIOR, INFERIOR Y SOLAPA
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Lugar: Turquía
Dimensiones: 57,7 cm × 29,9 cm
Fecha: posiblemente finales del siglo XVI.
Materiales y Técnica: Cuero, cartón, oro
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Las primeras encuadernaciones turcas otomanas de estilo real que se conservan se produjeron en Bursa y Edirne alrededor de 1430. Durante siglos, la composición decorativa de las cubiertas y los dobleces de la decoración de las encuadernaciones turcas se mantuvo esencialmente sin cambios, y consistía en un medallón con colgantes y cantoneras en cada esquina del centro. campo.

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Después de 1460, el  nakkaşhane  o estudio de arte de la corte comenzó a desarrollarse en el Palacio de Topkapı en Estambul, lo que resultó en un aumento en la producción de libros finos encuadernados por maestros encuadernadores. Estas encuadernaciones con composiciones de medallones y esquinas a menudo estaban bellamente decoradas con diseños grabados y estampados en cuero. En otras ocasiones, los artesanos se enfrentaban a las cubiertas con terciopelo italiano o de Bursa, o con tela de seda brocada otomana, mameluca o china.



Empaste de un código civil austriaco

Se llama encuadernador a la persona que tiene por oficio la encuadernación de libros. El encuadernador parte de las páginas impresas de una obra bien sueltas, bien formando cuadernillos y le añade una cubierta exterior rígida utilizando diferentes materiales y maquinaria.

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En primer lugar, ordena numéricamente las hojas o cuadernillos impresos y corta sus bordes mediante guillotina para unificar su tamaño y formar un bloque homogéneo. Luego, añade las hojas superior e inferior que formarán el comienzo y final de la obra. Cose o pega las páginas que forman el libro junto con las hojas finales y las introduce en una prensa para aglutinarlas y ajustar su altura.

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Seguidamente, mide y corta las piezas base para la encuadernación. Según el material utilizado, se hablará de encuadernación en rústica (a base de papel o cartulina), cartoné (a base de cartón) o en piel. Introduce el bloque en el molde que le confiere la forma convexa característica y necesaria para añadir el lomo. Aplica cola en el lomo a mano o mecánicamente para añadirlo al conjunto de hojas y le añade la pieza de tela interior.

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La siguiente fase consiste en la elaboración y añadido de las tapas del libro. Para ello, corta el material seleccionado a la medida de la obra utilizando cúter o cizalla. Luego, corta el material de cobertura de acuerdo a las medidas del libro (tela, piel, etc.) y lo pega a la base de forma manual o ayudado por maquinaria. El bloque ya formado pasa por una prensa en la que se fija la cola formando una obra unitaria.

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Ocasionalmente, el encuadernador imprime o estampa en oro, plata u otros colores el título del libro u otros motivos decorativos en la tapa y el lomo. Eventualmente, por motivos comerciales puede aplicar color a los bordes de las páginas utilizando una almohadilla, un cepillo o un difusor.

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Un encuadernador puede especializarse también en la reparación de volúmenes antiguos para lo cual realiza una o varias de las acciones descritas anteriormente.

Codice civile generale austriaco 1815

Luigi Lodigiani, Pontremoli ,7 de enero de 1778- Milán ,3 de octubre de 1843 ) es un encuadernador italiano, activo en la ciudad de  Milán.


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Contemporary red morocco gold- and blind-tolled binding with large corners with a floral motif and central armorial stamps of Francis I, Emperor of Austria (1768-1835) framed by a double-diamond motif; blue silk doublures. This presentation binding was bound by Lodigiani of Milan (1777-1843), the greatest Italian bookbinder of his time. Signed at foot of spine "Lodisiana (six)/Rel."

Encuadernación contemporánea en rojo marroquí de oro y tapa  con grandes esquinas con un motivo floral y sellos centrales de la armas de Francisco I, emperador de Austria (1768-1835) enmarcados por un motivo de doble diamante; Duplicadores de seda azul. Esta encuadernación de presentación fue encuadernada por Lodigiani de Milán (1777-1843), el mayor encuadernador italiano de su tiempo. Firmado al pie del lomo.



Mi encuadernador personal.


Mi encuadernador personal fue don Jaime Toledo Torres, quien  trabajo por 50 años trabajando en su oficio, haciendo verdadera obras de arte durante su vida.

Mi encuadernador Jaime Toledo Torres.

Desde mediados de la década del 90, cuando salí de Instituto de Humanidades,  empecé a empastar mis libros  de mi biblioteca personal, tu taller esta ubicado en  Catedral 1503, comuna y ciudad de Santiago, en la plaza de Santa Ana. 

Puerta de  la tienda 


El taller de mi encuadernador, se llamaba "Encuadernación  IBIETA", que tiene mas de 60 años de funcionamiento. Razón Social era Toledo Torres Jaime Y Cia Limitada RUT82.780.800-8

fuente


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LOS HERMANOS RASO   PÉREZ REVERTE 

 Y  

EL CENTRO METEOROLÓGICO DE GALICIA.


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Y vosotros os preguntareis: ¿A que viene este título? ¿Qué relación puede haber entre el autor del Maestro de Esgrima, los hermanos Raso y el Observatorio de La Coruña?
En la introducción -en esta Web- nombro una taquilla ¿recordáis la taquilla? está en La Coruña, en el Centro Meteorológico de Galicia. Pero el Centro no solo tiene taquillas, en su interior se aloja una biblioteca, una biblioteca técnica.
Uno, no espera encontrar grandes encuadernaciones en una biblioteca como esta, pero hace unos años, revisando sus fondos recibí una grata sorpresa.
Tres tomos estupendamente encuadernados; tres magnificas encuadernaciones de bella factura y técnicamente muy bien ejecutadas: Pieles chagrín granate; lisa y de grano largo. Tipografías, cortes, cantos, contracantos y Súper-Libris dorados, guardas con papeles impresos y jaspeados.

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armas de reyes de España


Tres buenas encuadernaciones protegiendo estadísticas y datos climatológicos de los años 20.
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Lo primero que pensé fue: ¡ Coño ! ¡ Éramos ricos ! ¡ Como ha cambiado el Instituto en estos 80 años ! Entonces me fijé en la firma, en la minúscula firma en la base de uno de los lomos: 

RASO

¿De que me sonaba la palabra "Raso"?

Revisé los tres tomos y pegado en la guarda de uno de ellos había un diminuto Ex-Libris.

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Papelería y Encuadernación, E. RASO, Flora 6, Alcalá 19 y 21, Madrid.

Bueno, estaba claro que habían sido encuadernados en Madrid, ¿pero de que me sonaba Raso? ¡ Encuadernaciones Raso !

Encuadernador. 

Se llama encuadernador a la persona que tiene por oficio la encuadernación de libros. El encuadernador parte de las páginas impresas de una obra bien sueltas, bien formando cuadernillos y le añade una cubierta exterior rígida utilizando diferentes materiales y maquinaria.
En primer lugar, ordena numéricamente las hojas o cuadernillos impresos y corta sus bordes mediante guillotina para unificar su tamaño y formar un bloque homogéneo. Luego, añade las hojas superior e inferior que formarán el comienzo y final de la obra. Cose o pega las páginas que forman el libro junto con las hojas finales y las introduce en una prensa para aglutinarlas y ajustar su altura.
Seguidamente, mide y corta las piezas base para la encuadernación. Según el material utilizado, se hablará de encuadernación en rústica (a base de papel o cartulina), cartoné (a base de cartón) o en piel. Introduce el bloque en el molde que le confiere la forma convexa característica y necesaria para añadir el lomo. Aplica cola en el lomo a mano o mecánicamente para añadirlo al conjunto de hojas y le añade la pieza de tela interior.
La siguiente fase consiste en la elaboración y añadido de las tapas del libro. Para ello, corta el material seleccionado a la medida de la obra utilizando cúter o cizalla. Luego, corta el material de cobertura de acuerdo a las medidas del libro (tela, piel, etc.) y lo pega a la base de forma manual o ayudado por maquinaria. El bloque ya formado pasa por una prensa en la que se fija la cola formando una obra unitaria.
Ocasionalmente, el encuadernador imprime o estampa en oro, plata u otros colores el título del libro u otros motivos decorativos en la tapa y el lomo. Eventualmente, por motivos comerciales puede aplicar color a los bordes de las páginas utilizando una almohadilla, un cepillo o un difusor.
Un encuadernador puede especializarse también en la reparación de volúmenes antiguos para lo cual realiza una o varias de las acciones descritas anteriormente.


!!LOS HERMANOS CENIZA¡¡

Los personajes del Club Dumas; la novela de Arturo Pérez Reverte; los entrañables encuadernadores y borrachines, Pedro y Pablo Ceniza.

Volví a releer el capítulo en el que Pérez Reverte hace hablar a los dos hermanos y el artículo de "El Semanal" en el que el autor escribe sobre los hermanos Raso -los verdaderos Hermanos Ceniza-, a los que Reverte conoce en el Madrid de su juventud y homenajea en El Club Dumas.

Hasta aquí todo muy bonito ¡ pero algo no cuadraba !

Los libros contienen registros meteorológicos de 1920 y las encuadernaciones tienen que ser de esa época.

Reverte conoció a los dos hermanos en la calle Moratín en 1972; dice que eran ya cincuentones, y aunque la razón me dice que no es posible, necesito imaginarlos en el Madrid de los años 20 en la calle Flora o Arenal trabajando en estas encuadernaciones

!No es justo¡ No puede tratarse solo de una coincidencia. ¡ Me niego a creerlo ! Tienen que ser ellos, tienen que estar en esta historia y yo los voy a ubicar en el apartado de los sueños.

¿Serán sus padres?

Estoy seguro de que nunca les pasó por la cabeza convertirse en personajes literarios, ni que un director de cine polaco y famoso los fuera a meter en una película. De haberlo sabido se habrían limitado a intercambiar una de sus miradas guasonas y tranquilas, encendiendo un cigarrillo con la colilla del anterior; y luego, tras encogerse de hombros, habrían cruzado la calle para tomarse dos tintos en el bar de Hilario, como si tal cosa. Pensaba en eso ayer, cuando terminé de leer la última versión del guión de La novena puerta: la película donde ellos salen. Una película que empieza a rodarse el mes que viene, y en la que su taller -Encuadernación y Restauración de libros antiguos y modernos- se lo han llevado el polaco y sus guionistas al casco antiguo de Toledo. Que no es mal escenario para situar lo que en la novela, como en la realidad misma, estuvo en la calle de Moratín, en el viejo corazón de Madrid.

En realidad no se llamaban hermanos Ceniza sino hermanos Raso; pero tenían la piel blanca como los pergaminos con que trabajaban, y el pelo gris como la ceniza de sus cigarrillos y sus viejos guardapolvos. Así que en El club Dumas quise llamarlos Ceniza, y bajo ese nombre acudirá a ellos Johnnie Deep cuando encarne al bibliófilo mercenario Lucas Corso. A los hermanos Raso los conocí en el año 73, cuando los reporteros de Pueblo frecuentábamos el mismo bar que ellos. Seis o siete veces al día le echaban la llave al taller y bajaban al Hilario a tomárselas, siempre con el guardapolvos puesto y la eterna colilla en la boca. Se parecían mucho, cincuentones, casi gemelos, aunque uno era mayor de edad y más bajo de estatura que el otro. Tenían los ojos claros y guasones, y cuando el quinto o sexto vino les ponía la punta de la nariz roja, la ceniza del pitillo caía sobre el vino o sobre las páginas del libro en el que trabajaban.

 Eran tranquilos y amables, muy buena gente. Me gustaban mucho y los adopté en el acto, como durante toda mi vida he ido adoptando a la gente que me gustaba; o tal vez mucha de la gente que me gustaba terminó adoptándome a mí. El caso es que empecé invitándolos a un vino de vez en cuando, y por fin fui a llevarles un libro para que lo encuadernaran. El libro lo tengo ante mí ahora: pasta española, gofrados, cinco nervios y tejuelo verde: Tocqueville. El Antiguo Régimen y la Revolución. Tuve suerte con aquel primero, porque estaban serenos y de buen pulso, y no hubo ninguna errata en las letras doradas del lomo. Casi todos los que les llevé después las tienen, o al menos uno de cada dos o tres. Pero lejos de molestarme, eso añade valor sentimental a los volúmenes encuadernados por la pareja; como esa Historia Contemporánea de Weber que, en sus manos y con un par de tintos encima de la línea de flotación, quedaría para siempre en mi biblioteca con el título de Histosia Contemporania.

Nunca supe otra cosa de ellos que lo que estaba a la vista, y lo que pude deducir de las largas y apasionantes visitas a su taller: lugar oscuro y polvoriento que olía a papel, cola y engrudo, abarrotado de pilas de libros en diversas fases de encuadernación, prensas y herramientas, pieles extendidas sobre una mesa de cinc en torno a la que trabajaban pálidos y silenciosos, colilla en boca, siempre sin prisa aunque llegara un ordenanza de cualquier ministerio a recoger un encargo que nunca estaba el día previsto, ni maldito lo que importaba a los dos hermanos que lo estuviera, o estuviese. Vivían a su ritmo, callados, guasones y solidarios entre sí; y de ellos aprendí los primeros rudimentos de encuadernación, la hermosa anatomía de los libros.

 Un día el hermano mayor se murió tosiendo como siempre, con su colilla en la boca; y en mi última visita el otro, el más joven y alto, estaba callado y melancólico, con el trabajo atrasado acumulándose en la mesa y en el suelo, junto al portal oscuro. Por fin, otro día que fui a llevar un último libro, encontré el taller cerrado, y el viejo rótulo arrancado de los cristales polvorientos de la ventana. De eso hace diez o doce años, y nunca he vuelto a ir a la calle Moratín, por no reavivar la tristeza que sentí ese día. Y cuando paso los dedos por la piel de los libros que ellos me encuadernaron y acaricio el dorado de sus erratas entrañables, no puedo evitar una sonrisa melancólica. Una sonrisa tan gris como el pelo de los dos hermanos, sus viejos guardapolvos y la ceniza, siempre a punto de caer, de sus eternos cigarrillos.

ARTURO PÉREZ REVERTE 

Artículo publicado en la revista El Semanal en el año 1998.



Librería Ballesteros.



Librero de torres tajamar.

Libreria Alejandro Ballesteros, ubicada en Providencia 1114, local #43, edificios  de Torres de Tajamar.

Ballesteros


Las Torres de Tajamar son un conjunto arquitectónico formado por cuatro edificios de diferente altura inaugurados en 1967 y ubicados en la comuna de Providencia, Santiago de Chile. Característicos del estilo moderno de mitad del siglo XX, se levantan entre las avenidas Providencia (S) y Andrés Bello (N) y las calles Huelén (poniente) y Miguel Claro (oriente); están entre las estaciones Salvador y Manuel Montt de la línea 1 del metro capitalino, a continuación del parque Balmaceda. El conjunto es de un uso residencial, aunque en su primera planta tiene oficinas y locales comerciales. Su nombre lo debe a los tajamares construidos en la época colonial para encauzar las aguas del río Mapocho.

Librero de torres tajamar.


Librero de torres tajamar.

Librero de torres tajamar.



Diseño
Las torres vistas desde el Mapocho

El complejo de las Torres de Tajamar posee cuatro edificios: la A es la más alta con 28 pisos (84 metros), le siguen la C con 19, la D con 152​ y la B con 10.​ Entre los 4 edificios existe una plazoleta central.
El proyecto, cuyo diseño original pertenece a Luis Prieto Vial, fue abordado en conjunto por la oficina de arquitectura de Bresciani, Valdés, Castillo y Huidobro (BVCH) y los constructores Bolton, Larraín y Prieto. En un principio, el proyecto contemplaba una torre principal como protagonista y tres edificios de menor altura como apoyo, pero por razones de costo y rentabilidad fue modificado: la torre central disminuyó a 28 pisos mientras que las otras se elevaron logrando crear "un conjunto relativamente homogéneo, que bloquea la relación con el gran paisaje de la cuenca de Santiago".
Los dos primeros pisos quedaron para oficinas y comercios, y en el resto se habilitaron 387 departamentos (39.621 m²) para 2200 habitantes en menos de una hectárea. La superficie total construida es de 49.523 m².

Historia

El complejo fue ideado por Luis Prieto Vial, y desarrollado (1960-1961) por la oficina de arquitectos BVCH (Carlos Bresciani, Héctor Valdés, Fernando Castillo Velasco, Carlos Huidobro), creadores de obras como la Unidad Vecinal Portales y el Casino de Arica (de estos cuatro profesionales, tres fueron galardonados con el Premio Nacional de Arquitectura: Bresciani en 1970, Valdés en 1976 y Castillo en 1983); la construcción estuvo a cargo de Bolton, Larraín y Prieto (1962-1964).
El proyecto pretendía ser la puerta al sector oriente de la ciudad, integrándose de manera armónica al parque Balmaceda y al río Mapocho.
[Las Torres de Tajamar] se pensaron con la convicción de que estábamos haciendo una obra trascendente para el desarrollo de la ciudad. El parque Forestal [...] culmina en este lugar, que era una gran fachada de ciento y tantos metros mirando el parque, o sea era un remate del parque. Nosotros nos planteamos que esos edificios debían ser esculturas dentro del parque y por tanto, tener transparencias hacia la cordillera y juegos de altura para que aparecieran como objetos escultóricos. Eran una especie de puerta hacia el barrio alto y el remate de la avenida Providencia. Creo que la obra ha perdurado bien en el tiempo. Se incorporó al paisaje de Santiago con entera armonía.
Fernando Castillo Velasco, The Clinic, 2008.
A pesar de que en un comienzo se proyectó una torre de 35 pisos, finalmente los arquitectos ejecutantes la redujeron a 28 junto a tres edificios de menor altura.4​ Esto era toda una novedad para Santiago, ya que por esa época era raro ver construcciones que superaran los 7 pisos de altura.​ Otras características vanguardistas que se aplicaron en el conjunto fueron el uso de hormigón a la vista y la integración de comercios con residencias en una misma construcción.
Tras haberse paralizado las inversiones por la elección presidencial de 1964, la construcción se inauguró en 1967.


FABIOLA DEL PILAR GONZÁLEZ HUENCHUÑIR

 

Valeriano Sánchez Ramos

 Bibliotecas y mi colección de libros. 456.-La encuadernación de libro de poesia Rubaiyat (Ruba`iyyat) de Omar Jayam 448.-Encuadernador de libros 442.-Encuadernaciones de don Pedro de Aragón I 364.-Las ediciones más famosa de don Quijote. 279.-Las joyas y iluminación: Sangorski & Sutcliffe. 31.-Encuadernaciones de don Pedro de Aragón II.

FABIOLA DEL PILAR GONZÁLEZ HUENCHUÑIR



1 comentario:

  1. En febrero de 2021, falleció don Jaime Toledo Torre, mi empastador personal, que este cielo con su mujer, descanse en paz.

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