| Obra inspirada en la Mitología Mapuche: “El Cheruve” de Alejandro Sieveking. |
El teatro.
(del griego: θέατρον, théatron o «lugar para contemplar» derivado de θεάομαι, theáomai o «mirar») es la rama de las artes escénicas relacionada con la actuación. Representa historias actuadas frente a los espectadores o frente a una cámara usando una combinación de discurso, gestos, escenografía, música, sonido y espectáculo. También se entiende como «teatro» el género literario que comprende las obras de teatro representadas ante un público o para ser grabadas y reproducidas en el cine, así como a la edificación donde se presentan tradicionalmente dichas obras o grabaciones. En adición a la narrativa común, el estilo de diálogo, el teatro también toma otras formas como la ópera, el ballet, el cine, la ópera china o la pantomima. El Día Mundial del Teatro se celebra desde 1961. Específicamente esta fecha se celebra el 27 de marzo de cada año, definido por el Instituto Internacional del Teatro, razón para mostrar lo que representa el teatro a nivel mundial para la cultura.
El teatro en Chile.
Ya hacia 1600 se registraron en Chile las primeras representaciones dramáticas, a partir de obras escolásticas relacionadas con celebraciones religiosas. De a poco el arte dramático se fue expandiendo a temas profanos, con espectáculos de comedias, sainetes y loas a lo largo del Chile colonial, primero en el marco de celebraciones civiles oficiales y luego, hacia fines del siglo XVIII, como entretenimientos artísticos regulares.
A principios del siglo XX se produjo un explosivo desarrollo del teatro chileno, tanto por la aparición de dramaturgos como de compañías nacionales, que transformaron una escena dominada hasta entonces por autores, actores y directores extranjeros. En las últimas décadas del siglo XIX, la actividad teatral chilena estaba reducida a las presentaciones de grupos extranjeros. Sólo a comienzos del siglo XX, el teatro chileno sufrió un importante cambio. Sin desconocer su larga data en la cultura nacional, fue a partir de la primera década del siglo recién pasado que comenzó a perfilarse con un marcado acento nacional. Armando Moock (1894-1942) fue el autor más representativo de la creación teatral en ese período. Este fenómeno se reflejó en dos ámbitos de la creación nacional. El primero, corresponde a la explosiva aparición de dramaturgos nacionales a partir de 1910. El segundo, al considerable incremento de montajes de compañías teatrales con actores, directores y técnicos chilenos. De esta forma, aproximadamente en 1917, los grupos teatrales chilenos prescindieron de las producciones extranjeras y se profesionalizaron. Se desarrolló el "Teatro Obrero" en las oficinas salitreras, fenómeno impulsado, principalmente, por Luis Emilio Recabarren. La producción teatral en esta época fue de corte realista y costumbrista. La elección de Arturo Alessandri, en 1920, postuló el surgimiento de una nueva sociedad. El nacimiento del teatro chileno compartió el mismo sello. Figuras como Germán Luco Cruchaga, autor de La viuda de Apablaza (1928) y principal exponente del naturalismo criollista, y Antonio Acevedo Hernández, autor de Chañarcillo (1936), considerado el padre del teatro social chileno, son representantes de este fenómeno de avanzada cultural. Las salas de teatro se multiplicaron en todo el país; comenzaron las giras a provincia y las funciones de carácter popular, lo que atraía a las clases sociales que hasta ese momento estaban alejadas de las artes escénicas, se hablaba con giros y modismos populares, escenificaban personajes reconocibles y se referían a temas y problemáticas del país. En este contexto de efervescencia política, social y cultural, se cimentaron las bases de lo que sería una nueva institucionalidad teatral.
En 1935, según el decreto ley Nº 5563, se creó la Dirección Superior del Teatro Nacional que en 1948 pasó a depender de la Universidad de Chile. Hacia fines de la década del '30, con el triunfo del Frente Popular, encabezado por Pedro Aguirre Cerda, nuestro país concentró sus esfuerzos en la educación. Con el lema "gobernar es educar", el Estado intervino impulsando el desarrollo de muchas instituciones. En el ámbito cultural, a través del Ministerio de Educación y la Universidad de Chile, se creó un Conservatorio de Música y una Escuela de Ballet. En este contexto nacieron los teatros universitarios, que se abocaron a renovar el ambiente teatral chileno adecuándolo a nuevas teorías y prácticas escénicas tendientes a profesionalizar el quehacer teatral de la época. En 1941 se fundó el Teatro Experimental de la Universidad de Chile. Dos años después nació el Teatro Ensayo de la Universidad Católica. Ambos teatros universitarios contribuyeron al desarrollo de nuevas temáticas nacionales, que abarcaron dramas sociales, teatro psicológico, comedia criollista y el rescate de lo folclórico, cuyas repercusiones se plasmaron, fuertemente, en los dramaturgos de la Generación Literaria de 1950 y que se consolidaron en el desarrollo de la dramaturgia nacional en la segunda mitad del siglo XX.
Los más representativos exponentes de la dramaturgia chilena se han reconocido en Armando Moock, Antonio Acevedo Hernández y Germán Luco Cruchaga, durante las primeras décadas del siglo XX, y luego en referentes como Isidora Aguirre, Alejandro Sieveking, Egon Wolff, Juan Radrigán, Ramón Griffero y las compañías Teatro Ictus y Teatro Aparte, entre muchos otros. En la dirección sobresalen las figuras históricas de Pedro de la Barra, Víctor Jara y Andrés Pérez, mientras que en la actuación teatral destacan actrices como Bélgica Castro, María Cánepa, Carmen Bunster, Marés González, Ana González, Silvia Piñeiro, y actores como Pedro Sienna, Tomás Vidiella, Héctor Noguera y Alfredo Castro. |
una compañia de teatro aficionado con sede en la comuna de Quinta normal, ciudad de Santiago
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