1.-Bellezas

1.-Bellezas
Uniformes escolares.

viernes, 21 de mayo de 2021

XXI.-Heráldica. a


GRANADA VENEGAS. 

El código heráldico tuvo su origen y desarrollo en la Edad Media en los reinos cristianos de Europa Occidental, son escasos los ejemplos de adopción de emblemas heráldicos por las sociedades musulmanas y las de Europa Oriental, estas bajo la influencia cultural bizantina. Entre ellos, el del escudo de armas del reino nazarí de Granada se conserva decorando las estancias de la Alhambra y en él se observa una banda que incorpora el lema en árabe ولا غالب إلا الله (Solo Alá es vencedor), transliterada como "wa lā gāliba illā-llāh".


La dinastía nazarí o nasrí (en árabe, بنو نصر‎ banū Naṣr o en árabe, النصريون‎ naṣrīwn) fue la última dinastía musulmana que dominó el Reino de Granada desde 1238 hasta el 2 de enero de 1492. Su caída supuso el final de al-Ándalus.
Esta dinastía tuvo un total de 20 sultanes granadinos. El último de ellos, Boabdil, conocido como "el Rey Chico", se negó a pagar los tributos impuestos por la Corona de Castilla al Reino de Granada para permitir la supervivencia de este último. Este hecho llevó a la reina Isabel I de Castilla a entrar en guerra con el reino Nazarí, lo que unido a la guerra civil que ya padecía este reino, facilitó la reconquista cristiana. La organización territorial y administrativa del reino se realizó a través de las tahas.
Durante el reinado de esta dinastía se edificó el palacio de la Alhambra, considerado el máximo exponente del arte nazarí y una de las joyas del arte musulmán de todos los tiempos.
La dinastía nazarí descendía de la tribu árabe Banu Khazraj,​ y afirmó ser descendiente directo de línea masculina de Sa'd ibn Ubadah, el jefe de la tribu y uno de los compañeros del profeta islámico Mahoma. El nasab de Yusuf (apodado "al-Ahmar", que significa "el Rojo"). ​ Los nazaríes eran de origen azd.

Lema
Escudo del Reino Nazarí de Granada. De gules, una banda de oro con la inscripción لا غالب إلا الله en gules.


Entre las numerosas inscripciones que hay en la Alhambra hay una que es la más repetida: el lema de la dinastía nazarí لا غالب إلا الله. No hay más vencedor que Alláh, trasliterado como wa-lā gālib illà Allāh. Esta consigna es el elemento distintivo que identifica a la monarquía, un símbolo del poder nazarí que quedaba plasmado de forma repetitiva en todo tipo de obras patrocinadas o destinadas al soberano. En las yeserías de los palacios, en las columnas de mármol, en la vajilla real e incluso en los enterramientos podemos encontrar reflejado este lema. Existen diversas conjeturas acerca del origen del mismo, y si bien la más conocida alude a su uso por los almohades en la Batalla de Alarcos, lo cierto es que este hecho no se encuentra verificado.
 Su utilización está documentada a partir de Muhammad ibn Nasr, primer rey nazarí, tal y como queda certificado por la numismática. En las primeras monedas nazaríes de Muhammad I ya aparece inscrito este lema que a partir de este momento fue utilizado por todos sus sucesores en el trono nazarí.
ana karina gonzalez huenchuñir


Origen e inicios

Tras la derrota almohade en 1212 en la batalla de las Navas de Tolosa, comenzó a tomar importancia en el sureste de al-Ándalus la dinastía nazarí, linaje de origen árabe, cuyo fundador fue Alhamar el Rojo, quien se proclamó sultán en 1232, siendo reconocido como tal por las oligarquías de Guadix, Baza, Jaén, a lo que se unió la anexión de la taifa de Málaga en 1238, o la sumisión de Almería. En 1234, se declaró vasallo del poder de Córdoba, pero en 1236 Fernando III conquistó dicha ciudad y Alhamar se hizo vasallo del rey castellano, lo que le permitió conservar su independencia. En 1238, Alhamar amplió sus dominios conquistando Granada, pero en 1246 Fernando III le arrebató Jaén para consolidar sus conquistas en el valle del Guadalquivir, lo que obligó a Alhamar a firmar el Pacto de Jaén, en el que reconocía al monarca castellano como señor de aquel territorio y quedaba obligado a pagarle parias para conseguir paces de veinte años.
Al compás en que finalizaban las conquistas de Fernando III en el Valle del Guadalquivir, tuvieron lugar algunas sublevaciones mudéjares, como fueron la revuelta mudéjar de 12641​ en el reino de Sevilla, así como los mudéjares del reino de Murcia, ambos de muy reciente incorporación a la Corona de Castilla.2​ A pesar del apoyo militar granadino, la mayor parte de la población mudéjar del Valle del Guadalquivir fue expulsada tras la represión y se desplazó al reino nazarí.3​ Hubo una segunda gran revuelta mudéjar en la Corona de Aragón (principalmente en el reino de Valencia) en 1276 (prolongada hasta 1304),​ en la que la caballería granadina intervino en apoyo de los mudéjares sublevados.
​ Castilla, a la muerte de Fernando III en 1252, era el único Estado que aún tenía fronteras con los musulmanes, quienes se habían visto reducidos a los macizos penibéticos y a la costa que va desde Barbate hasta Águilas y con un Estado de una superficie aproximada de unos 30 000 km².​ La frontera entre los dos reinos, denominada banda morisca, superaba los 1000 km de longitud.​

Una época de prosperidad.

El estatus de Granada como territorio tributario y su posición geográfica favorable, con las montañas de Sierra Nevada como barrera natural, ayudaron a prolongar el reino nazarí permitiendo prosperar al pequeño emirato como punto de intercambio comercial entre la Europa medieval y el Magreb. De hecho, Granada fue una ciudad próspera durante la crisis del siglo xiv que asoló a Europa. Granada también sirvió de refugio para los musulmanes que huían de la Reconquista. Iba a ser en la Granada de esta época donde se iba a producir uno de los más intensos florecimientos culturales del Islam.​ Su reflejo más evidente, quizás sea el conjunto palaciego de la Alhambra, todo un universo encerrado en sí mismo de palacios, jardines, fuentes y estanques.​
A pesar de su prosperidad económica, los conflictos políticos eran constantes, y esta debilidad fue aprovechada por los cristianos, que fueron conquistando pequeños territorios al reino granadino. No obstante, algunas tentativas castellanas acabaron en rotundos fracasos, como la batalla de Moclín (1280),​ el desastre de la Vega de Granada (1319) o la batalla de Guadix (1362).​ A su vez, los ejércitos nazaríes lanzaban numerosas razias sobre los territorios cristianos, con resultados dispares: derrotas como Linuesa (1361) o victorias como Algeciras (1369).
​ Entre 1351 y 1369 los nazaríes se aprovecharon de la guerra civil que estaba teniendo lugar en Castilla entre los pretendientes Pedro I y Enrique II. Este conflicto, a la par que dejó agotada a la Corona de Castilla, concedió al reino nazarí unos años de paz en los que pudo mantener su estrategia exterior sin interferencia de los castellanos.
Debido a la apertura de nuevas rutas comerciales directas entre el reino de Portugal y África a partir del siglo xv, Granada empezó a perder su posición estratégica y la convirtió en un lugar menos importante. Con la unión de las coronas de Castilla y Aragón en 1469, su situación se complicó y no pudo hacer frente a la expansión cristiana.
ana karina gonzalez huenchuñir


Decadencia y caída final

Tras esta época de esplendor, el reino quedó bajo el gobierno de distintos soberanos que fueron incapaces de mantener el control del territorio. Con el fin de la guerra civil castellana hacia 1480 y el definitivo asentamiento de Isabel I en el trono, se daban por primera vez en Castilla las condiciones necesarias para realizar la conquista total de Granada, que se veían favorecidas por la crisis política y económica en el reino nazarí.
​ Las guerras civiles granadinas eran causadas por las luchas internas entre dos facciones del poder nazarí: los partidarios del emir Abú l-Hasan Alí y de su hermano El Zagal, y los partidarios del hijo del emir, Muhammad XII Boabdil.
​ Este último, capturado por los castellanos, firmó con Fernando una tregua que confirmaba su vasallaje, al que posteriormente se unirían otros pactos. A partir de 1484, los Reyes Católicos llevaron a cabo una larga y tenaz serie de asedios en lo que se denominó la guerra de Granada, utilizando la novedosa artillería que condujo a la toma progresiva de las plazas granadinas una tras otra.
Sobre el solitario reino de la media luna se abalanzaron las tropas de las coronas de Castilla y Aragón en la culminación del viejo sueño de la Reconquista.​ Tras la pérdida de Málaga en 1487 y la pérdida del territorio oriental (la Cora de Bayyāna) en 1489, dejan al Estado granadino en una grave situación.​ En 1491, se dispuso el cerco de Granada y la construcción de Santa Fe, el campamento base desde el que los Reyes Católicos dirigen las operaciones de asedio. El tiempo y la actitud pactista de Boabdil influyeron a favor de Castilla, y la capitulación de Granada tuvo lugar el 2 de enero de 1492. Así terminaban más de 250 años de existencia del reino nazarí.

Dinar nazarí, Yusuf I

monedas de oro.

“Sólo Dios es Vencedor”, en un dínar nazarí

El sistema monetario islámico se basa en tres unidades de valor: el dinar de oro, el dirham de plata y el felus de cobre, aunque no todas fueron acuñados en los distintos periodos peninsulares. En época nazarí se continúa la tipología de moneda impuesta en época almohade. Estas monedas carecen de elementos figurativos y  basan su composición en el uso de epigrafía árabe en el anverso y reverso. En este periodo se acuñan dinares de oro, también conocidos como doblas, sin fecha de emisión pero que incluyen la genealogía del gobernante y el lema dinástico nazarí لا غالب إلا الله (“No hay vencedor sino Dios”). Destacan además por la belleza de las inscripciones es epigráficas.



Granada Venegas.


El blasón es partido, dividido en dos cuarteles, en el primero cinco granadas se disponen en aspa; . El segundo de los cuarteles se compone de tres fajas; en su punta una bandera o gallardete; sobre todo Escusón: De gules, una banda de oro con la inscripción لا غالب إلا الله en gules; Timbra el conjunto el lema SERVIRE DEO REGNAT EST ( el victorioso es servidor de Dios).


Granada Venegas (Granada Benegas o Granada-Venegas) es el apellido de los descendientes de la familia real nazarí que se convirtieron al cristianismo en el contexto de la Guerra de Granada, pasando a ser nobles del Reino de Granada incorporado a la Corona de Castilla junto a un pequeño grupo de la aristocracia andalusí, que optó por no emigrar al norte de África como hizo buena parte de la familia real y de la clase dirigente.

Eran descendientes tanto de la aristocracia musulmana del reino nazarí (Cid Hiaya, alcaide de Baza y bautizado con el nombre de Pedro de Granada) como de la aristocracia castellana (Gil Vázquez Rengifo, comendador de Montiel y alcaide del palacio del Generalife). En la ciudad de Granada mantenían un destacado palacio: la Casa de los Tiros.
Su relación con el resto de los moriscos, de condición social inferior, fue problemática, especialmente en el contexto de las revueltas moriscas, que ayudaron a reprimir.
Se ha apuntado la posibilidad de que en el entorno de esta poderosa familia se gestara la falsificación de los Plomos del Sacromonte como un intento de conciliar étnica y religiosamente a la comunidad morisca con la cristiana.
Entre los más destacados miembros de esta familia se cuentan:

Alonso de Granada Venegas (mantuvo una tertulia literaria a la que pertenecieron Gaspar de Baeza, Pedro de Padilla, Gregorio Silvestre y otros miembros de la denominada escuela antequerano-granadina)
Pedro de Granada Venegas (poeta)


AVÍS DE GRANADA VENEGAS 


(Almería, ss. XV-XVIII). Aristocracia musulmana y morisca. La familia estaba formada por el entronque de tres linajes de la alta nobleza musulmana, emparentados con la realeza nazarí, y pervivió en Almería después de su conquista por los Reyes Católicos, integrándose en la cúspide de la oligarquía almeriense.

Los linajes Granada y Venegas quedaron unidos a través del matrimonio celebrado en 1461 entre el infante de Almería, Cidi Yahya Alnayar (Pedro de Granada, nieto del rey Yusuf IV), y su prima Cetti Meriem Venegas (María Venegas, nieta del mismo rey e hija del aristócrata Pedro Venegas el Tornadizo). De entre los hijos de este matrimonio, Alonso quedó viviendo en Granada, con los títulos de alguacil mayor y regidor heredados de su padre, mientras su hija, Brianda de Granada Venegas, contraía matrimonio con uno de los principales nobles musulmanes de Almería, colaborador también de los Reyes Católicos, Alonso Belvis el Baho, nombrado igualmente alguacil mayor y regidor de la ciudad de Almería.

Del enlace Belvis-Granada destacó, por su trascendencia, el matrimonio formado por Brianda Belvis Granada Venegas y Diego Avís de Córdoba, estrechamente emparentado con la noble familia musulmana de los Córdoba de Válor, uno de cuyos miembros se alzó como rey de los moriscos rebelados, Abén Humeya (Hernando de Córdoba y Válor).
 La sentencia de un pleito que eximía a Diego del pago del impuesto morisco de la farda certificaba que “era caballero hijodalgo notorio y lo habían sido sus padres desde tiempo inmemorial aquella parte y era descendiente de la casa y linaje de los Reyes de Granada”. 
Diego Avís, conocido por el “alguacil Abez”, a quien le confiscaron gran cantidad de tierras dadas a los nuevos pobladores cristianos, tenía casa en Almería, en la parroquia de Santiago, pero solía residir en Mondújar, donde poseía sus mayores propiedades. Falleció en 1561 (su mujer ya le había precedido en 1555), fiel a su lengua arábiga, necesitando siempre un intérprete de castellano, al igual que su mujer, y firmando en árabe. No intentaron integrarse en absoluto en la nueva sociedad cristiana, a la que veían con cierto desdén y usurpadora.
 En 1555 desheredaron a su hija Leonor por haber casado con tan sólo 14 años clandestinamente sin su permiso con Gabriel de Jibaja Careaga, y, sobre todo, por no haber tenido en cuenta su calidad y linaje, que estimaban muy superior a la familia Jibaja. El hecho constituye, sin duda, un impresionante ejemplo del orgullo de la antigua aristocracia musulmana, pues los Jibaja pertenecían a una de las principales familias de la ciudad de Almería (el padre de Gabriel era el licenciado Jibaja, alcaide y gobernador de la taha de Alboloduy, y su madre, Francisca de Careaga, pertenecía a una de las más prestigiosas familias almerienses).
 Además, el matrimonio de Diego y Brianda era uno de los más ricos, con mucho, de toda la geografía almeriense, pues sus bienes fueron inventariados en la importante suma de 6.165.988 maravedíes (16.443 ducados). Sobre la base de estos bienes fundaron en 1555 para su hijo Alonso un mayorazgo, conocido como el de la Torre de Mondújar, origen del posterior marquesado de Torre Alta. Muerto Diego, y después de varios pleitos, sus hijos Leonor y Alonso llegaron a un concierto económico sobre la herencia de sus padres, por el que se la repartían por mitad, aunque Alonso llevaba la mejora del tercio y quinto de los bienes y le hacía donación graciosa a su hermana de 500 ducados.
 La asignación final que a cada uno correspondió fue de 4.378.206,5 maravedíes para Alonso y 1.787.787,5 maravedíes para Leonor.

Alonso Avís Granada Venegas fue, sin duda, uno de los personajes más importantes de esta familia, pues en su tiempo se desarrollaron los hechos más dramáticos del siglo XVI en el Reino de Granada: la sublevación, guerra y expulsión de los moriscos (1568-70). Es destacable el paralelismo de las actuaciones colaboracionistas con las autoridades cristianas que durante la guerra llevaron a cabo tres personajes moriscos asimilados: Alonso Avís Venegas, su primo Francisco Belvis y el maestrescuela doctor Marín, y que se resumen en un primer intento de pacificación de la población morisca, seguida de una intervención armada y la ayuda en la reducción de los moriscos vencidos.
 Referido a Alonso, siguiendo la tradición de sus antecesores, colaboró con las autoridades cristianas a lo largo de todo el conflicto bélico. En un primer momento, salió a los pueblos comarcanos para intentar que los moriscos no secundaran la rebelión. El carisma que Alonso poseía para los moriscos, como descendiente de los reyes granadinos, impulsó a los sublevados a proponerle como rey, tal como lo relata el cronista Luis del Mármol, quien hace un esbozo de retrato de este personaje:
 “Este don Alonso Habiz Venegas era regidor de Almería y de los naturales del reino, aunque bien diferente de ellos en su trato y costumbres, y los moriscos lo estimaban mucho, por ser fama que venía del linaje de los reyes moros de Granada; y deseando hacerle rey en esta rebelión, le había escrito Mateo el Ramí sobre ello, rogándole de su parte que lo aceptase; el cual tomó la carta y la llevó al ayuntamiento de la ciudad, y la leyó a la justicia y regidores, diciéndoles que no dejaba de ser grande tentación la de reinar. Y de allí adelante vivió siempre enfermo, aunque leal servidor de su majestad, procurando enriquecer más su fama con esfuerzo y virtud propia que con codicia y nombre de tirano”. 
Como regidor de Almería, representó al concejo en su entrevista con el marqués de los Vélez el 8-I-1569 en Tabernas, en cuyo campo permaneció como asesor, incluso participó en la batalla de Berja (2-VI- 1569) dirigiendo con éxito la caballería. Previamente, en las navidades de 1568, recién iniciada la guerra, había intervenido en el combate de Benahadux, que dirigiera el capitán de Almería, García de Villarroel, con el fin de eliminar el peligro que para la ciudad suponía la concentración de moriscos en esta localidad.

Sofocada la rebelión, Alonso siguió colaborando con las autoridades, ayudando a concentrar a los moriscos para su expulsión. Un interesante documento nos dice cómo fue exceptuado del bando de deportación: 
«Don Alonso Venegas de Almería es primo hermano de don Alonso Venegas el de Granada; ha seruido muy bien assí en la guerra como en la reduptión y saca de los moriscos deste Reyno; tiene mayorazgo; háse tractado siempre como cristiano viejo», apostillándose al margen «que resida y no se le tome su hazienda».
Aunque plenamente identificado con la sociedad y cultura “cristiano-vieja”, Alonso no regateó esfuerzos cuando pudo actuar como benefactor entre los moriscos que pugnaban por su permanencia, testimoniando el origen cristianoviejo de algunos de ellos por vía de bastardía o, bien, alegando ante la administración los buenos servicios que éstos habían prestado durante la guerra (tal fue el caso de la defensa que hizo del morisco Francisco López Ayala o Hazera, alguacil de Mondújar, tío de Alonso Venegas y cuñado del maestrescuela doctor Marín).

Poseedor del mayorazgo fundado por sus padres, en el que se incluían haciendas, molinos y almazaras a lo largo del bajo Andarax y campos de Almería y El Alquián, aumentó su patrimonio con bienes de población de Tabernas. Fue uno de los pocos privilegiados a los que calificaron de “regidor, rico” en el censo de 1587. Vivía en unas casas en el barrio de La Almedina, en la parroquia de San Juan, cuyos restos de antigua mezquita, todavía hoy visibles, debían despertar en la familia Venegas un dulce y silencioso recuerdo de su glorioso pasado musulmán. Y no es baladí que fuera enterrado, junto con sus padres y su mujer, en la iglesia vieja de San Juan, ordenando que se trasladaran todos los cuerpos a la iglesia nueva de San Juan cuando se edificase. Pero con frecuencia solía residir en la casa señorial de su mayorazgo de la Torre de Mondújar, sobre todo después de la guerra y expulsión de los moriscos.

De su matrimonio con María de Miño tuvo dos hijas:

Isabel Avís Venegas, que sucedió en el mayorazgo y contrajo matrimonio con Juan Ortiz de Careaga, quien a su vez heredó el mayorazgo y alferazgo de sus padres, con lo que el matrimonio se convirtió en uno de los más potentados de la ciudad; y Francisca, a quien legó el tercio y quinto de las heredades que fuera del vínculo tenía en Mondújar y Quiciliana, así como el cargo de regidor, que lo había renunciado en el bachiller Diego Marín (sobrino del maestreescuela Marín), otra persona de ascendencia morisca. Además de estas dos hijas legítimas, Alonso, como hecho frecuente en la época, tuvo un hijo, Gabriel Venegas, al que, en el lenguaje descarnado del momento y próximo a su muerte, reconocía en su testamento como “hijo natural y putillo”, dejándole una heredad en Quiciliana y un par de bueyes con sus aperos, para lo que debería cumplir una condición que había comunicado al bachiller Diego Marín y que consistía en no poder casarse con Mariana de Heredia, probablemente una morisca o gitana, requisito que cumplió, contrayendo matrimonio con Alfonsa Fajardo. Buen testimonio del afán de limpieza de sangre.

Otorgó testamento en 8-VII-1603, falleciendo poco después. Tras su muerte, la casa Granada Venegas quedó integrada en la de Careaga, aunque por imposición del mayorazgo debió titularse primero Avís Venegas


Avis Granada-Venegas, Alonso. El de la Torre. ¿Almería?, p. m. s. XVI – Santa Fe de Mondújar (Almería), ú. t. s. XVI. Regidor.

Miembro de una de las familias de más rancio abolengo nasrí, por sus venas corría sangre regia, ya que por ambas líneas de sus progenitores le entroncaban diferentes linajes reales. Su padre era Diego Avis de Córdoba, quien pertenecía —por vía materna— al linaje califal de los valoríes, además de descender por vía de varón de noble familia musulmana, por ser hijo de Alonso Avis y nieto de Francisco Avis, antes Alient-Bus-Avis. 
Su madre, Brianda Belvis Granada- Venegas, era miembro directo de la casa real nasrí, por ser hija de Alonso Belvis del Baho, alguacil mayor de Almería, y de Brianda de Granada-Venegas, hija del príncipe Çidi Yahya al-Nayyar (bautizado como Pedro de Granada-Venegas).

Alonso Avis era regidor perpetuo de Almería y disfrutaba del mayorazgo creado por sus padres de la Torre de Mondújar, de ahí su sobrenombre (para distinguirse de su primo con igual nombre). Con residencia en la casa familiar de la localidad almeriense de Santa Fe de Mondújar, cuando los moriscos se sublevaron en la Navidad de 1568, el general El Gorri le dirigió una carta ofreciéndole la corona de sus antepasados.

El enorme peso que ello suponía dio lugar a uno de los hechos más épicos de la rebelión alpujarreña, ya que, como indica una crónica de la época, tras llegar a la ciudad almeriense “[...] con la carta cerrada fue a el ayuntamiento de regidores, y leída, pensando un poco cayó desmayado; más tornándole los otros regidores y reprehendiéndolo, respondió: ‘Recia tentación es la de reino’, y dióles la carta en que parescía cómo le ofrecían tomalle por rey de Almería. Vivió doliente desde entonces, pero leal y ocupado en servicio del rey”.

El 8 de enero de 1569 fue uno de los regidores de Almería que se dirigió a Tabernas para entrevistarse con el marqués de los Vélez, adelantado mayor de Murcia que días antes había cruzado la frontera granadina para proteger la ciudad contra los rebeldes.

Tras la reunión acompañaría al general en su primera campaña alpujarreña, dado que el prestigio de Alonso Avis entre los moriscos era el mejor garante. Entre enero y marzo asistió a Fajardo en su avance por el río Andarax, permaneciendo a su lado en el campo de Terque. Con posterioridad, en la segunda campaña del marqués, realizada en la Baja Alpujarra (abril-junio) participó igualmente, destacando en la batalla de Berja (1 de junio), en donde dirigió con gran acierto la caballería. 
En aquel verano volvió a su residencia de Santa Fe de Mondújar, en donde alojaría en abril de 1570 a Juan de Austria, y en cuya casa se desarrolló uno de los hechos más importantes de toda la contienda. Así, tras recibir el día 22 su primo Alonso Granada-Venegas el de Granada una carta del rey Abén Aboo, por la cual accedía a reducirse, Juan de Austria firmaba al día siguiente el Bando de Santa Fe, por el cual Felipe II graciosamente concedía el perdón a los moriscos a cambio de entregar las armas.

Levantado el campo, Juan de Austria avanzó a Padules para negociar con los generales moriscos, siendo acompañado en su estado mayor por Alonso que, como miembro de la casa real nasrí, fue uno de los mejores interlocutores ante los alzados. A finales de aquel año Granada-Venegas colaboraría en la reducción de los moriscos del sector almeriense, procurando buscar medios adecuados para que éstos sufrieran el menor maltrato posible en su destierro.

Desde esta fecha no se conoce que tuviera ninguna intervención más, retirándose a su residencia de Santa Fe de Mondújar, donde fallecería. Alonso Avis estuvo casado con María Miño, con quien tuvo a Isabel Avis Granada-Venegas, heredera del mayorazgo de la Torre y esposa de Juan Ortiz de Careaga y Valencia, regidor perpetuo y preeminente de la ciudad de Almería.

Bibl.: A. Muñoz Buendía, “Supervivencia de la población morisca en Almería después de la expulsión de 1570: Ejemplo de algunas familias”, en VV. AA., Actas del IX Congreso de profesores-investigadores, Málaga, Asociación Hespérides, 1991, págs. 500-527; E. Soria Mesa, “De la conquista a la asimilación. La integración de la aristocracia nazarí en la oligarquía granadina. Siglos XV-XVII”, en Áreas, 14 (1992), págs. 49-64; V. Sánchez Ramos, “Los moriscos que ganaron la guerra”, en A. Temimi (ed.), Melanges Louis Cardaillac, t. II, Zaghouan, Fondation Temimi pour la Recherche Scientifique et l’information, 1995, págs. 613-627; V. Sánchez Ramos, El II marqués de los Vélez y la guerra contra los moriscos, Almería, Universidad, 1999; V. Sánchez Ramos, “La guerra de Las Alpujarras (1568-1579)”, en M. Barrios Aguilera (ed.), Historia del Reino de Granada, Granada, Editorial Universidad de Granada, 2000, págs. 507-542.

Valeriano Sánchez Ramos


El marquesado de Torre Alta.

El marquesado de Torre Alta es un título nobiliario español creado por el rey Carlos IV el 19 de octubre de 1806, con el vizcondado previo de Careaga, a favor de José Avís Venegas de Careaga Gibaje y Ballesteros, alférez mayor y regidor perpetuo de Almería,​ descendiente de Cid Hiaya y de otras familias moriscas.
TitularPeriodo
Creación por Carlos IV
IJosé Avís Venegas de Careaga Gibaje y Ballesteros1806-1818
IIMiguel José Avís Venegas de Careaga Gibaje y Marín1818-1858
IIIMiguel José Avís Venegas de Careaga Gibaje y Heredia1859-1861
IVJosefa de Careaga y Moreno-Bravo1862-1914
VManuel Pedro Fernández de Córdoba y Careaga1917-1936
VIMaría Josefa Fernández de Córdoba y Fernández de Córdoba1956-1994
VIIPedro Fernández de Córdoba y Sánchez1995-1996
VIIIPedro Fernández de Córdoba y Cascales1997-hoy


Historia de los marqueses de Torre Alta

José Avís Venegas de Careaga Gibaje y Ballesteros (Almería, 5 de noviembre de 1742-Almería, 2 de marzo de 1818), I marqués de Torre Alta, alférez mayor perpetuo y regidor de la ciudad de Almería, gobernador militar de Almería y maestrante de Ronda. Era hijo de Andrés Avís Venegas de Careaga y Gibaje y de su prima hermana Luisa Antonia de Ballesteros y Bocanegra.
Casó el 23 de marzo de 1765,en Almería, con María Teresa Marín y Benavides.​ En 1818 sucedió su hijo:
Miguel José Avís Venegas de Careaga Gibaje y Marín (Almería, 8 de mayo de 1781-Almería, 31 de mayo de 1858), II marqués de Torre Alta, regidor y alférez mayor de Almería, gran cruz de la Orden de Isabel la Católica, senador y maestrante de Ronda.
Casó en primeras nupcias el 12 de octubre de 1799, en Jaén, con María de la Concepción de Ceballos y del Hierro, V vizcondesa de los Villares, hija de Gabriel de Cevallos y Escobedo, IV vizconde de Los Villares, y de María Vicenta del Hierro y Rojas, de la casa de los vizcondes de Palazuelos.8​ Contrajo un segundo matrimonio el 2 de octubre de 1825, en Almería, con María del Mar Luisa del Valle y García. El 31 de mayo de 1859 sucedió su nieto, hijo de José María de Careaga y Ceballos, fallecido antes que su padre en 1853,​ y de su esposa Antonia de Heredia y Begines de los Ríos, hermana de Narciso Heredia y Begines de los Ríos, I marqués de Heredia y conde de Heredia-Spínola:
Miguel José Avís Venegas de Careaga Gibaje y Heredia (Granada, 1 de mayo de 1826-Madrid, 17 de noviembre de 1861) III marqués de Torre Alta, ​ VII vizconde de Los Villares, maestrante de Granada, caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén, gentilhombre de cámara con ejercicio y regidor de Almería.
Casó el 21 de julio de 1855, en Granada, con María de los Dolores Moreno-Bravo y Chinchurretu.12​ El 5 de agosto de 1862 sucedió su hija:
Josefa de Careaga y Moreno-Bravo (Granada, 10 de mayo de 1856-Malpica del Tajo, 31 de agosto de 1914), IV marquesa de Torre Alta​ y VIII vizcondesa de Los Villares.
Casó en primeras nupcias el 26 de junio de 1875, en Almería, con Pedro de Alcántara Fernández de Córdoba y Álvarez de las Asturias Bohorques (1847-1878), hijo de Joaquín María Fernández de Córdoba-Figueroa y Álvarez de las Asturias Bohorques, XIII marqués de Povar, y de María del Carmen Álvarez de las Asturias Bohorques y Giráldez, I condesa de Santa Isabel, grande de España.​ Contrajo un segundo matrimonio el 30 de abril de 1906 con Mariano Contreras y Granja. El 31 de julio de 1917 sucedió su hijo de su primer matrimonio:
Manuel Pedro Miguel Fernández de Córdoba y Careaga (Madrid, 2 de diciembre de 1876-Almería, 2 de noviembre de 1936), V marqués de Torre Alta, IX vizconde de Los Villares y regidor de Almería.
Casó el 7 de enero de 1905, en Madrid, con su tía, prima hermana de su padre, María de la Encarnación Fernández de Córdoba y Owens. El 4 de mayo de 1956 sucedió su hija:
María Josefa Fernández de Córdoba y Fernández de Córdoba n. (Madrid, 24 de octubre de 1905-Madrid, 11 de agosto de 1994),​ X vizcondesa de Los Villares​ y VI marquesa de Torre Alta.​
Casó en primeras nupcias el 10 de agosto de 1929, en Madrid, con Pedro Sánchez y Cantón y en segundas el 12 de junio de 1939 con Manuel Paramás y Enríquez. Sucedió su hijo primogénito de su primer matrimonio en el marquesado y su segundogénito en el vizcondado:
Pedro Fernández de Córdoba y Sánchez, también llamado Pedro Sánchez y Fernández de Córdoba (Madrid, 9 de octubre de 1929-Madrid, 30 de agosto de 1996),​ VII marqués de Torre Alta,​ regidor y alférez mayor perpetuo de la ciudad de Almería.
Casó el 10 de junio de 1963 en el Real monasterio de Santa María de El Paular, con María de los Dolores Cascales y López.​ El 19 de abril de 1997 sucedió su hijo:

Pedro Fernández de Córdoba y Cascales, VIII y actual marqués de Torre Alta​ y XII vizconde de Los Villares en sucesión a su tío carnal José Antonio Fernández de Córdoba y Sánchez.
Casado con Ada García y Castañón, padres de Gonzalo y Rodrigo Fernández de Córdoba y García.


Cid Hiaya el-Nayyar

  Cid Hiaya el-Nayyar, figura histórica clave en la caída final del reino nazarí de Granada. Fue alcalde y visorrey (walí) de Almería, entregó Baza a los cristianos, bautizándose con el nombre de Pedro de Granada (inició la estirpe de la poderosa familia morisca de los Granada Venegas).

Yahya Alnayar posiblemente nunca conoció Jayena, (Al menos Jayena, villa enclavada en la comarca de Alhama de Granada, pues existió otra Jayena, famosa pesquería en las cercanías de lo que hoy es Castell del Ferro) y como tal posiblemente nunca la poseyera, pero aun así es uno de los personajes históricos que más han tenido que ver con su historia, sin su existencia la historia de Jayena hubiera seguido derroteros diferentes. Yahya es un personaje casi olvidado, controvertido, discutido, señalado de traidor, pero que demostró poseer una gran inteligencia y astucia militar, además de un gran tacto diplomático, de extraordinario vigor negociador, así como un insólito carisma, que le llevaron a jugar un importantísimo papel en la caída del feudo nazarí granadino. 
Yahya al Nayar y su hijo, Alonso de Granada Venegas, fueron indiscutibles y fieles colaboracionistas militares de los Reyes Católicos: participaron en el sofoco de la insurrección de los mudéjares de 1490 así como en la toma de Granada. Alnayar estableció su residencia en Granada a partir de su conquista; siendo nombrado alguacil mayor de la ciudad en 1492, regidor perpetuo de ella desde el 20 de junio de 1500 y caballero del hábito de Santiago. Sin embargo, los Reyes Católicos le desposeyeron del señorío de la taha de Marchena, que ofrecieron primero a Boabdil y, en 1494, a Gutierre de Cárdenas. 
Apesadumbrado por ello, se retiró a vivir a Laujar de Andarax. En su testamento, Pedro de Granada dio queja de su malestar hacia el trato recibido por los católicos reyes Isabel y Fernando, tras la toma de Granada; de que sólo se le dio una compensación de 200.000 maravedíes, y que se le sustrajeron una serie de heredades que eran de su patrimonio familiar, especialmente la taha de Marchena cuya posesión era para el tremendamente significativa.

 Yahya Alnayar es un personaje enigmático, un hombre que por salvar su imperio y su patrimonio es capaz de todo. Yahya, siempre conservará una postura hostil hacia Boabdil; sólo apoyará a Muley Hacen por el propio beneficio, que las circunstancias le ofrecen, pues no deja de lado que éste ocupaba el cargo real que debió alcanzar a su padre Aben Celin, como primogénito de Yusuf IV. Yahya, ante la eventualidad de que Boabdil lograra apoderarse del reino, no dudará en asociarse secretamente con los Reyes Católicos, a costas no sólo de traicionar a su pueblo, sino a su propia causa y a su cuñado el Zagal. Al final, de los tres nobles en liza, Boabdil, el Zagal y Yahya Alnayar, sería este último el único que permanecería en España tras la conquista, obsequiado con no pocas mercedes por los Reyes Católicos.

 Nacido probablemente en la Taha de Marchena, en una fecha indeterminada entre 1432 y 1440, murió en Laujar de Andarax el 6 de febrero de 1506. Era hijo de Aben Celin Aben Abrahen Alnayar, hijo del rey granadino Yusuf IV ibn al-Mawl, y de Fátima, hija del rey Cirila o Ismail, por tanto era nieto de reyes y aspirante al trono nazarí.

Tradicionalmente se dice que el 25 de diciembre de 1489 Cidi Yahya recibió el bautismo cristiano,( aunque los últimos estudios cometidos retrasan su conversión hasta 1500, junto a otros caballeros musulmanes). Siempre según esta tradición, este hecho tuvo lugar y suceso en el campamento emplazado en Alhadra; en la misma tienda del monarca católico, actuaron como padrinos los propios reyes Isabel y Fernando, y Yahya Alnayar tomó el nombre de Pedro de Granada. Se acogieron al bautismo su mujer Ceti Meriem que pasó a llamarse María Venegas, su hijo Alí Omar ben Nazar, tomando el nombre cristiano de Alonso de Granada, así como sus hijas que pasaron a llamarse Isabel y Brianda. 
Posteriormente muchos de sus más cercanos colaboradores siguieron el mismo camino. Le fueron reconocidos los bienes y haciendas tratados con don Gutierre de Cárdenas: Es nombrado caudillo, y se hará extensivo a su hijo Alí Omar ben Nazar o Pedro de Granada Venegas, y los sobrinos de Cid Yahya. Todos ellos absorberían el trato que merecían los grandes caballeros, recibirían de “acostamiento” en la casa real, y se le defenderían de las posesiones donadas frente a sus enemigos. 
Asimismo se acuerda mantener en secreto el bautismo, para que los moros de Guadix no se enteren antes de la entrega pactada de esta ciudad. Se le reconocen una serie de heredades de viñedo, fortalezas y alquerías enteras que habían sido de su propiedad, recibidas por herencia de su padre. Los familiares más directos como su hijo, sobrinos, descendientes y criados, quedarían exentos, al igual que él, del pago de alcabalas, pechos y otros derechos que se cobraban. Podría ostentar una guardia personal de 20 personas, al igual que su hijo, además ambos gozarían de derecho de aposento por parte de los reyes.
 En cuanto a lo económico, se conviene que si consigue que el Zagal le ceda la mitad de las salinas, valoradas en 400000 maravedíes, los reyes le otorgan 150000 maravedíes en las tierras de Dalías, y en las salinas de Marchena de las rentas pertenecientes a la corona, si faltara algún dinero lo cobraría de la Taha de Alboloduy, y por conseguir la entrega de Guadix se le darían 10000 maravedíes y regalos en telas como 18 varas de zeytuni verde y 15 varas de grana morada.

 Entre 1460 y 1461 se casa con su primera mujer, Ceti Meriem Venegas (Doña María Venegas), hija de sus tíos Ceti Meriem Alnayar y Pedro Venegas (antes Ridwan Venegas) prima hermana suya. Se conoce que tuvo una segunda mujer, llamada Elvira Hernández natural de la entonces conocida como Higuera de Martoss (Jaén) (Elvira de Sandoval nieta del conde de Castro). Hay dudas de si, además de su hijo Alonso, tenía otro llamado don Alfonso de Granada Venegas.

 Es legendaria la entrada en la vega de Granada el 20 de mayo de 1490 con la ayuda del Zagal, Pedro de Granada y su hijo don Alonso, donde mataron a cinco moros. Además de gran y admirado guerrero fue un magnifico negociador, dejando de un lado las batallas, (empezó las primeras negociaciones con alcaides del Zenete). Alnayar y Gutierre de Cárdenas, comendador mayor de León y representante de los Reyes Católicos, alcanzaron un acuerdo de capitulación para la entrega de Baza, Guadix y Almería, con el beneplácito de el Zagal, a quien se le prometieron importantes compensaciones.
 El día 4 de diciembre de 1489 Baza abría sus puertas a los Reyes Católicos; Almería lo hacía el 23 y Guadix, el 30. En 1490 los hermanos de Boabdil se presentaron como recambio regio, que inclinó a los Reyes Católicos por secuestrarlos y enviarlos a Sevilla. Tuvo mucho que ver en aquel asunto don Pedro de Granada. Tras la toma de Guadix, Boabdil decretó una amnistía general, y reclamó buscar el apoyo de todos los musulmanes para la causa islámica.
 En el verano de 1490 se produce una sublevación general contra los cristianos en la mayoría de las comarcas ganadas en 1489, Boabdil se apoderó de Andarax teniéndose que exiliar el Zagal a Almería. Pedro de Granada, se vio atacado por Boabdil en la Taha de Marchena, pero él pudo defenderla junto a su hijo Alonso. Se sabe que Pedro de Granada, junto a su hijo Alonso, capitaneó y dirigió las tropas cristianas en la guerra contra los moros de Adra. Se valieron del ingenio para ganar la partida demostrando una vez su sutileza y su gran dominio en la estrategia y el arte de la guerra.
 Las tropas cristianas por mar, dirigidas por Alonso de Granada, se disfrazaron de tropas Africanas. Los Abderitanos que esperaban ayuda de África creyeron que venían a ayudarles. Los cristianos se apoderaron del famoso puerto de Adra, mientras Pedro de Granada llegó por tierra con sus tropas.

 Al ser conquistada Granada en las Capitulaciones de la ciudad a Yahya no se le permite tener ningún cargo político. Sin embargo en 1500 es nombrado Alguacil Mayor de Granada, lo que le sitúa en uno de los cargos más importantes del Ayuntamiento de Granada. Se le concedió privilegio de hidalgo, adquirió la Caballería de Santiago, el señorío de Campotéjar, la mitad de las salinas de La Malahá y el reconocimiento de otras heredades. El 20 de agosto de 1500, los Reyes Católicos le proveyeron todas las tierras y morales de la Taha de Andarax. En 1501 don Pedro cede a su hijo unas casas de Granada situadas en la calle de la catedral-iglesia de Santa María de la O, actual templo del Sagrario. Una finca plantada de viñas, frutales y olivos con una extensión de 206 marjales de tierra cultivable, en la vega de Granada en el pago de Daravaliad. En el mismo año, con la rebelión de los mudéjares, se le obligó a entregar el señorío sobre la Taha de Marchena y Lúchar. 
Además no recibió lo prometido por parte de Isabel y Fernando, como el pago de los gastos y otras cuestiones que realizó él para sus soldados. Le fueron requeridos además bastantes bienes heredados de su padre, que hubo de devolver, entre los que se encontraban varias casas de Granada y la Alquería de Alhabia. Este hecho le hizo no estar contento con los reyes al no ser recompensado, como se le había prometido. Lánguido y desengañado como resultado de ello se retiró a Laujar de la Taha de Andarax, apartándose de la vida social de Granada.

 En esas circunstancias muere en Laujar de Andarax el 6 de febrero de 1506. Tras su muerte, su hijo don Alonso ordenó el traslado del cadáver a Granada, acompañado de 800 servidores, unos a pie y otros a caballo. En la calle Elvira se le elevó un túmulo en la Puerta de Elvira donde salió a recibirle la clerencia y los frailes de Granada, y otro túmulo a la salida de la calle, en el antiguo pilar de los almizqueros, renombrado tiempo después del Toro. 
Tras los ceremoniales instituidos, fue enterrado en la capilla de San Pedro (regalada por la reina Isabel), en el templo actual del Sagrario. En el epitafio se le recogieron los títulos y honores que había desempeñado en su larga vida. En su testamento entregó a los inocentes de San Lázaro 20 fanegas de pan cocido, a los pobres en limosna 10.000 maravedíes, y pide a su hijo Alonso que funde capellanía.
 A su segunda esposa Elvira, le deja las tierras que tenía en Campotéjar, tres marcos de plata y toda su ropa, paños y atavíos de seda. A su hijo Alonso le asigna dos jaeces de plata esmaltados, los balajes correspondientes y todas las espadas y armas que poseía, entre ellas una espada de oro, que perteneció a un rey moro (Boabdil), y que los Reyes Católicos le habían entregado como regalo, para reconocerle a título íntimo que él era el único descendiente de la Casa Real Nazarí, pero debería pedírsela a su primo Fernando de Granada que la tenía en préstamo.

Bibliografía:- «Un personaje almeriense en las crónicas musulmanas y cristianas. El infante Cidi Yahya Alnayar (1435-1505)», Espinar Moreno, Manuel y Grima Cervantes, Juan. Boletín del Instituto de Estudios Almerienses, 7, 1987.
- «Testamento y muerte de don Pedro de Granada», Espinar Moreno, Manuel y Grima Cervantes, Juan. Mayurqa 1989, Vol. 22.
- Ladero Quesada, M.A.; “Nómina de conversos granadinos (1499-1500)”, Los mudéjares de Castilla y otros estudios de Historia medieval andaluza, Granada, 1989.
- Una gran familia. las élites moriscas del reino de Granada Enrique Soria Mesa Universidad de Córdoba.

Marquesado de Campotéjar.

ana karina gonzalez huenchuñir


El marquesado de Campotéjar es un título nobiliario español creado por Felipe IV de España el 1 de febrero de 1643 a favor de Pedro de Granada-Venegas Manrique de Mendoza,​ hijo del IV señor de Campotéjar. Su nombre se refiere al municipio de Campotéjar, en la provincia de Granada.

Señores de Campotéjar

Pedro de Granada (m. 1504/1506), I señor de Campotéjar,​ casado con Cetti Meriem Venegas.​ Le sucedió su hijo:

Alfonso de Granada Venegas (m. 1534), II señor de Campotéjar​ En el mayorazgo que fundó en 1533, dispuso que los sucesores en dicho mayorazgo debían tomar ambos apellidos.​ Contrajo un primer matrimonio con Juana de Mendoza, hija de Francisco Hurtado de Mendoza, mayordomo de los Reyes Católicos, y sobrina del cardenal Pedro González de Mendoza. En segundas nupcias, se casó con María de Quesada, hija de los señores de Garcíez.​ Le sucedió su hijo del primer matrimonio:

Pedro de Granada Venegas Mendoza, III señor de Campotéjar, casado con María Rengifo Dávila.​ Una hija de este matrimonio, Catalina de Granada Venegas Rengifo, se casó con el comerciante genovés, afincado en Granada, Esteban Lomellini, y fueron los antepasados del IV marqués de Campotéjar.7​ Le sucedió su hijo:

Alonso de Granada Venegas Rengifo (m. 1611), IV señor de Campotéjar.9​ Se casó en primeras nupcias con María Manrique de Mendoza Ruiz de Alarcón 10​, hija de Diego Ruiz de Alarcón, V señor de Buenache, y de María de Mendoza, señora de la Frontera, Valdecabras y Beamud,​ y en segundas con María Ochoa de Castro. Le sucedió en el señorío su hijo del primer matrimonio que fue el I marqués de Campotéjar.

Marqueses de Campotéjar

Pedro de Granada-Venegas Manrique de Mendoza (Granada, 9 de noviembre de 1559- Madrid, 5 de febrero de 1643), I marqués de Campotéjar,​ hijo del IV señor de Campotéjar y de su primera esposa.​ Fue alcalde de Salobreña en 1594 y de Almuñecar dos años después.​ También fue corregidor de Ávila, mayordomo de la reina, gentilhombre de boca del rey, y caballero de la Orden de Alcántara.​ Solamente pudo disfrutar del título marquesal al fallecer pocos días después de su concesión.
Se casó en primeras nupcias el 4 de abril de 1588 con María Velasco Benavides, hija de Diego Vaca de Sotomayor y de su esposa María Pacheco Benavides, hermana del conde de Santisteban del Puerto,​ y en segundas, en 1605, con Leonor Rodríguez de Fonseca, hija de Alonso Rodríguez de Fonseca, señor del mayorazgo de El Cubo en Salamanca, y de Francisca de Leiva.​ No tuvo hijos de su primer matrimonio. Del segundo nacieron tres hijos, Francisco, Alonso y Diego de Granada Venegas, fallecidos muy joven.​ Antes de casar, tuvo un hijo, Bernardino de Granada, legitimado el 8 de noviembre de 1609.​ Le sucedió su medio hermano, hijo del segundo matrimonio de su padre.
Fernando de Granada Venegas y Ochoa (m. Cuenca, 1649), II marqués de Campotéjar.​ Fue chantre y canónigo en la catedral de Cuenca​ y residió en Roma durante un largo tiempo como representante del cabildo. Tuvo una hija natural, María de Ochoa, monja en el convento de Santa Paula en Granada. Le sucedió su hermano.
Juan de Granada Venegas Ochoa (Madrid, 1589-1660), III marqués de Campotéjar​ y caballero de la Orden de Santiago.​ A su muerte, se extinguió la línea primogénita de varonía.

Se casó con su prima Gertrudis de Granada Venegas de la Cueva.21​ Le sucedió después de un largo pleito de tenuta, su pariente, biznieto de Catalina de Granada Venegas Rengifo​ y de su esposo Esteban Lomellini.

Pedro Lomellini Pavesi, IV marqués de Campotéjar desde 1661.​
Pedro Lomellini Granada, V marqués de Campotéjar
David Lomellini Granada, VI marqués de Campotéjar
Juan Lomellini Granada, VII marqués de Campotéjar
Helena de Granada Lomellini, VIII marquesa de Campotéjar
María Margarida de Granada, IX marquesa de Campotéjar

Pierfrancesco Grimaldi, X marqués de Campotéjar
Ansaldo Grimaldi Granada, XI marqués de Campotéjar
Juan Batista Grimaldi, XII marqués de Campotéjar
Pedro Grimaldi Lomellini, XIII marqués de Campotéjar en 1716.
Giovanni Battista Grimaldi Lomellini, XIV marqués de Campotéjar
Catalina Grimaldi, XV marquesa de Campotéjar
Magdalena Grimaldi, XVI marquesa de Campotéjar
Ignazio Pallavicini, XVII marqués de Campotéjar
Maria Teresa Pallavicini, XVIII marquesa de Campotéjar

Giacomo Filipe Durazzo y Pallavicini (m. 1921), XIX marqués de Campotéjar y el último marqués italiano. Su viuda, Matilde Giustiniani y Giustiniani, llegó a un pacto judicial en octubre de 1921 con las autoridades españolas sobre la devolución del Generalife, archivos y obras de arte, aunque muchas aún se conservan en Italia. En agradecimiento, el rey Alfonso XIII le concedió el título vitalicio, no hereditario, de marquesa de Generalife con Grandeza de España que se extinguió a su muerte. Sucedió en el marquesado una descendiente de la línea secundaria de los Granada Venegas:

Casilda de Bustos y Figueroa (m. 3 de julio de 2000), XX marquesa de Campotéjar, XVI duquesa de Pastrana,​ XI marquesa de Corvera, V marquesa de las Almenas y XIV marquesa de Salinas del Río Pisuerga, hija de Rafael de Bustos y Ruiz de Arana, XV duque de Pastrana y XIV marqués de Salinas del Río Pisuerga, y de su esposa Casilda de Figueroa y Alonso-Martínez.

Se casó el 27 de junio de 1929 con José Finat y Escrivá de Romaní, XVII conde de Mayalde, III conde de Finat, XV conde de Villaflor, XII marqués de Terranova, embajador de España y alcalde de Madrid.​ Le sucedió su hijo:
José Finat y de Bustos, XXI marqués de Campotéjar, XVII duque de Pastrana​ y XII marqués de Corvera.
Contrajo matrimonio el 17 de junio de 1957 con Aline Riva de Luna.​ Cedió el título a su hija:
Casilda Ángela Finat y Riva, XXII marquesa de Campotéjar.


Granada-Venegas, Alonso. El de Granada. Granada, p. m. s. XVI – 1606. Militar.

Miembro de una de las familias de más rancio abolengo nazarí, por sus venas corría sangre regia, por ser nieto de Alí ben Nazar (Alonso de Granada Venegas), en concreto el primogénito de su hijo mayor, Pedro de Granada-Venegas II, y de María Rengifo y Ávila, de quien heredaría la alcaidía del Generalife. Mayorazgo de su casa, desde 1565, fue alguacil mayor de Granada, caballero veinticuatro de la ciudad y alcaide del Generalife, además de caballero de Santiago. Su poder y prestigio era tal que en 1566 fue nombrado procurador de la ciudad en las Cortes que convocó el Rey. A él se debe la última evolución del blasón familiar, especialmente en la leyenda que rezaba en el escudo: 
“Él me manda” (frase que había sustituido su padre al lema árabe: “No hay vencedor sino Dios”), ya que fue cambiada por “El corazón manda”. Verdadero símbolo de la mentalidad de su linaje, mandó esculpir en piedra en la puerta de su palacio, la casa de los Tiros, una espada con un corazón en su base.

Estaba casado con María Manrique de Mendoza, hija de Diego Ruiz de Alarcón, V señor del estado de Buenache, y de María de Mendoza, señora de la villa de la Frontera, quienes aportaron en dote un tercio de la villa de Beamud de Alarcón (Cuenca). Y, al igual que sus pasados, continuó ampliando el capital heredado, poseyendo, solamente en las villas Dehesas Viejas, Campotéjar y Jayena, más de once mil fanegas de tierra, origen del señorío de Campotéjar. En la Granada de su tiempo fue un personaje de peso, ya que se convirtió en interlocutor directo entre el poder y la minoría morisca. De su prestigio da cuenta que, una vez fracasada la nobleza granadina para suspender la Real Pragmática contra los moriscos —a través de la embajada enviada con Juan Enríquez de Guzmán el de Baza—, Alonso se trasladó a la Corte en 1568 para entrevistarse con Felipe II para disuadirle en su empeño. Aquella Navidad se alzaría la minoría, colaborando desde el primer instante Granada-Venegas con el marqués de Mondéjar en el aquietamiento morisco del Albaicín.

El 3 de enero de 1569 acompañó, con armas y caballo, a Íñigo Hurtado de Mendoza en su campaña a La Alpujarra, asistiendo a las diferentes batallas que se dieron en el camino. Especial fue su labor en los contactos y diálogos con los notables moriscos para tratar de llegar a un acuerdo de pacificación. Tras la reducción de Jubiles (19 de enero) de dieciséis alguaciles moriscos, se entrevistó personalmente en Los Bérchules con Hernando El Zaguer, tío del rey de los moriscos y su capitán general, para instarle, sin conseguirlo, a su reducción. Aún con todo, y como símbolo de la confianza que tenía el capitán general de los moriscos en él, no dudó en confiarle a su mujer e hijas. 
Poco después, el 22 de enero, don Alonso contactó en Cádiar con el propio Abén Humeya para reiterar su ofrecimiento de diálogo, continuando al día siguiente con nuevas misivas desde Ugíjar, aunque sin llegar a alcanzar un acuerdo. El marqués de Mondéjar intentaría una última vez llegar al diálogo con el reyezuelo, enviándole el 26 de enero, desde Cherín, tres cartas con interlocutores diferentes. De todas ellas Abén Humeya sólo contestó a Granada-Venegas, manifestándole su disposición a pactar, si bien una mala interpretación en una malograda escaramuza de la infantería desbarató todos los planes y el rey morisco huyó a la sierra y cortó toda comunicación.

Iniciado el proceso de reducción morisca, Alonso Granada-Venegas marcharía en febrero a Madrid para dar cuenta a Felipe II de la campaña y del proceso de pacificación alcanzado por el marqués de Mondéjar. A su vuelta sería testigo de cómo Abén Humeya levantaba por segunda vez la tierra y de cómo el capitán general del reino era sustituido por Juan de Austria, con el que colaboraría estrechamente al formar parte del Consejo de Guerra que se creó. Desde este órgano defendió las tesis pactistas contra los generales que participaban de la teoría dura de intervenir militarmente y de expulsar a la minoría. Sin embargo, no pudo evitar que esta última postura saliera adelante, colaborando activamente aquel verano en el aquietamiento del Albaicín cuando fueron deportados los moriscos. 
Con la salida de Juan de Austria a campaña, a inicios de 1570, pasó como general al presidio de su villa de Jayena, punto estratégico para controlar el delicado paso que unía las serranías malagueñas con el corredor de valles granadinos. 
Como diría el hermano de Felipe II “don Alonso tuvo tanto cuidado y vigilancia en guardar el lugar de Jayena, que sustentando en él una torre con jente, artillería y municiones a su costa le defendió, de manera que aunque los dichos rebeldes binieron sobre hella dibersas vezes no la pudieron tomar ni hazer el pie que deseaban en aquel puesto, desde el qual salió el magnífico señor don Alonso a correr la tierra, y en las correrías mató y cautibó munchos moros”.

En abril, Juan de Austria recurrió a él para tratar el negocio de la reducción de los moriscos. A principios de aquel mes dejó en el presido de Jayena a su hermano Jerónimo de Granada-Venegas, pasando a Sorbas, donde se encontraba el capitán general y estudiar el procedimiento a seguir en los importantísimos tratos que seguirían en la campaña de La Alpujarra. Tras esta entrevista, volvió a su villa de Jayena para contactar desde ellas con los notables moriscos, manteniendo desde ella una intensa correspondencia para aconsejarle sobre el procedimiento a seguir en las delicadas entrevistas de paz que inició con El Habaqquí. Alcanzada la reducción de los alzados, entre 1570 y 1571 sería uno de los principales agentes designados para recibir a los moriscos y preparar su marcha a Castilla, siendo designado comisario de la zona centro. 
En 1573, a solicitud suya, Felipe II compensó su pérdida en la contienda, nombrándole alguacil mayor de la Real Chancillería de Granada. Su prestigio culminaría en 1583, cuando, a semejanza de sus antepasados, vistió el hábito de Santiago y, aunque no llegó a ser comendador, fue gobernador del partido de Ocaña y justicia mayor de la provincia de Castilla de esta Orden Militar, así como administrador de la encomienda de Lobón, por título del 6 de julio de 1596.

Hombre culto, en su casa mantuvo una tertulia literaria donde acudieron poetas y escritores de la talla de Juan Latino, Diego Hurtado de Mendoza y Luis Barahona de Soto, o dramaturgos como Gonzalo Mateo de Berrío. A su muerte estaba casado en segundas nupcias con María de Ochoa y Castro de Orozco y, comenta el cronista Henríquez de Jonquera, que “[...] sepultóse su cuerpo en el Sagrario de la sancta iglesia desta ciudad en su grandiosa capilla de señor San Pedro, donde están sus armas y vanderas suyas y de sus padres y abuelos que sirvieron a el emperador Carlos quinto en la guerra y en la conquista de Orán”, dejando de ambos matrimonios cuatro hijos de cada uno: Pedro de Granada-Venegas III, caballero de Alcántara, I marqués de Campotéjar; Diego Granada-Venegas, caballero de Santiago, alcaide y capitán de la fortaleza de Almuñécar y, en 1606, alcaide de la alcazaba de Almería; fray Leandro de Granada, de la Orden de San Benito, y María de Granada Venegas y Hurtado de Mendoza, mujer de su primo Gil Rengifo de Granada. Fernando Granada-Venegas Ochoa, chantre de la catedral de Cuenca; Juan Venegas y Granada, menino de la reina Margarita de Austria y caballero de Santiago, casado con su prima Gertrudis Granada Venegas; y a Catalina María de Granada y Ochoa.

 

Bibl.: F. Henríquez de Jorquera, Anales de Granada, Granada, 1642 (ed. de A. Marín Ocete, Granada, Paulino V. Traveset, 1934; ed. con est. prelim. de P. Gan Jiménez y L. Moreno Garzón, Granada, Universidad, 1987); E. Spivakovsky, “Some notes on the relations between D. Diego Hurtado de Mendoza and D. Alonso de Granada Venegas”, en Archivum, XIV (1965), págs. 212-232; B. Vincent, “La expulsión de los moriscos del Reino de Granada y su reparto en Castilla”, en Andalucía en la Edad Moderna: Economía y sociedad, Granada, Diputación, 1985, págs. 215-266; M. A. Moreno Olmedo, Heráldica y genealogía granadinas, Granada, Universidad, 1989; R. G. Peinado Santaella, “Los orígenes del marquesado de Campotéjar (1514-1632). Una contribución al estudio de los señoríos del reino de Granada”, en Chronica Nova, 17 (1989), págs. 261-279; A. Muñoz Buendía, “Supervivencia de la población morisca en Almería después de la expulsión de 1570: Ejemplo de algunas familias”, en VV. AA., Actas del IX Congreso de profesores-investigadores, El Ejido, Asociación Hespérides, 1990, págs. 500-527; E. Soria Mesa, “De la conquista a la asimilación. La integración de la aristocracia nazarí en la oligarquía granadina. Siglos XV-XVII”, en Áreas, 14 (1992), págs. 49-64; “Don Alonso de Granada Venegas y la rebelión de los moriscos. Correspondencia y mercedes de don Juan de Austria”, en Chronica Nova, 21 (1993-1994), págs. 547-560; V. Sánchez Ramos, “Los moriscos que ganaron la guerra”, en Melanges Louis Cardaillac, t. II, Zaghouan, Fondation Temimi pour la Recherche Scientifique et l’information, 1995, págs. 613-627; El II marqués de los Vélez y la guerra contra los moriscos, Almería, Universidad, 1999; “La guerra dentro de la guerra: los bandos moriscos en el alzamiento de Las Alpujarras”, en VV. AA., Actas del VII Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 1999, págs. 507-522; V. Sánchez Ramos, “La guerra de Las Alpujarras (1568-1579)”, M. Barrios Aguilera (ed.), Historia del Reino de Granada, Granada, Universidad, 2000, págs. 507-542.

Granada y Venegas.

ana karina gonzalez huenchuñir


Sobre la puerta de una residencia situada muy cerca de la entrada al Generalife nos encontramos con un escudo pétreo perteneciente a la granadina familia de los Granada y Venegas. Este ilustre linaje nace fruto del matrimonio entre el descendiente de la dinastía nazarita Pedro de Granada y María de Venegas, conocida anteriormente como Cetimerien Venegas. 
El blasón es partido, dividido en dos cuarteles, en el primero cinco granadas se disponen en aspa referido a los Granada. El linaje de estos se remonta a la época de la reconquista, el converso Pedro de Granada conocido anteriormente como "Cidi Hiaya Alnayar" es descendiente del sultán granadino Yusuf IV e hijo del infante del Almería y Alcaide de Baza "Sidy Yahya Al-Nayar" el cual perpetuará su nombre en la heroica defensa contra las tropas cristianas en la ciudad bastetana. Es figura fundamental en la desintegración del reino nazarí al apoyar a “El Zagal” en el conflicto por la subida al trono granadino entre este y su hermano Boabdil, y que luego tras convertirse serviría de vasallo a los Reyes Católicos para la rendición definitiva de Granada.
 En reconocimiento a la ayuda prestada le es nombrado alguacil mayor, le es concedido varias ciudades y diversos títulos nobiliarios entre el que figuraba el señorío de Campotéjar del que luego se convertiría en marquesado. El segundo de los cuarteles se compone de tres fajas referente a la familia Venegas también de origen musulmán. Siendo aún moro Pedro de Granada se casa con la princesa árabe Cetti Meriem Venegas que al convertirse al cristianismo se llamará María Venegas y con estos se inicia el linaje Granada y Venegas. En el centro de las armas se sitúa el escudo nazarita por lo dicho anteriormente, la descendencia real de la familia y en su punta una bandera o gallardete refiriéndose a la batalla que Pedro Granada ganó en Adra, timbra el conjunto el lema SERVIRE DEO REGNAT EST ( el victoriso es servidor de Dios).
La familia Granada y Venegas tendrá en lo sucesivo un importante renombre por su servicio leal a la corona castellana, en Granada poseerán de diversos edificios y tierras. Pedro Granada y Venegas, nieto este del primero, al casar con María de Reginfo recibe como dote la casa de los Tiros y hereda del padre de esta el palacio y jardines del Generalife. La hermosa estancia de los reyes nazaritas ha pertenecido a el marquesado de Campotejar hasta 1928, fecha en la que pasó a manos del Patrimonio Nacional de Turismo mediante un centenario pleito mantenido entre el órgano oficial y la casa de Campotejar.

  Heráldica Brasileña. 

[Carta de brasão de armas de nobreza e fidalguia concedida a
Augusto Leverger, barão do Melgaço, presidente da provincia do Mato-Grosso]

Assinado por Louis Alexis Boulanger, escrivão dos brasões de armas da nobreza e fidalguia do Império.No alto do documento, ocorre o desenho do brasão descrito no decreto, iluminado em cores e metais, "Um castelo de ouro, saindo pela porta uma destra de municipada de azul posta em bando; acompanhando em chefe de uma Estrela de Prata entre as iniciais M-G de ouro; em ponta de um Rio de Prata carregado de uma Áncora de Sable: Divisa: Sempre prompto"


[Carta de brasão de armas de nobreza e fidalguia concedida, em nome do
 imperador, a José Tomaz da Silva Quintanilha, barão de Paquetá]


Brasão_de_Antônio_Clemente_Pinto.

António Clemente Pinto, primeiro barão com grandeza de Nova Friburgo, (Ovelha do Marão, 6 de janeiro de 1795 — Rio de Janeiro, 4 de janeiro de 1869) foi um proprietário rural luso-brasileiro.

Carta de brasão de armas de nobreza e fidalguia concedida a
 José Maria e Silva Rodrigues, barão de Meriti]

Brasão em campo de prata, um escudete em azul, canegado de uma abelha de ouro

Cartório de Nobreza e Fidalguia.

El Registro de Nobleza y Hidalguía era un servicio burocrático de la Corte brasileña. Estaba subordinada a la Mayordomía de la Casa Imperial, con orígenes que se remontan a una determinación hecha por el Príncipe Regente D. João VI , apenas llegado a Brasil, en 1808. Consistía en lanzar en un libro apropiado, el registro del contenido de los decretos de títulos nobiliarios realizados por el Emperador.

El funcionario a cargo de estas entradas, generalmente el empleado de registro, recibió el nombre de Scrivão de Nobreza e Fidalguia , y también le correspondía emitir las Cartas de Nobleza y Hidalguía, documento que, firmado por el Emperador y un de los Ministros de Estado, certificaban y comunicaban la gracia de la misericordia al destinatario.

Existía también el cargo de Rey Mayor de Armas, cuyas funciones estaban vinculadas al Notario de Nobleza y Hidalguía. Estaba sujeto a la verificación de las solicitudes de escudos de armas, sus registros históricos y documentales, la prueba de la veracidad genealógica y el respeto a las reglas de la Heráldica. Fue quien diseñó las armas y emitió, firmando las Cartas del Escudo de Armas. Por lo general, documentos hermosos, caligrafiados con nitidez e iluminados ingeniosamente, en forma de folletos o diplomas encuadernados.

Anuncio en la Gazeta do Rio en el que Antonio Bernado Cardozo Peçanha Castel Branco advierte de sus servicios como escribano (Gazeta do Rio, edición del 10 de diciembre de 1822 - colección de la Biblioteca Nacional).
Aunque una gran cantidad de nobles brasileños no tenían ascendencia noble, muchos documentos falsificados que verificaron la consanguinidad con las casas solariegas, razón por la cual una gran cantidad de escudos de armas brasileños presentan dibujos de familias portuguesas tradicionales. Aun así, existen varios ejemplos de heráldica original, con diseños inspirados en la fauna, flora y tipos del país.
Possidônio Carneiro da Fonseca Costa fue escribano de nobleza y Hidalguia durante muchos años , que al final de su vida enloqueció. Murió en 1854 , a los 38 años. Los libros y papeles que estaban en su poder, que datan desde el período joánico hasta el Primer Reinado , están desaparecidos.

Posteriormente fue nombrado Rey de Armas Luís Aleixo Boulanger , reconocido artista franco-portugués, maestro de caligrafía imperial de D. Pedro II, sus hermanas e hijas. Boulanger, a lo largo de los años, trató incansablemente de recuperar el contenido de las antiguas cartas enviadas, razón por la cual, hasta 1872 , solo existía un único libro sobre el período anterior a su magistratura, que contenía solo 121 registros de títulos y escudos de armas, especialmente las incluidas en el llamado Libro VI del Registro Civil. Se envió copia de estas actas al vizconde de Sanches de Baena. Es con base en esta colección de Boulanger, en las notas del Vizconde de Sanches de Baena, y en la documentación existente en el Archivo Nacional, que los barones de Vasconcelos iniciaron su Archivo Noble Brasileño .
Cabe señalar que varios factores contribuyeron a la adopción de elementos de la heráldica francesa para el diseño de las armas de la nobleza brasileña, como incluso el formato estándar de los escudos : la influencia de los ideales franceses en la época de la Independencia, la presencia de renombrados artistas neoclásicos Debret (creador de armas imperiales), y la administración de Boulanger en el Registro de Nobleza y Hidalguía .

Possidônio Carneiro da Fonseca Costa ( Río de Janeiro , 10 de julio de 1815 - Río de Janeiro, 15 de febrero de 1854 ) , primer Rey de Armas del Imperio de Brasil . Fue escribano de hidalguía y nobleza, con el Registro de Nobleza y Hidalgua , durante muchos años. Fue capitán de la Guardia Nacional .

Era el hijo del Dr. José Maria da Fonseca Costa y Libânia Carneiro da Silva. Era hermano de la vizcondesa de Fonseca Costa , sobrino del marqués de Gávea , nieto del capitán Manuel Álvares da Fonseca Costa, y primo hermano del vizconde de Majé , el barón de Barra Grande , el barón de Suruí , el vizconde de Penha y la segunda Condesa de Tocantins. Descendía de los primeros pobladores de la ciudad de Río de Janeiro ; llegó en el siglo XVI .
Al final de su vida, se volvió loco. Murió en 1854, a los 38 años. Los libros y documentos que estaban en su poder, que datan del período don Juan hasta el Primer Reinado, están desaparecidos. Se cree que Fonseca Costa los destruyó.

Luís Aleixo Boulanger ( Francia , 2 de abril de 1798 - Río de Janeiro , 24 de julio de 1874, fue el segundo y último Rey de Armas del Imperio de Brasil .

Reputado artista franco-portugués, maestro de caligrafía imperial de D. Pedro II , sus hermanas e hijas.

Boulanger sucedió en el cargo de Rey de Armas a Possidônio Carneiro da Fonseca Costa , quien fue designado por D. Pedro I y quien, al final de su vida, se vio afectado por una demencia y destruyó buena parte de los registros que estaban en el Registro de Nobleza y Hidalguía .
A lo largo de los años, Boulanger trató incansablemente de recuperar el contenido de las antiguas cartas nobiliarias emitidas, razón por la cual, hasta 1872, solo existía un único libro sobre el período anterior a su magistratura, que contenía únicamente 121 registros de títulos y escudos. , especialmente las contenidas en el llamado Libro VI del Registro de Nobleza y Hidalguía . Una copia de estas actas fue enviada al Visconde de Sanches de Baena .
Es con base en esta colección de Boulanger, en las notas del Vizconde de Sanches de Baena, y en la documentación existente en el Archivo Nacional , que los barones de Vasconcelos iniciaron su Archivo Nobiliario Brasileño .

Quanto custava um brasão no Império?

Há alguns dias, no Grupo do Facebook, perguntaram sobre o brasão de um nobre do Império. E em busca desta resposta, tropeçamos num dado interessante, sobre o qual decidimos nos debruçar hoje. A verdade é que no império, a Heráldica não era concedida a título gracioso, e nem todo nobre registrou armas para o seu título, pois não custava barato.

Em 1860, o registro de um brasão podia custar o equivalente até quase 600 mil réis, ou 600 gramas de ouro.
Fazendo a conta com o valor do preço do ouro nos dias de hoje, é uma soma astronômica, de fato. Há, sem dúvida, inúmeros fatores que temos que considerar aqui, entre eles a inflação, o preço do ouro, etc. etc. Mas eu deixo esses fatos econômicos para quem puder melhor tratar deles. Por ora, trabalharei com os dados coletados por Anibal de Almeida Fernandes, 4º neto do Barão de Cajuru, que nos traz algumas informações sobre a economia em seu “Estudo comparativo entre quatro fortunas do Império Brasileiro na década de 1860” (2011):

O primeiro dado para o qual atentamos é que “em 1860, 1 conto de réis (1:000$000=1 milhão de réis) comprava 1 kg. de ouro” e “para ser nomeado Senador do Império o interessado tinha que comprovar uma renda anual de 800$000.” Guardemos esta localização histórica e temporal.

 número de nobres sem brasão (como o Barão de Croatá) no Archivo Nobiliarchico Brasileiro supera por muito o de nobres armígeros.


Para não nos fixarmos no padrão-ouro, buscamos um outro estudo, que tratasse de valores. Um excerto da “Evolução dos preços e do padrão de vida no Rio de Janeiro, 1820-1930” (1971), da Revista Brasileira de Economia (FGV), nos apresenta alguns salários anuais: Um imigrante trabalhando numa fábrica de velas ganhava 10 mil réis mensais (em 1861), um Mestre Pedreiro livre ganhava 44.120 réis mensais(em 1863). Um professor de primeiras letras aprovado em concurso, no melhor dos casos, ganhava pouco mais que 40 mil réis mensais (500$000 anuais, de acordo com a Lei das Escolas de Primeiras Letras, de 1827).

O valor da carta de brasão era mais de dez vezes isso
Pedro Moniz de Aragão, diretor do Arquivo Nacional responsável por publicar o ‘Catálogo da Exposição de Modelos de Brasões e de Cartas de Nobreza e Fidalguia (1965), conta-nos:

“Segundo folha impressa, apensada ao Armorial Brasiliense de Luís Aleixo Boulanger, datada de 2 de Abril de 1860, eram os seguintes os preços então cobrados:”

Requerimento a S.M. O Imperador e passos a respeito: 30$000

Pergaminho (para álbum de quatro folhas): 32$000

Carta de Nobreza e Fidalguia:
Caracteres dourados: 180$000
Cópia das armas para a Secretaria do Império: 25$000
Dito, para o arquivo: 25$000
Composição de Armas Novas, conforme os preceitos da ciência: 25$000
Heráldica: 25$000
Encadernação em veudo: 50$000

Despesas Fixas:
Escrevente do Cartório da Nobreza: 40$000
Despacho à Secretaria do Império: 10$000
Emolumentos do Escrivão da Nobreza e Fidalguia: 50$000
Ditos do Rei de Armas: 50$000
Para Direitos no Tesouro: 20$000
Selo da Carta de Nobreza: 30$000

O total, para uma certificação completa, seria, portanto, de 592$000. Em baixo, sob uma linha à guisa supostamente de soma, aparece a importância de 366$000. A diferença pode se referir a custos relativos à carta, possivelmente às letras douradas e à encadernação em veludo, que somadas custariam 230 mil réis. Na Biblioteca do Heráldica Brasil, por exemplo, encontra-se a Carta de Brasão da Baronesa de Sertório, que possui uma capa aveludada, mas não possui letras douradas para além do nome do Imperador. Baseado nestas informações, parece correto afirmar que Boulanger oferecia cartas de brasão mais ou menos elaboradas para os solicitantes.

Ainda assim, não era nada barato, afinal quem queria um brasão tinha de pagar todos os custos necessários. Fernandes (id.) nos conta, por fim, que dos 986 titulados no Império, apenas 239 tiveram brasões registrados.


Traducción

¿Cuánto costaba un escudo de armas en el Imperio?

Hace unos días, en el Grupo de Facebook, preguntaron por el escudo de armas de un noble del Imperio. Y en la búsqueda de esta respuesta, nos topamos con un dato interesante, que decidimos investigar hoy. Lo cierto es que en el imperio la Heráldica no se concedía como un título de gracia, y no todos los nobles registraban armas para su título, ya que no era barato.

En 1860, registrar un escudo de armas podía costar el equivalente a casi 600 mil réis, o 600 gramos de oro.
Haciendo los cálculos con el valor del precio del oro en estos días, es una suma realmente astronómica. Sin duda, hay numerosos factores que debemos considerar aquí, incluida la inflación, el precio del oro, etc. etc. Pero dejo estos hechos económicos a quien mejor sepa manejarlos. Por ahora trabajaré con los datos recopilados por Anibal de Almeida Fernandes, 4° nieto del Barón de Cajuru, quien nos trae algunas informaciones sobre la economía en su “Estudio comparativo entre cuatro fortunas del Imperio Brasileño en la década de 1860” (2011 ):

El primer dato al que nos fijamos es que “en 1860, 1 conto de réis (1:000$000=1 millón de réis) compraba 1 kg. de oro” y “para ser nombrado Senador del Imperio, el interesado debía acreditar una renta anual de 800$000”. Mantengamos esta ubicación histórica y temporal.

 El número de nobles sin escudo (como el Barón de Croatá) en el Archivo Nobiliarchico Brasileiro supera con creces al de los armígeros.
 
Para no conformarnos con el patrón oro, buscamos otro estudio, que tratase de valores. Un extracto de “Evolución de los precios y niveles de vida en Río de Janeiro, 1820-1930” (1971), de la Revista Brasileira de Economía (FGV), presenta algunos salarios anuales: Un inmigrante que trabajaba en una fábrica de velas ganaba 10.000 réis mensuales ( en 1861), un Maestro Masón libre ganaba 44.120 réis mensuales (en 1863). Un maestro de primeras letras aprobado en concurso, en el mejor de los casos, ganaba poco más de 40 mil réis mensuales (500$ 000 anuales, según la Ley de Escuelas de Primeras Letras, de 1827).

El valor del escudo de armas era más de diez veces mayor,

Pedro Moniz de Aragão, director del Archivo Nacional responsable de la edición del ‘Catálogo de la Exposición de Modelos de Escudos y Cartas de Nobleza y Hidalguía (1965), nos dice:

“Según hoja impresa, adjunta al Armorial Brasiliense de Luís Aleixo Boulanger, fechada el 2 de abril de 1860, los precios cobrados en la época eran los siguientes:”

Aplicación a S.M. El Emperador y pasos al respecto: 30$000

Pergamino (para álbum de cuatro hojas): 32$000

Carta de Nobleza y Fidalguia:
Caracteres dorados: 180$000
Copia de armas a la Secretaría del Imperio: 25$000
Dicho, por el expediente: 25$000
Composición de Nuevas Armas, según los preceptos de la ciencia: 25$000
Heráldica: 25$000
Unión de velo: 50$000

Gastos fijos: 
Escribano del Registro de Nobleza: 40$000
Despacho a la Secretaría del Imperio: 10$000
Nobleza y emolumentos del secretario de la nobleza: 50 $ 000
Dichos del Rey de Armas: 50$000
Por Derechos de Tesorería: 20$000
Carta de Sello de Nobleza: 30$000
El total, para una certificación completa, sería por lo tanto 592$000. En la parte inferior, bajo una línea supuestamente suma, aparece la cantidad de 366$000. La diferencia puede referirse a los costos relacionados con la carta, posiblemente las letras doradas y la encuadernación en terciopelo, que juntas costarían 230 mil réis. En la Biblioteca do Heráldica Brasil, por ejemplo, se puede encontrar la Carta del Escudo de Armas de la Baronesa de Sertório, que tiene una cubierta aterciopelada, pero no tiene letras doradas más que el nombre del Emperador. Con base en esta información, parece correcto decir que Boulanger ofreció cartas de escudo de armas más o menos elaboradas a los solicitantes.

Aún así, no era nada barato, después de todo, cualquiera que quisiera un escudo de armas tenía que pagar todos los costos necesarios. Fernandes (id.) nos dice finalmente que de los 986 titulados en el Imperio, sólo 239 tenían escudos registrados.

Escudo de armas de Manuel Luís Osório, barón, vizconde y marqués de Erval.



ana karina gonzalez huenchuñir



DOM PEDRO por Graça de Deus e Unânime Aclamação dos Povos, Imperador Constitucional e Defensor Perpétuo do Brasil: Faço saber aos que esta Minha Carta de Brasão de Armas de Nobreza e Fidalguia virem, que Atendendo ao que lhe representou Manuel Luís Osorio, Marquês do Erval por Decreto de vinte e nove de Dezembro de mil oitocentos e sessenta e nove, Tenente General, ex-Comandante do primeiro Corpo do Exército em operações na campanha do Paraguai, Grã-Cruz da Imperial Ordem do Cruzeiro, e da de Cristo, Comendador das Ordens de S. Bento de Avis e da Rosa, Condecorado com as Medalhas de ouro da Batalha de Monte Caseros, de Paissandu e a de Mérito, que desejando guardar a memória de seus honrosos Títulos, vinha pedir Me que lhe Concedesse o uso de um Brasão do Armas, cujo modelo Me apresentou, iluminado com cores e metais, e, Anuindo Eu a sua petição, Hei por bem Outorgar-lhe o uso das mencionadas Armas e Mando ao Meu Principal Rei de Armas, segundo o sobredito modelo, ficando lançados no Livro de Registro delas, para serem transmitidas aos seus vindouros, quando o requererem e lhes for por Min novamente concedidas e são, a saber: Em campo de Goles um Leopardo de prata, arremessando-se, tendo na garra dextra uma espada de ouro. Chefe de azul com três estrelas de ouro. Coroa de Marquês; Paquife das cores e metais do escudo. O qual Escudo e Armas poderá trazer tão somente o dito Marquês do Erval, e delas poderá usar, gozar em tudo e por tudo, quer em tempo de paz, quer em tempo de guerra, e bem assim as poderá trazer em seus firmais, anéis, sinetes e divisas; pó-las em suas casas, capelas e mais edifícios, e, finalmente deixa-las sobre sua própria sepultura; pelo que Quero e Sou Servido que haja ele e seus descendentes, todas as honras, privilégios, isenções, liberdades, graças, mercês e franquezas, que devem ter os Fidalgos e Nobres; Nunca podendo os seus sucessores usar deste Brasão, sem que a cada um deles seja novamente por Mim Confirmado. Mando, aos Meus Ministros, Desembargadores, Auditores, Promotores, juízes de Direito do Civil e Crime, e a todas as mais Autoridades Judiciárias do Império e com especialidade aos Meus Reis d’Armas Arautos e Passavantes e a quaisquer outros Oficiais e mais Pessoas, a quem esta Minha Carta for mostrada e o conhecimento dela pertencer, que em tudo lha cumpram e guardem e a façam inteiramente cumprir e guardar, como nela se contém, sem dúvida ou embargo que nela se queira por, visto ser assim Minha Mercê.

O Imperador Constitucional e Defensor Perpétuo do Brasil, o Mandou por aviso do Ministério do Império datado de onze do corrente mês, a Manuel dos Santos Carramena, Seu Principal Rei d’Armas. Luís Aleixo Boulanger, Escrivão dos Brasões e Armas da nobreza e Fidalguia deste Império, a fez escrever nesta muito Leal e Heróica Corte e Cidade de São Sebastião do Rio de Janeiro aos onze dias do mês de Outubro do Ano do Nascimento de Nosso Senhor Jesus Cristo de mil oitocentos e setenta e eu Luis Aleixo Boulanger a fiz escrever e subscrevi.

Manuel dos Santos Carramena
Principal Rei d’Armas.

TRADUCCIÓN 

DOM PEDRO, por Gracia de Dios y Aclamación Unánime de los Pueblos, Emperador Constitucional y Defensor Perpetuo del Brasil: Hago saber a los que vean esta Mi Carta de Escudo de Nobleza y Hidalguia, que en vista de lo dicho por Manuel Luís Osorio, Marqués de Erval, representado ante él por Decreto del veintinueve de diciembre de mil ochocientos sesenta y nueve, Teniente General, ex Comandante del primer Cuerpo de Ejército en operaciones en la campaña del Paraguay, Gran Cruz de la Orden Imperial de la Cruz, y de Cristo, Comendador de las Órdenes de S. Bento de Avis y da Rosa, Condecorado con las Medallas de Oro de la Batalla de Monte Caseros, de Paissandu y del Mérito, quien, queriendo conservar la memoria de sus honrosos Títulos, vino a pedirme que le concediera el uso de un Escudo de Armas, cuyo modelo Me presentó, iluminado con colores y metales, y accediendo Yo a su petición, por la presente le concedo el uso de las referidas Armas y mando a Mi Principal rey de armas, según el modelo antes mencionado, siendo lanzado en la L libro de Registro de ellos, para ser transmitido a los venideros, cuando lo soliciten y Min les sea concedido nuevamente y son, a saber: En el campo de GULES un Leopardo de plata, veloz, teniendo en su mano derecha una espada de oro. Jefe azul con tres estrellas doradas. Corona de marqués; Paquife de los colores y metales del escudo. Que sólo el dicho Marqués de Erval podrá traer Escudo y Armas, y podrá usarlas, gozarlas en todo y para todo, sea en tiempo de paz o en tiempo de guerra, y así lo hará. poder llevarlos en sus firmas, anillos, sellos y galones; pónganlos en sus casas, capillas y otros edificios, y finalmente déjenlos en su propia tumba; por lo que quiero y me sirve que haya en él y en su descendencia todos los honores, privilegios, exenciones, libertades, gracias, favores y franqueza, que deben tener los Fidalgos y Nobles; Sus sucesores nunca podrán usar este Escudo, sin que cada uno de ellos sea nuevamente confirmado por Mí. Envío, a Mis Ministros, Jueces, Auditores, Fiscales, Jueces de Derecho Civil y Criminal, y a todas las demás Autoridades Judiciales del Imperio, y especialmente a Mis Reyes de Armas, Heraldos y Pasajeros, y a cualesquiera otros Oficiales y Pueblo, a quienes se muestra esta Mi Carta y pertenece el conocimiento de ella, que en todo la cumplan y la guarden y la hagan enteramente cumplir y guardar, como contiene, sin ninguna duda o embargo que se quiera poner en ella, ya que es así Mi Misericordia.

El Emperador Constitucional y Defensor Perpetuo del Brasil, lo envió por oficio del Ministerio del Imperio de fecha 11 del corriente mes, a Manuel dos Santos Carramena, Su Principal Rey de Armas. Luís Aleixo Boulanger, Escribano de Escudos y Armas de la nobleza y Hidalguía de este Imperio, la hizo escribir en esta muy Leal y Heroica Corte y Ciudad de San Sebastián do Rio de Janeiro el día once de octubre en el Año del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo 1870 y yo, Luis Aleixo Boulanger, lo mandé redactar y suscribir.

Brasão de armas do fidalgo cavaleiro
Ambrósio Henriques da Silva Pombo.

Fidalgo (pronunciación en portugués: /fiˈðaɫɣu/), del gallego fillo de algo y del portugués filho de algo—equivalente a un noble, pero a veces traducido literalmente como «hijo de alguien» o «hijo de algo (alguna familia importante)»—es un título tradicional de nobleza portuguesa que se refiere a un miembro de la nobleza con o sin título. El fidalgo es en algunos sentidos comparable al gentilhomme francés (la palabra también implica la nobleza por nacimiento o cargo) y al nobile italiano.

Orígenes y etimología.

La palabra tiene las mismas raíces etimológicas e históricas que su cognado en el español, hidalgo. El «algo» en la expresión denota específicamente «riquezas» y por tanto era sinónima originalmente de la expresión rico homem (literalmente, «un hombre rico»).

En contra de lo que pueda suponerse, la palabra portuguesa fidalgo (‘filho de algo’) no significa lo mismo que la castellana hidalgo (‘hijo de algo’). En Castilla, el hidalgo era un grado menor de la nobleza. Por el contrario, en Portugal la fidalguía se mantuvo como un grado superior de la aristocracia lusa, siendo solo superados en nobleza distinta o principal por los fidalgos seleccionados por la Casa Real para disfrutar de los títulos portugueses de consejeros de su majestad fidelísima y los ministros de Estado.
Al menos hasta el reinado de Alfonso III (1248-1279), que completó la reconquista del Algarve, la nobleza no estaba diferenciada como lo estaría posteriormente. Todos los nobles, que eran los grandes latifundistas, eran llamados simplemente con dos sinónimos, fidalgo y ricos homens. Originalmente, rico homem se refería a las funciones administrativas encomendadas a un noble y fidalgo a la condición hereditaria de nobleza (en un lenguaje más antiguo, «la nobleza de sangre»).​ Por debajo de los ricos homens había una categoría descendente de sus vasallos: los infanções, los caballeros (cavaleiros) y los escuderos (escudeiros).

Rico homem y fidalgo alcanzaron sus significados actuales durante el reinado de Juan I (1385-1433). Amplios segmentos de la nobleza no se pusieron del lado de Juan I en la crisis de 1383-1385 y en la posterior guerra con Castilla; perdieron sus tierras después de que el nuevo rey asegurara su reclamo al trono y fueron reemplazados por una nueva nobleza, elevada desde familias anteriormente no nobles y modelada según el sistema inglés. El término fidalgo llegó a aplicarse a una categoría análoga al «gentleman» inglés.

Para principios del siglo XV, el término infanção cayó en desuso y «caballero» pasó a significar todos los que estaban por debajo de los ricos homens. Fidalgo comenzó a ser enfatizado porque, en su sentido de alguien que había heredado la nobleza, diferenciaba a los caballeros más antiguos de la creciente burguesía que seguía accediendo a la caballería a través de los logros al servicio del Estado.

Desarrollo

Entre los fidalgos portugueses, algunos habían sido nombrados directamente por la Casa Real desde Don Alfonso V. Se trataba de sus criados y servidores directos, aunque también los había de otras grandes casas, como la de Braganza, Vila Real, Caminha, etc. El rey establecía grados de distinción y de valor de pago de tenencia, por escrito, costumbre imitada por la borgoñesa Casa Ducal de Braganza para con sus fidalgos antes de subir al trono en 1640.


Hidalgos de la Casa Real y los Ordinarios.

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Más tarde, la costumbre estableció la diferencia entre los fidalgos de servicio efectivo en la Corte, juntos a los reyes, llamados fidalgo com exercício, y todos los otros que apenas recibían los honores y las tenencias, sin poder entrar libremente en el Paço (Palácio Real, pero solo cuando el rey de Portugal estaba allí. Cuando viajaba, cualquier casa donde durmiese el rey era o Paço)

Por orden de importancia, los grados entre los Fidalgos da Casa Real, imitados por las otras grandes casas, eran los de Fidalgo Cavaleiro da Casa Real, Fidalgo Escudeiro da Casa Real, y Moço Fidalgo da Casa Real, entre los de primera clase. 
Los de la segunda categoría eran llamados Cavaleiro Fidalgo da Casa Real, Escudeiro Fidalgo da Casa Real, e Moço da Câmara.

Fuera de la Casa Real, estaban también los Fidalgos de Solar Conhecido, con privilegios jurídicos propios, con derecho al uso exclusivo del escudo de su jefia ou jefias familiares, puesto que eran también considerados legalmente jefes de un linaje noble, y su casa era el solar o la sede de esos linajes; por su parte, los Fidalgos de Cota de Armas, eran la puerta de entrada para la fidalguia por decreto real, y tenían derecho a recibir un escudo de armas para uso personal, pudiéndolo transmitir a toda su descendencia.

En la fidalguia generalmente se entraba por los grados inferiores de la orden a la que ya pertenecían los padres o abuelos del nuevo fidalgo, y se subía gradualmente, aunque a veces se ascendía a un orden superior según los servicios prestados al Rey o a la Corona de Portugal. 
Algunos extranjeros también eran agraciados con alguno de estos fueros de la Casa Real, o de las Casas Ducales, como forma de pago, de prestigio, o de ascendencia en la corte portuguesa, que estaba totalmente jerarquizada y centralizada desde Don Juan II, a mediados del siglo XV.





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