1.-Bellezas

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Uniformes escolares.

martes, 20 de abril de 2021

XII.-La vivencia. a



Definición. 

Una vivencia es aquella experiencia que una persona vive en su vida y que de alguna manera entra a formar parte de su carácter, ya que lo que sienta y aprenda en la misma le aportará sabiduría y asimismo le servirá de guía a futuro cuando deba enfrentar una situación símil. 

vivencia. (RAE) De vivir 1, formada por el filósofo José Ortega y Gasset para traducir el al. Erlebnis.

Erlebnis.

Término alemán que designa lo vivido o la experiencia vivida. En contraposición a los animales y la plantas, que tienen vida (Leben), sólo el hombre tiene conciencia de sus experiencias vitales. Para Dilthey, que usa esta noción como instrumento esencial para la comprensión histórica, la Erlebnis es directamente revelada a la experiencia interna, y manifiesta una unidad estructural de actitud y contenido. También es utilizada en la tradición fenomenológica por autores como Husserl (que la considera como un hecho de conciencia y uno de los contenidos del cogito), Scheler, Moritz Geiger y otros. En general, esta noción va ligada no sólo al ámbito de la experiencia vital, sino también al ámbito de los valores, especialmente de los valores estéticos, y se opone a la noción de conocimiento marcado por la dualidad entre sujeto y objeto. Ortega y Gasset lo tradujo como vivencia.



Exlibris heráldico con el escudo de armas de Cánovas del Castillo: Partido, 1º de azur, con faja y bordura de oro y tres estrellas de ocho puntas sobre la faja; 2º, de oro, con bordura de gules con ocho bezantes de oro, torre mazonada y aclarada; collar de la Orden del Toisón de Oro; al timbre yelmo con penacho de plumas, al pié la inscripción "Biblioteca de Don A. Cánovas del Castillo"
Político, historiador y periodista español. Nace en Málaga el 8 de febrero de 1828 y muere el 8 de agosto de 1897, Mondragón (Guipuzcoa). Licenciado en Derecho, comenzó dedicándose a la literatura y el periodismo y sobre todo a la historia. Más tarde se abrió camino en ámbito de la política. Ocupó importantes cargos políticos con la Unión Liberal y el Partido Conservador durante el reinado de Isabel II y en la época de la Restauración monárquica de Alfonso XII, tras la Revolución de 1868, siendo el artífice del sistema político bipartidista, basado en la alternancia de poder entre conservadores y liberales. Además de su faceta política destacó como historiador, periodista y presidió diversas entidades culturales, como El Ateneo de Madrid y la Sociedad de Bibliófilos Madrileños. Fue miembro de la Real Academia de la Lengua, la la de Ciencias Morales y Políticas y la de Bellas Artes de San Fernando y presidió la Real Academia de la Historia. Fue un gran bibliófilo, reunió una importante biblioteca de unos 35.000 volúmenes que se dispersó a su muerte.



Más allá de la ley (Serie de TV)


Título original: Outlaws.   Año: 1986


La historia comienza en Houston, Texas, en 1899, cuando el sheriff Jonathan Grail intentó reunir a los malvados cuatro hombres Pike Gang, de los que alguna vez había sido miembro. Después de acorralar a la pandilla en un tormentoso cementerio de nativos americanos, un rayo cayó sobre los cinco hombres, transportándoles 87 años hacia adelante, hasta 1986. Sin forma de volver a su época original, los cinco hombres acordaron una tregua y iniciaron una agencia de detectives/investigación privada para pagar sus cuentas.

Los cinco hombres, que ahora trabajan como la "Agencia de detective  Double Eagle", ayudaron a corregir errores, protegieron a los oprimidos y lucharon contra los narcotraficantes y los líderes de las pandillas, todo mientras seguían operando con armamento del siglo XIX, incluidos revólveres y escopetas. Varios de los episodios abordaron problemas que enfrentaron los hombres en la década de 1880 y que tuvieron que resolverse en la década de 1980. Nadie conocía sus verdaderas identidades y la mayoría de la gente asumía que su ropa y armas antiguas eran una afectación. Durante su primer caso conocieron a la teniente Maggie Randall, una detective de Houston, quien se involucró sentimentalmente con Grail y, a menudo, los ayudaba en sus casos.

La serie presentó drama criminal y tiroteos, aunque los héroes nunca mataron a nadie, gracias a su puntería superior. El programa también contó con momentos de humor. El humor derivó principalmente de la falta de familiaridad de los forajidos con la tecnología del siglo XX, así como del contraste entre sus costumbres del siglo XIX y las del siglo XX. La mayoría de los episodios presentaban flashbacks, realizados en tono sepia.

Aunque el episodio piloto fue uno de los programas más vistos esa semana, los episodios futuros atrajeron cada vez a menos fanáticos. El episodio final de la serie, de hecho, presentó una escena de "flashback" de otro programa de televisión, The Oregon Trail, en el que actuaron los actores de Outlaws, Rod Taylor y Charles Napier.

1–2 "Outlaws (pilot episode)"

El sheriff Jonathan Grail acorrala al villano Pike Gang en un cementerio de nativos americanos; Mientras los cinco hombres se preparaban para un enfrentamiento, un rayo cayó sobre el cementerio (y sobre los cinco hombres) y los lanzó 100 años hacia el futuro. Varios de los Outlaws entran en conflicto con un narcotraficante, y depende del resto de los Outlaws, trabajando juntos en una era desconocida, detener al narcotraficante. Shannen Doherty , en uno de los primeros papeles, aparece en este episodio, junto con Avery Schreiber , Wendy Girard y Lewis Van Bergen .

3 "Tintype"

Mientras trabaja en seguridad para un cliente adinerado, Harland Pike descubre que la esposa del cliente es un reflejo de su amor perdido hace mucho tiempo del siglo XIX. Cuando la mujer muestra signos de abuso físico, los Outlaws la rescatan a ella y a su hijo, sólo para descubrir que su marido tiene una vena malvada y quiere desquitarse con los Outlaws. Está protagonizada por Richard Roundtree , Jack Hogan y Leigh Taylor-Young .

4 "Primer"

Mientras intenta detener un negocio de protección que se aprovecha de los comerciantes, Billy Pike se une a una clase de educación para adultos (nunca aprendió a leer en el siglo XIX), donde se encuentra cara a cara con el líder del negocio de protección, cuyos seguidores también están aterrorizando a los comerciantes. la clase de educación de adultos. También está protagonizada por Mary-Margaret Humes , Julius Harris y James Hong .

5 "Orleáns"

Al quedarse sin dinero, Ice McAdams ( Richard Roundtree ) lleva a los Outlaws a un tesoro de monedas de oro enterradas que una vez le robó a su supervisor de esclavos; lo lleva a participar en un duelo con el bisnieto de su amo. También está protagonizada por Denny Miller , Sandy McPeak y Lynne Moody .

6 "Hymn"

Los Outlaws viajan a la ciudad de Nueva York para proteger a una televangelista ( Samantha Eggar ) de un acosador asesino. Durante el episodio, Wolfson Lucas y el televangelista luchan por la visión de cada uno sobre la fe y la adoración. También está protagonizada por Gregory Itzin , Grand L. Bush y Anthony James .

7 "Madrid"

Jonathan Grail y los Outlaws son contratados para vigilar la ciudad fantasma de Madrid, que ha sido comprada por un hombre para construir un nuevo centro comercial. Sin que los Outlaws lo sepan, la esposa del propietario está conspirando para robar la ciudad para sus propios usos, y para complicar las cosas está el residente vivo más antiguo de la ciudad, que recuerda el día en que Jonathan Grail (en el siglo XIX, y como villano) mató a tiros a su padre. . También está protagonizada por Lew Ayres , Ben Piazza , Jeff MacKay , Gertrude Flynn y Claudia Christian .

8 "Potboiler"

Un historiador occidental ha descubierto que los miembros de la Agencia de Detección Double Eagle se parecen notablemente a su fotografía de archivo de Pike Gang de 1885. Mientras tanto, los Outlaws tienen que detener a un señor del crimen y mantener a raya al curioso historiador. También está protagonizada por Irwin Keyes , Gary Armagnac, Aubrey Morris y Marshall Teague .

9 "Pursued"

Los Outlaws deben encontrar a la hija separada de un líder de la mafia moribundo, sólo para descubrir que no sólo la hija no quiere ver a su padre, sino que hay varios miembros de la mafia que quieren encontrar a su padre, incluso si eso significa secuestrarlo. la hija. También está protagonizada por Hoke Howell, Lee de Broux , Robin Dearden, Lar Park Lincoln y Michael Preston .

10 "Independents"

Los Outlaws trabajan como taxistas para proteger una flota de taxis independiente de la feroz competencia. También está protagonizada por Judith Chapman , Tammy Lauren y Robert O'Reilly .

11 "Hardcase"

Después de que los Outlaws acogen a un joven con problemas que huye de un señor del crimen asesino, Billy Pike se da cuenta de que la actitud rebelde del adolescente fue la misma actitud que llevó a Pike a una vida de crimen, y que ahora debe ser desviado hacia un camino del bien. También está protagonizada por Lee Paul , Richard Coca, Gerard Prendergast y Sandy Ward .

12 "Jackpot"

Después de completar otro trabajo exitoso, los Outlaws son recompensados ​​con un viaje a Las Vegas, donde deben proteger a un contador que tiene información valiosa que podría encerrar a una familia de la mafia para siempre. También está protagonizada por Anthony Eisley , Ethan Phillips y Jan Gan Boyd .

13 "Birthday"

Después de que los Outlaws se toman un tiempo para preparar una fiesta de cumpleaños para la detective Maggie Randall, el rancho de la Agencia de Detección Double Eagle es sitiado por francotiradores. Durante el episodio, pensando que podrían ser sus últimos momentos juntos, Grail cuenta una historia sobre cómo él y Wolfson Lucas se conocieron, presentando imágenes de una serie de televisión, The Oregon Trail, en la que ambos actores protagonizaron.

Personajes.

Sheriff Jonathan Grail, ex miembro de Pike Gang y ahora líder de la Agencia de Detección Double Eagle.

Harland Pike, quien se hizo cargo de la pandilla cuando Grail dejó a William Lucking

Billy Pike, Jr., el hermano menor de Harland Pike, Patrick Houser

Wolfson Lucas, un explorador nativo americano mestizo nacido de nuevo Charles Napier

Isaiah "Ice" McAdams, un esclavo fugitivo de Nueva Orleans que viajaba con Pike Gang.

Deputy Maggie Randall, que ayudó a la Agencia de Detección Double Eagle en varios de sus casos.



El irlandés (en inglés, The Irishman) es una película épica de gánsteres estadounidense de 2019, producida y dirigida por Martin Scorsese y escrita por Steven Zaillian, basada en el libro biográfico I Heard You Paint Houses, de Charles Brandt. 
La película está protagonizada por Robert De Niro, Al Pacino y Joe Pesci, con Ray Romano, Bobby Cannavale, Anna Paquin, Stephen Graham, Stephanie Kurtzuba, Jesse Plemons y Harvey Keitel en papeles secundarios. 
La cinta narra la historia de Frank Sheeran (De Niro), un camionero que se vuelve asesino a sueldo para el mafioso Russell Bufalino (Pesci) y su familia criminal, incluyendo sus trabajos para el poderoso teamster Jimmy Hoffa (Pacino).


Argumento.

En un hogar de ancianos en su silla de ruedas, Frank Sheeran, un veterano de guerra, narra su vida como asesino a sueldo para una organización de delincuencia organizada.

En los años 1950 en Filadelfia, el camionero Sheeran comienza a vender parte del contenido de su cargamento de carne congelada a Felix «Skinny Razor» DiTullio, un gánster local. Después de que la compañía que lo emplea lo acusa de robo de la carne que vende, el abogado del sindicato Bill Bufalino lo defiende en el juicio después de que Sheeran se niega a darle al juez los nombres de sus clientes. Bill le presenta a Sheeran a su primo Russell Bufalino, el jefe de la familia criminal de Northeastern Pennsylvania. Sheeran comienza realizar trabajos para Russell y miembros de los bajos fondos del sur de Filadelfia, incluyendo «pintar casas», un eufemismo para referirse a cometer asesinatos de enemigos.
 Poco después, a través de Russell, Sheeran conoce a Jimmy Hoffa, el líder de la Hermandad internacional de camioneros en Chicago, quien tiene lazos económicos con la familia criminal Bufalino y está teniendo dificultades para tratar el ascenso del también teamster Anthony «Tony Pro» Provenzano, como también la presión por parte del gobierno federal. Hoffa entra en confianza con Sheeran y su familia, en especial con su hija Peggy, y Sheeran se transforma en su principal guardaespaldas.


Después de la elección presidencial de John F. Kennedy en 1960, Russell está entusiasmado mientras que Hoffa furioso. El hermano de Kennedy, Robert F. Kennedy, quien fue nombrado fiscal general, forma un equipo con el objetivo de tratar de detener a Hoffa, que está muy molesto con los Kennedy, porque no liberan a Cuba del gobierno de Fidel Castro donde quiere hacer negocios con la mafia, más tarde es arrestado y procesado en 1964 por intento de influenciar indebidamente al jurado.
 Con Hoffa en prisión, su reemplazo a cargo de los teamsters, Frank Fitzsimmons, comienza a despilfarrar el dinero del grupo en fondos de pensión y préstamos sin interés a la mafia. La relación de Hoffa con Provenzano, arrestado por extorsión, se deteriora a un nivel irreparable. Finalmente Hoffa es liberado a través de un indulto presidencial de Richard Nixon en 1971, aunque se le prohíbe participar de cualquier actividad de los teamsters hasta 1980.
A pesar de las condiciones de su libertad, Hoffa desarrolla un plan para retomar el poder de los sindicatos de camiones. La creciente falta de respeto por parte de Hoffa hacia otros líderes teamsters y otros intereses de la mafia comienzan a preocupar a Russell. Durante una ceremonia en honor a Sheeran en octubre de 1973, Russell le pide a Sheeran que hable con Hoffa y le advierta que los líderes de las familias criminales no están conformes con su comportamiento. Hoffa le comenta a Sheeran que «sabe cosas» que Russell y otros jefes desconocen que sabe, y afirma que es intocable porque si algo le llegase a suceder, terminarían todos en prisión.

En 1975, de camino a la boda de la hija de Bill, Russell le dice a Sheeran que la situación con Hoffa ha llegado a un límite, y que se ha acordado su muerte. Russell le comunica a Sheeran que ha sido elegido como la persona para hacerlo, debido a que, de otro modo, este podría tratar de advertirle o salvarlo. Ambos conducen hasta el aeropuerto, donde Sheeran toma un vuelo a Detroit. Sheeran le dice a Hoffa que llegará a la ciudad en la mañana, pero llega después del mediodía. Hoffa, que había organizado una reunión en una cafetería con Provenzano y Anthony Giacalone, se sorprende al ver a Sheeran llegar en un automóvil junto a su desprevenido hijo adoptivo Chuckie O'Brien y Sal Briguglio, otro gánster.
Le avisan a Hoffa que la reunión será en una casa donde Provenzano y Russell están esperando por ellos; Sheeran le asegura a Hoffa que todo está bien y este entra al automóvil. Cuando entra a la casa, Hoffa descubre que no hay nadie y cree que le han tendido una trampa. Se da vuelta para abandonar la casa y en ese momento Sheeran le dispara dos veces a quemarropa, dejando el arma y el cuerpo en la entrada. Después de que Sheeran se va, dos gánsteres transportan el cuerpo de Hoffa a un crematorio para eliminar cualquier rastro.
Más tarde, Sheeran, Russell, Provenzano y otros son procesados por varios delitos, ninguno de ellos relacionado con la muerte de Hoffa, y, uno tras otro, terminan muriendo en prisión. Sheeran es liberado y puesto en un hogar para ancianos. Trata de hacer las paces con sus hijas, pero Peggy evita cualquier contacto con él. Sheeran comienza a ver a un sacerdote católico que trabaja en el hogar. 
El sacerdote le da la absolución en su habitación. En Navidad, mientras el sacerdote abandona la habitación, Sheeran le pide que deje la puerta entreabierta, imitando la costumbre de Hoffa.



El cine actual.
El recuerdo de asesinatos pasados ​​en “El irlandés”

Paciente, serena y fría hasta el punto de la frialdad, la última película de Martin Scorsese, que especula sobre el destino de Jimmy Hoffa (Al Pacino), ralentiza el paso del tiempo.

Por Anthony Lane
25 de octubre de 2019

Robert De Niro, Joe Pesci y Al Pacino protagonizan la película de Martin Scorsese, en la que un asesino a sueldo de avanzada edad repasa su carrera. Ilustración de Kristian Hammerstad.


Cuando seas viejo, canoso y estés dormido, ¿de qué hablarás?
¿De tus nietos?
¿De los lejanos olores y sabores de tu propia infancia? 
¿De tu primer amor? 
¿O de aquella vez en la que entraste en la Casa de las Almejas de Umberto y le disparaste a Crazy Joe, pero no le diste el golpe correcto, así que salió corriendo, más bien a trompicones, y tú lo perseguiste y lo remataste en la acera, ya sabes, pop pop, cerramos el trato? 
El triste destino de Joe es uno de los muchos eventos que nos recuerda Frank Sheeran (Robert De Niro), en “El irlandés”, mientras está sentado en un asilo de ancianos y evoca el recuerdo de asesinatos pasados.

El director de la película es Martin Scorsese , que regresa a la rica tierra que ha cultivado y sembrado antes, en “Malas calles” (1973), “Uno de los nuestros” (1990), “Casino” (1995), “Infiltrados” (2006), y el episodio de apertura de “Boardwalk Empire”, en 2010. La nueva película es una adaptación de Steven Zaillian de un libro de Charles Brandt, en parte basado en conversaciones con el verdadero Frank Sheeran, que murió en 2003, y titulado “Oí que pintabas casas”.
Vemos la frase en pantalla, escrita en letras mayúsculas. Aparentemente, es lo que le dices a un asesino a sueldo cuando haces preguntas educadas sobre su disponibilidad, un consejo útil, aunque no si estás realmente preocupado por redecorar tu casa.

Al Pacino como Jimmy Hoffa

La historia se cuenta en flashback, ya sea en off o a la cámara, con Frank mirándonos directamente —y de manera desconcertante—, como si lo estuvieran entrevistando para un documental. Nos deslizamos de un lado a otro, a través de las décadas, rastreando el ascenso, el declive y la caída de Frank. Lo vemos como un joven sano, que reparte trozos de carne, y luego como un solucionador de problemas para los Bufalino, que no son, como sugiere el nombre, los monarcas reinantes del comercio de la mozzarella, sino un conocido clan criminal de Filadelfia. 
Frank, acusado de robo, es defendido por Bill Bufalino (Ray Romano) y se hace amigo del primo de Bill, Russell (Joe Pesci), que se convierte en su alma gemela para toda la vida. Frank pronto pasa de solucionar problemas a golpear, y Scorsese, como suele suceder, evita la grandiosidad en favor de los detalles pesimistas: una pistola entregada en una bolsa de papel marrón, sin más alboroto que un sándwich.
En el siguiente paso, Frank se presenta ante Jimmy Hoffa (Al Pacino), cuyo control de los Teamsters es absoluto y que necesita un guardaespaldas. Es instructivo comparar al Hoffa de Pacino con el de Jack Nicholson, en la infravalorada “Hoffa” (1992). Pacino es más delgado y más ruidoso, con una mirada cautelosa en esos ojos fantasmales; Nicholson es más un bulldog: firme, desperdicia menos palabras y, por lo tanto, en mi opinión, proporciona una mordida más tenaz. Además, Pacino no logra deshacerse del tic que ha invadido la segunda mitad de su carrera.
 Sea cual sea el papel, extiende una palabra de una sílaba en dos, o incluso tres, y declama cada sílaba en un tono diferente. Así que, como Hoffa, no dice “fraud”, sino “frahr-aud”. Llamémosle síndrome de la vocal irritable y dejémoslo así.

Gran parte de “El irlandés”, en sus últimas etapas, está consumida por la Hoffalogía, tal vez demasiado, con el peso añadido de la especulación. Hoffa desapareció el 30 de julio de 1975 y no dejó rastro; los rumores han bullido desde entonces, y la película, respaldando las afirmaciones hechas por Brandt, en su libro, etiqueta a Frank como el asesino de Hoffa. Independientemente de si aceptas o no la tesis, la claridad con la que Scorsese traza los acontecimientos de ese día es tan tranquila y despiadada que de alguna manera te rindes a ellos no como un vuelo de la imaginación sino como la reconstrucción de una verdad establecida.
 Tal es el método de la película: paciente, serena y fría hasta el punto de la frialdad. Dura poco menos de tres horas y media, aunque, para ser honestos, rara vez dura. En cambio, mantiene un ritmo sombrío, como un doliente en un cortejo fúnebre. Cada vez que un automóvil de ciudad —el transporte preferido del delincuente— pasa ante la cámara, parece un coche fúnebre en espera.
En cuanto a Frank, cuando no está blandiendo un arma, le gusta mantenerse al margen, reservándose su opinión. Es un placer ver a De Niro en su estado más alerta, después de demasiadas películas que han diluido su fuerza de concentración, aunque podría haber prescindido del tinte en sus ojos. Ha desaparecido el marrón italiano oscuro de los iris naturales de De Niro. Nuevos ojos azules está aquí. A falta de vestir a Frank de verde trébol, es difícil pensar en un medio menos sutil de señalización étnica.
 La película hace un esfuerzo descarado por explicar la rareza, haciendo que Russell le pregunte a Frank:
  "¿Cómo llegó un irlandés como tú a hablar italiano?" 
A lo que Frank responde que, en el ejército, se abrió camino a través de Italia, aprendiendo la jerga por el camino. Sí, igual que todos esos miles de soldados que volvieron de la guerra contra los nazis luciendo altos y rubios y hablando en alemán con fluidez.
Por supuesto, no es la primera vez que De Niro se aparta de su identidad cultural en aras de una película de gángsters larga y cronológicamente compleja. En “Once Upon a Time in America” (1984) de Sergio Leone, era Noodles, quien lideraba a una pandilla de amigos judíos a través de una vida de problemas y fechorías. Me encanta esa película, a pesar de sus defectos, y me tienen que sacar del suelo después de cada visionado; no se puede culpar a Scorsese por no intentar igualar la calidez del abrazo emocional de Leone. “The Irishman” tiene horizontes más amplios en mente.
Por un lado, sigue mirando hacia afuera, al mundo que está más allá de las calles de Filadelfia. “¿Te gustaría ser parte de esta historia?”, le dice Hoffa a Frank, como si supiera que todos están en una película, y hay un toque de Zelig en el peculiar talento de Frank para estar presente cuando se avecina una crisis. Conduce un camión lleno de armas hacia los hombres que se dirigen a Bahía de Cochinos, y su contacto en la entrega, en Jacksonville, es “un tipo con orejas grandes, llamado Hunt”: 
E. Howard Hunt, a quien Frank reconoce más tarde en la televisión, durante las audiencias de Watergate. Luego, tenemos a los Kennedy. La película alienta pensamientos oscuros sobre el crimen organizado y sus vínculos con el homicidio político, y Frank está presente cuando Hoffa ordena que la bandera de las barras y estrellas, que ondea a media asta después de la muerte de John F. Kennedy, sea izada de nuevo en el asta de la bandera en el techo de la sede de los Teamsters.
Sin embargo, como conspirador, Scorsese es mucho menos expresivo que, por ejemplo, Oliver Stone , y los momentos más tranquilos y privados de “El irlandés” ofrecen una sensación de alivio. Hoffa y Frank son compañeros tan buenos que comparten una habitación de hotel y, mientras el jefe sindical más poderoso del país está allí en pijama, cepillándose los dientes, los dos hombres parecen menos proveedores de amenazas y más como un agradable matrimonio de ancianos. No se lo digan a los Bufalino, pero en el fondo de esta película se esconde una comedia de situación. 
Hay comedia aquí, pero surge de los ritmos rítmicos de la charla de la mafia, virando hacia Damon Runyon: “Le dijeron al viejo que me dijera que te lo dijera, eso es lo que es”. Más de una vez, Frank es advertido con las palabras “No, eso no”. Traducción: “No lo elimines todavía”.

Robert De Niro como Frank Sheeran

De vez en cuando, en Malas calles, los nombres de los personajes aparecen en la pantalla: Johnny Boy, Charlie, etc. Lo mismo ocurre en la nueva película, pero con un escalofrío adicional: la acción se congela con cada nombre, y va acompañada de la fecha y la forma de la futura muerte del personaje. (“Phil Testa, volado por los aires por una bomba de clavos bajo su porche. 15 de marzo de 1981”).
 Scorsese, como muchos de sus colegas maestros, desde Welles hasta Almodóvar, se ha interesado cada vez más por el paso del tiempo; en cómo se puede ralentizar ese paso, o en cómo un simple corte puede salvar el abismo de los años. (En un principio, Leone quería que Noodles fuera interpretado por Richard Dreyfuss, con James Cagney como su yo más viejo.) 

SALVATORE 'SALLY BUGS' BRIGUGLIO, representado por 
 Louis Cancelmi

En el transcurso de El irlandés, esta búsqueda se ve facilitada por la tecnología, con actores rejuvenecidos y envejecidos digitalmente. Estos trucos son a la vez deslumbrantes y espeluznantes y, al enfatizar el cambio facial, tienden a descuidar otras formas, no menos reveladoras, en las que nos transformamos gradualmente.
 Cuando Frank, supuestamente todavía ágil y joven, trepa por las rocas hasta la orilla, donde puede arrojar armas de fuego usadas, sus movimientos delatan la rigidez indecisa e inconfundible de un hombre mayor. Reinicie sus rasgos todo lo que quiera; el cuerpo no miente.
Si tuviera que definir “El irlandés”, diría que es básicamente “Fresas salvajes” con pistolas. Al igual que la película de Bergman , de 1957, esta se estructura en torno a un viaje por carretera. Para ser exactos, Russell lleva a Frank en coche desde Kingston, Pensilvania, hasta Detroit. Ambos son mayores y, cuando se detienen cerca de una parada de camiones, con un cartel de Texaco al lado, se dan cuenta de que se conocieron allí, décadas antes, cuando Russell ayudó a Frank a poner en marcha su motor. Con eso, nos vemos arrastrados de nuevo al pasado.

Joe Pesci como Russell Bufalino

Pero hay algo más en el viaje a Detroit. La esposa de Frank, Irene (Stephanie Kurtzuba), y la esposa de Russell, Carrie (Kathrine Narducci), a quien se describe como “la realeza de la mafia”, se unen al viaje. Su función dramática es poco más que quejarse de que se les prohíba fumar en el camino y, cuando salen a fumar un cigarrillo y a charlar, no escuchamos más que fragmentos de lo que dicen. Más flagrante aún es el tratamiento que la película da a la primera esposa de Frank, Mary (Jennifer Mudge), a quien apenas vemos antes de que la abandone por Irene.
 
Es casi como si la hubieran presentado para borrarla, y nos recuerda la grave falta de mujeres en el corazón de la obra de Scorsese, y cuán raramente (con las fulminantes excepciones de Ellen Burstyn, en “Alice Doesn't Live Here Anymore” (1974), y Sharon Stone, en “Casino”) se les concede la libertad de ocupar el centro del escenario. 
La mayoría de las veces, se reducen a regañadientes. 
¿No se ve comprometido el lugar de Scorsese en el panteón por esta carencia?
¿Pueden imaginarse a Bergman, Ophüls, Cukor o Mizoguchi aceptando semejante restricción?


Para ser justos, tenemos a Peggy, la hija de Frank, la ahijada de Russell y, por así decirlo, la conciencia de “El irlandés”. Maravillosamente interpretada por Lucy Gallina cuando era niña y por Anna Paquin cuando era adulta, dirige su mirada feroz y acusadora hacia la tribu masculina que la rodea y, después de la desaparición de Hoffa, se niega a hablar con Frank.
 El problema es, una vez más, de género: Peggy va y viene como un fantasma, sin apenas expresar sus pensamientos, sin una sola escena que pueda llamarse propia. Está claramente consciente de que su padre es un bruto y culpable como el infierno, pero la película nos deja preguntándonos: ¿lo considera también, a pesar de todas sus proezas, un perdedor? Si es así, no se equivoca. 
En la vida real, Frank Sheeran era un matón y un fanfarrón, y es probable que sus confesiones, tal como se las relató a Brandt, estuvieran infladas con aire caliente. En 2005, cuando la policía examinó la casa donde Sheeran se jactó de haber disparado a Jimmy Hoffa, encontraron manchas de sangre, pero no la de Hoffa. Buen intento, Frank.

Stephen Graham como Anthony «Tony Pro» Provenzano

A sus setenta y seis años y después de más de cincuenta años en el negocio, Scorsese sigue siendo, en cierta medida, el niño hiperinteligente, acunado en las butacas del cine y perdido en el asombro ante las vidas —mucho más duras y desagradables que la suya, y tan emocionantemente incultas— que se muestran en la pantalla. Si “El irlandés” resulta más triste y lenta que cualquier otra película que haya hecho antes, puede ser porque, por fin, está tratando de lidiar con esa reverencia. 
De ahí las melancólicas secuencias, al final de la historia, con un Russell decrépito confinado a una silla de ruedas, en prisión. Sin embargo, incluso aquí, en medio del patetismo crujiente, el director no puede obligarse a poner en duda las credenciales de sus héroes; la implicación clara sigue siendo “cómo han caído los poderosos”, mientras que alguien como Peggy cuestionaría cuán poderosos eran para empezar. Eso es lo que pasa con los tipos listos.
 No se vuelven más sabios. Viven y mueren, como el resto de nosotros, sólo que un poco antes de su tiempo. 


La escena del crimen en Umberto's Clam House en Little Italy, donde "Crazy Joe" Gallo fue asesinado a tiros el 7 de abril de 1972. Frank Sheeran afirmó más tarde que él había cometido el asesinato.


Las mentiras del irlandés
Netflix y Martin Scorsese apuestan por las confesiones de un “sicario” de la mafia, que se lo ha inventado todo.

Por Bill Tonelli
07 de agosto de 2019

Suponiendo que usted estuviera vivo en abril de 1972 y fuera lo suficientemente mayor como para cruzar la calle solo, podría tomar crédito por el espectacular asesinato del mafioso Crazy Joe Gallo (asesinado a tiros durante su propia fiesta de cumpleaños en Umberto's Clam House en Little Italy) y nadie podría demostrar que usted no lo hizo.
Por supuesto, cualquiera que sepa algo sobre el crimen organizado en la ciudad de Nueva York puede decir quién está detrás de esto: el asesinato fue una venganza por un tiroteo igualmente descarado, a plena luz del día, en el centro de Manhattan, contra el jefe de la mafia Joseph A. Colombo Sr. un año antes, un ataque que Gallo supuestamente ordenó (aunque nadie puede decirlo con absoluta certeza, ya que el tirador fue asesinado a tiros en el lugar). Pero nadie ha sido arrestado ni acusado por el asesinato de Crazy Joe, por lo que técnicamente sigue sin resolverse.
Lo mismo puede decirse de la desaparición, en julio de 1975, de Jimmy Hoffa, una leyenda del sindicato de camioneros. Se había ganado algunos enemigos letales en la mafia. Tras cumplir una condena en prisión, persistió en sus intentos de recuperar el control del sindicato, incluso después de que le advirtieran, una y otra vez, que se retirara.
La última vez que alguien lo vio, estaba de pie frente a un restaurante en los suburbios de Detroit, esperando que lo llevaran a lo que él creía que sería una reunión de paz. El FBI y los periodistas de investigación han dedicado décadas de esfuerzo a resolver el misterio, pero todo lo que tenemos son conjeturas y teorías. Así que si ahora quiere dar un paso al frente y decir que lo mató, sea mi invitado.

Umberto's Clam House Original Location on Mulberry Street (1979)

Eso es lo que pasa con estos asesinatos entre bandas: cuando se hacen correctamente, no se supone que se sepa quién los ha cometido. Se planean y se llevan a cabo para sorprender a la víctima y confundir a las autoridades. Los testigos oculares, si los hay, se muestran reacios a hablar. Y nadie confiesa nunca, a menos que sea para conseguir un trato fácil por parte de las fuerzas del orden a cambio de delatar a otros mafiosos más importantes. 
Esos casos a menudo se convierten en la confesión pública definitiva: el libro con todos los detalles sangrientos y mi vida criminal. Seguido de la versión cinematográfica (si eres un delincuente con mucha suerte) que fija tu lugar para siempre en el salón de la fama de los gánsteres.
Sólo si hubieras estado prestando atención a las hazañas de la mafia del sur de Filadelfia en sus días de gloria (la segunda mitad del siglo XX ) podrías haber notado la existencia de Sheeran. Incluso allí era un suplente, un funcionario del sindicato local de camioneros, lo que significa que era completamente corrupto, que andaba con mafiosos, especialmente con Russell Bufalino, un jefe de la zona atrasada de Scranton, Pensilvania. Sheeran era irlandés, lo que limitaba cualquier ambición profesional que pudiera haber tenido en la Cosa Nostra, por lo que parecía ser simplemente un gorila de 1,93 metros y 113 kilos con un sueño. Murió en la oscuridad, en un asilo de ancianos, en 2003.

Seis meses después, una pequeña editorial de Hanover, New Hampshire, publicó una novela impactante titulada I Heard You Paint Houses (Oí que pintabas casas), escrita por Charles Brandt, un abogado especializado en negligencia médica que había ayudado a Sheeran a conseguir la libertad condicional anticipada, debido a problemas de salud, a los 71 años.
 Poco después, escribió Brandt, Sheeran, acercándose al final de su vida, empezó a confesar secretos increíbles que había guardado durante décadas, revelando que, lejos de ser un actor secundario, en realidad era la figura invisible detrás de algunos de los mayores asesinatos de la mafia de todos los tiempos.

Frank Sheeran dijo que mató a Jimmy Hoffa.

Dijo que también mató a Joey Gallo.

Y dijo que hizo otras cosas realmente malas, casi igual de increíbles.

Lo más sorprendente es que Sheeran hizo todo eso sin que ninguna agencia de seguridad pública lo detuviera, acusara o sospechara de esos delitos, a pesar de que presumiblemente los funcionarios lo vigilaron durante la mayor parte de su vida adulta. Llamarlo el Forrest Gump del crimen organizado no le hace justicia. En toda la historia de la mafia en Estados Unidos o en cualquier otro lugar, en realidad, nadie se le acerca.
Ahora, sin embargo, Frank Sheeran finalmente recibirá el reconocimiento que se merece.

Cuando se estrene en el Festival de Cine de Nueva York en septiembre antes de su estreno en otoño, The Irishman (como se ha retitulado la historia) entrará inmediatamente en el Valhalla del cine de la mafia: Martin Scorsese como director, Robert De Niro como Sheeran, Al Pacino como Hoffa y Joe Pesci como Bufalino, todos juntos por primera (y probablemente última) vez. Sheeran es un papel que De Niro, según se informa, ha querido interpretar desde que el libro de Brandt llamó su atención hace más de una década. 
El actor lo ha estado cuidando desde entonces, y finalmente logró que Netflix invirtiera unos 160 millones de dólares. Esta será la película más cara de Scorsese hasta la fecha, en parte debido a la extensa manipulación digital necesaria para permitir que De Niro, que cumple 76 años este mes, interprete a Sheeran desde sus mejores años de matón hasta su muerte a los 83 años.

En definitiva, una saga asombrosa. Casi demasiado buena para ser verdad.

No, digámoslo: demasiado bueno para ser verdad.


“¡Te lo digo, es un mentiroso!”. Se trata de un contemporáneo retirado de Sheeran, un compatriota irlandés de Filadelfia llamado John Carlyle Berkery, que supuestamente dirigió la mafia irlandesa de la ciudad durante 20 años y tenía muchas conexiones cercanas con la mafia. Berkery es una leyenda local, una de las pocas figuras de esa época que aún están vivas, no encarceladas y en plena posesión de su juicio. 
Frank Sheeran nunca mató una mosca”, dice. “Lo único que mató fueron innumerables jarras de vino tinto. Se podía saber lo borracho que estaba por el color de sus dientes: rosados, recién empezado; morado oscuro, tiesos”.
“Es una tontería increíble”, coincide John Tamm, un ex agente del FBI de la brigada laboral de la oficina de campo de Filadelfia que investigó a Sheeran y una vez lo arrestó.
 “Frank Sheeran era un criminal a tiempo completo, pero no sé de nadie a quien haya matado personalmente, no”.
Ninguna de las personas con las que hablé que conocía a Sheeran de Filadelfia (y entrevisté a policías, criminales, fiscales y periodistas) podía recordar siquiera la sospecha de que alguna vez hubiera matado a alguien.
Sin duda, su primera travesura digna de mención no prometía ninguna grandeza en el submundo. En 1964, a la avanzada edad de 43 años, Sheeran fue acusado de golpear a un camionero no sindicalizado con una llave de tuercas, más o menos lo que se esperaría de un matón de los Teamsters. Sheeran fue acusado posteriormente dos veces por el asesinato de rivales sindicales. Pero en ninguno de los casos el gobierno ni nadie lo acusó de tocar el gatillo, sólo de contratar a los sicarios que hicieron el trabajo sucio por él. Cuando Sheeran finalmente fue condenado por algo, fue por estafar a sus propios miembros del sindicato. No es exactamente el tipo de delito por el que te invitan a la boda de la hija de Don Corleone.
Pero nada del pasado no letal de Sheeran importó ni siquiera se mencionó una vez que salió el libro. Aunque Publishers Weekly lo calificó como "lleno de afirmaciones sensacionalistas y poco creíble", el mundo crédulo dio la bienvenida a una solución al misterio del paradero de Jimmy Hoffa y una oportunidad de leer historias de otros famosos disturbios mafiosos. Incluso el crítico del New York Times escribió :
"Promete aclarar el misterio de la desaparición de Hoffa, y parece que lo hace".
 El libro apareció en la lista ampliada de los más vendidos del Times y ha vendido más de 185.000 copias, según su editor. Charles Brandt, ex fiscal general adjunto jefe del estado de Delaware, era, a los 62 años, el autor de un título de gran éxito.

Decir que Frank Sheeran es el Forrest Gump del crimen organizado no le hace  justicia.
Comencemos analizando la afirmación más explosiva de Sheeran: haberle disparado a su amigo Jimmy Hoffa.

Esta es la versión de ese misterio que, con el paso de los años, ha ganado más fuerza: Hoffa no solo tenía la intención, contra los deseos de la mafia, de recuperar el control de los Teamsters tras su liberación de prisión (por manipulación del jurado), sino que también estaba enemistado con el mafioso Anthony "Tony Pro" Provenzano, jefe de la sección local de los Teamsters con sede en Union City, Nueva Jersey. 
Con la ayuda de la mafia de Detroit, Provenzano urdió un complot en el que se organizaría una reunión falsa y un coche conducido por un aliado de Hoffa entregaría a la víctima a su asesino, el principal ejecutor de Provenzano, Salvatore "Sally Bugs" Briguglio. Como Sheeran y Hoffa eran amigos cercanos, además de hermanos en el sindicato, Sheeran fue reclutado para que viajara en el coche y calmara cualquier preocupación que Hoffa pudiera tener sobre entrar.
Y aquí está la versión de Frank Sheeran: Tras consultar con sus compañeros jefes de la mafia, el patrón de Sheeran, Russell Bufalino, organizó el asesinato para cuando él y Sheeran estuvieran en Detroit para asistir a una boda. Sheeran viajó con el conductor cuando recogieron a Hoffa fuera del restaurante Machus Red Fox y viajaron a una casa vacía, donde se llevaría a cabo la reunión de paz falsa. Allí, Hoffa saltó del coche y caminó hacia la puerta principal con Sheeran pisándole los talones. 
Entraron en el vestíbulo, Hoffa vio que no había nadie dentro y se dio cuenta de que había caído en una trampa. Sheeran, de pie justo detrás de él, sacó su arma.
“Si vio la pieza en mi mano, tuvo que pensar que la había sacado para protegerlo”, dijo Sheeran en el libro. “Dio un paso rápido para rodearme y llegar a la puerta. Alargó la mano hacia el pomo y Jimmy Hoffa recibió dos disparos a una distancia considerable (no demasiado cerca o la pintura te salpicaría) en la nuca, detrás de la oreja derecha”.

En ese momento Sheeran sale de la escena y un equipo de limpieza toma el control.

Ahora bien: ¿quién se cree la historia de Frank Sheeran?

¿Lo cree el FBI?

Según Brandt, Robert Garrity, el agente del FBI que dirigió la investigación sobre la desaparición de Hoffa, le dijo una vez: “Siempre nos gustó Sheeran por eso”. Pero cuando le envié un correo electrónico a Garrity para verificarlo, me respondió: 
“No tengo ningún interés en hablar sobre ese libro por una serie de razones que son personales. Buena suerte con tu artículo”.
Sin embargo, podemos leer las conclusiones originales de Garrity en algo llamado “ el memorándum de Hoffex ”, un resumen de 57 páginas de la investigación redactado en enero de 1976. 
El documento enumera a una docena de hombres que eran sospechosos de tener alguna participación en el asesinato de Hoffa o en la eliminación de sus restos. Esto es lo que decía el memorándum sobre Sheeran: 
“Se sabía que estaba en el área de Detroit en el momento de la desaparición [de Hoffa] y se lo consideraba un amigo cercano” de Hoffa.
Esto sugiere que Sheeran podría haber sido parte del complot para matar a Hoffa. Pero fue Briguglio, según el memorándum, quien estuvo “involucrado en la desaparición real” de Jimmy Hoffa.

¿Steven Brill se cree la historia de Sheeran?

Brill es el autor de The Teamsters , una historia del sindicato y de la desaparición de Hoffa, publicada en 1978. 
“Cuando salió el libro”, dice Brill, “había mencionado vagamente a Sheeran como alguien que podría haber estado parcialmente involucrado en el secuestro de Hoffa. Como un actor secundario”.
Pero el libro de Brandt dice que, según informes, Brill entrevistó a Sheeran y lo hizo confesar, en cinta, el asesinato.
“Es una tontería”, dice Brill. “Me hubiera encantado tenerlo, pero nunca hablé con él”.
¿Ronald Cole se cree la historia de Sheeran?

Cole era abogado de la Fuerza de Ataque contra el Crimen Organizado y el Crimen Organizado del Departamento de Justicia de Estados Unidos en Filadelfia, lo que puso al jefe sindical Sheeran en la mira. Es el fiscal que finalmente puso a Sheeran tras las rejas por hacer acuerdos ventajosos con empresas que empleaban a camioneros.
“Recuerdo que cuando salió el libro”, dice Cole, “les pregunté a los agentes del FBI si le daban algún crédito y todos me dijeron: ‘¡No!’”.
¿Se cree Selwyn Raab la historia de Sheeran?

Raab es un periodista veterano, reportero del New York Times durante 26 años y autor de Mob Lawyer sobre Frank Ragano, quien representó, entre otras leyendas del gángster, a Jimmy Hoffa.
“Sé que Sheeran no mató a Hoffa”, dice Raab. “Estoy tan seguro de eso como tú puedes estarlo. Hay 14 personas que afirman haber matado a Hoffa. Hay una cantidad inagotable de ellas”.

¿Dan Moldea se cree la historia de Sheeran?

No soy el segundo al mando de nadie” en esta historia, dice, y es fácil ver por qué: es autor de nueve libros de periodismo de investigación, pero aún es más conocido por The Hoffa Wars de 1978, que comenzó a investigar antes de que su protagonista desapareciera. Entre trabajar en ese libro y en su sitio web, ha pasado más de 40 años siguiendo la pista de los Teamsters, persiguiendo cada pizca de evidencia y rumor sobre la desaparición y eliminación de Hoffa.
Sheeran “estuvo involucrado sin duda”, dice Moldea, “pero confesó un asesinato que no cometió. Sinceramente, estoy molesto porque pasé toda mi carrera investigando este caso, entrevisté a más de 1.000 personas y tengo derecho a reclamar legítimamente haber hecho una contribución importante. ¿Y luego un tipo que escribió un libro basado en una sola fuente y en la palabra de un delincuente convicto y mentiroso probado obtiene todo? ¿El libro más vendido, el tratamiento de estrella de cine que llega a muy pocos pero que es lo que todos los autores quieren? Sí, estoy amargado por esto”.
Incluso Sheeran, antes de decir que había matado a Hoffa, dijo que no lo había hecho. En 1995, le anunció a Kitty Caparella, que cubría el crimen organizado para el Philadelphia Daily News, que estaba negociando un contrato multimillonario para un libro que escribiría con un colaborador al que conoció en prisión. “No maté a Hoffa y no tuve nada que ver con eso”, le dijo Sheeran, y luego nombró al verdadero cerebro detrás de la desaparición: el presidente Richard Nixon.
Antes de continuar, una breve pero posiblemente relevante digresión sobre las “salpicaduras de pintura” que Sheeran mencionó en su relato del asesinato de Hoffa. Según Sheeran, la primera vez que él y Hoffa hablaron fue por teléfono, en una conversación que Hoffa inició diciendo:
“Te escuché pintar casas”. 
También según Sheeran, esas palabras eran un código de la mafia que significaba: Te escuché matar gente, y la “pintura” era la sangre que salpica cuando disparas balas contra un cuerpo.
A lo que Sheeran respondió: 
"Sí, y también hago mi propio trabajo de carpintería”.
Es decir: también me deshago de los cadáveres.
“Hay 14 personas que afirman haber asesinado a Hoffa. Hay una cantidad inagotable de  ellas”.
— Selwyn Raab, periodista veterano del New York Times

Mi pregunta es la siguiente: ¿en toda la literatura sobre la mafia, tanto ficticia como real, alguien ha pronunciado alguna vez expresiones similares sobre la pintura y la carpintería? No pude encontrar ninguna. Ninguna de las personas a las que entrevisté (y se cuentan por docenas, buenos, malos, observadores neutrales) las había oído jamás. Búsquelo en Google y envíeme un correo electrónico si lo encuentra en cualquier otro lugar que no sea en boca de Frank Sheeran. Hasta Charles Brandt admite que nunca había oído hablar de ello, pero añadió que los mafiosos del rincón aislado de Bufalino en el noreste de Pensilvania “tienen su propia jerga”.

No quiero demorar más las cosas señalando que Sheeran era de Filadelfia y Hoffa de Detroit.

De todos modos, es un título vívido y memorable. Lo eligió Frank Weimann, el agente literario que vendió el libro.

Brandt dice que cuando Hoffa hizo esa fatídica llamada telefónica, estaba buscando a alguien que matara a sus rivales sindicales y a otros enemigos. Sheeran afirmó que había aceptado el trabajo. Brandt me dijo:
“Frank confesó haber cometido entre 25 y 30 asesinatos, no recordaba cuántos. Un día hizo una gira para Hoffa: voló a Chicago y luego a Puerto Rico y cometió un total de tres asesinatos”.
Y ahí tenemos una parte más asombrosa de la historia de Sheeran: ¡tantos asesinatos que perdió la cuenta! Excepto que no hay evidencia de que siquiera uno de esos asesinatos haya tenido lugar. Nadie (aparte de Frank Sheeran) ha afirmado nunca que Hoffa haya ordenado siquiera un solo asesinato. Cuando se le pide a Brandt que presente pruebas, sólo puede señalar ocasiones en las que Hoffa, que era un famoso fanfarrón y fanfarrón furioso, dijo que quería matar a una larga lista de personas, entre ellas John Kennedy, Bobby Kennedy y otros que se le cruzaron en el camino. Sin embargo, no se sabe de ningún asesinato.

Y volvamos a la acción.

Esta es la versión del asesinato de Joey Gallo tal como se ha aceptado a lo largo de los años: estaba de fiesta con amigos, familia, su nueva esposa y la hija de esta para celebrar su 43 cumpleaños. Primero, el grupo visitó la discoteca Copacabana y luego, de madrugada, decidieron comer. No pudieron encontrar un restaurante abierto en Chinatown, así que se dirigieron a Little Italy a un nuevo local, Umberto's Clam House, sin saber que era propiedad de un mafioso llamado Matty the Horse .
Cuando entraron, un matón que estaba relacionado con la familia Colombo los vio e inmediatamente se fue, encontró a algunos colegas y les dijo que había visto a Gallo. Llamaron a su jefe, quien les dijo que se armaran, fueran en coche a Umberto's y lo mataran. Siguieron las órdenes, irrumpieron en el restaurante y uno de ellos, un asesino convicto llamado Carmine "Sonny Pinto" Di Biase, comenzó a disparar.
Gallo recibió tres impactos. Los asesinos y la víctima se dirigieron al exterior, donde el equipo de asesinos se amontonó en los coches y se fue, dejando a Gallo en la calle, muriendo.

La Casa de las Almejas de Umberto.

Y esta es la versión de Sheeran: el asesinato de Gallo no se produjo debido a su guerra con la familia Colombo, sino porque, más temprano esa noche en el Copa, Crazy Joe fue grosero con el jefe de Sheeran, Russell Bufalino, quien le dio el visto bueno a Frank. Sheeran dice que los espías le informaron no sólo qué restaurante elegiría Gallo horas más tarde, sino exactamente dónde se sentaría. Sheeran llegó a la hora acordada y entró solo, tratando de parecer un camionero que necesitaba un descanso.

Luego, una vez dentro:

Una fracción de segundo después de que me diera vuelta para mirar hacia la mesa, el chofer de Crazy Joey Gallo recibió un disparo por detrás. … Crazy Joey se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta de la esquina a la derecha del tirador. … Fue fácil cortarle el paso yendo directamente por la barra hasta la puerta y poniéndonos justo detrás de él. Logró atravesar la puerta de la esquina de Umberto hacia afuera. Crazy Joey recibió unos tres disparos fuera del restaurante, no lejos de la puerta de la esquina.

Bien, ¿quién cree en la historia de Sheeran?

¿La policía lo compró?

Es difícil decirlo, ya que los detectives a cargo del caso están muertos. Pero la cobertura periodística del asesinato incluía una descripción del pistolero ofrecida por la policía y los testigos: según el New York Daily News, era “de unos 1,72 metros de altura, robusto, de unos 40 años y con entradas en el pelo”. En otras palabras, no era Sheeran, sino Di Biase.

¿Frank Storey se cree la historia de Sheeran?

Storey era el agente especial adjunto del FBI a cargo del programa contra el crimen organizado en la oficina de campo de la ciudad de Nueva York. “Eso es una locura”, dice. 
"Él no lo hizo. Nunca habría ido a Nueva York para hacer eso. Simplemente no habría sucedido”.
¿Sina Essary se cree la historia de Sheeran?

Essary estaba sentada a la mesa en el bar de Umberto con su nuevo marido Joey Gallo, su hija de 10 años y los demás invitados cuando empezaron a volar las balas. “Eran italianos pequeños, bajos y gordos”, dice sobre el escuadrón de la muerte, lo que no describe precisamente a un irlandés de 1,93 metros.

¿Nicholas Gage se cree la historia de Sheeran?

Gage fue el reportero del New York Times que reveló la historia interna del asesinato de Gallo , incluyendo quién lo hizo, cómo y por qué. Había estado cubriendo a la mafia para el Times y el Wall Street Journal durante años y escribió The Mafia is Not an Equal Opportunity Employer , un libro de 1971 que se centró parcialmente en Gallo. (Se conocieron poco antes del asesinato). Gage entrevistó a Joseph Luparelli, el tipo inteligente que espió a Gallo en Umberto's y puso en marcha los eventos que llevaron al asesinato. Luego, en 1975, Gage pasó tres días entrevistando al guardaespaldas de Gallo, Pete "el griego" Diapoulas, quien recibió un disparo una vez, y quien contó la misma historia, incluida la identificación de Di Biase, a quien conocía, como el tirador.

“No he leído el guión de El irlandés ”, dice Gage, “pero el libro en el que se basa es la historia de mafia más inventada desde la falsa autobiografía de Lucky Luciano hace 40 años”.

Antes de continuar, otra breve digresión sobre algo que quizás hayas notado antes: la extraña forma en que Sheeran expresó sus confesiones de ambos asesinatos. En concreto, su uso de la voz pasiva.
“A Jimmy Hoffa le dispararon dos veces a una distancia considerable”. “A Joey el loco le dispararon unas tres veces fuera del restaurante”.

Yo también me lo pregunté.

Cerca del final del libro, Brandt intenta que Sheeran confirme, una última vez, todo lo que confesó antes.

“Frank confesó entre 25 y 30 asesinatos, no recordaba cuántos  ”.
—Charles Brandt
—Ahora —le dijo Brandt a Sheeran—, lee el libro. Lo que hay allí sobre Jimmy y lo que le pasó es lo que me contaste, ¿no es así?

Frank Sheeran dijo:
 “Eso es correcto”.
“¿Y tú estás detrás de ellos?”
Y él dijo:
 “Respaldo lo que está escrito”.

Lo que significa que incluso en su confesión en el lecho de muerte, Frank Sheeran nunca dice las palabras: “Yo maté a Jimmy Hoffa”, o que mató a Joey Gallo, o a nadie en absoluto.

Cuando le menciono esto a Brandt, se burla. Si Sheeran hubiera cometido el error gramatical de decir claramente “yo los maté”, cree Brandt, habría estado haciendo una confesión irrefutable de dos asesinatos y se habría expuesto a una condena de por vida garantizada.

“En todo caso”, dice Brandt, “eso aumenta la credibilidad de Frank Sheeran”.

Las afirmaciones de Sheeran sobre el asesinato de Gallo y Hoffa ni siquiera son sus historias más asombrosas. También dijo que justo antes de la invasión de Bahía de Cochinos a Cuba, en 1962, sus jefes de la mafia le ordenaron que condujera un camión lleno de uniformes y armas a un canódromo en Florida, donde entregó la carga al agente de la CIA E. Howard Hunt, quien, una década después, sería uno de los ladrones de Watergate. Y luego, en noviembre de 1963, Sheeran dijo que lo citaron a un restaurante italiano en Brooklyn, donde un gánster le entregó una bolsa de lona que contenía tres rifles y le dijo que se los entregara a un piloto, quien tomó la bolsa y desapareció, y luego, lo siguiente que supimos, Lee Harvey Oswald asesinó al presidente.
 Además, Sheeran cuenta que llevó una maleta que contenía medio millón de dólares en efectivo al vestíbulo del hotel Hilton de Washington, DC, donde se le unió el entonces fiscal general de los Estados Unidos, John Mitchell, quien se sentó un rato a charlar y luego se fue con el dinero, un soborno para su jefe, el presidente Richard Nixon.

Podría seguir así, pero ya se entiende la idea. Ha llegado el momento de preguntar: ¿ Alguien se cree la historia de Frank Sheeran?

Encontré cuatro individuos así.

Chip Fleischer lo compra.

Fleischer fue el editor de Steerforth Press, quien compró el libro y lo guió hasta su publicación.
“Cuando lo leí”, dice, “mi reacción fue que era potencialmente lo más grande que habíamos publicado nunca, en términos de ventas, pero también en términos de importancia histórica”.
Fleischer sabía que estarían contradiciendo versiones ampliamente aceptadas de crímenes famosos.
 “No pude evitar preocuparme de que, de alguna manera, terminaríamos haciendo el ridículo”, dice, “pero ocurrió justo lo contrario”.
 Fleischer es ahora el editor de Steerforth Press.

Frank Weimann lo compra.

Weimann, un veterano agente literario de Nueva York que también ha representado otros libros exitosos relacionados con la mafia, incluidas las memorias de Joe Bonanno y su hijo Bill, dirigió el libro de Brandt a través de dos acuerdos editoriales que fracasaron antes del exitoso tercer intento en Steerforth. Uno de esos intentos se frustró, me dijo Weimann, cuando se descubrió que Sheeran había falsificado una carta que, según él, Hoffa le había escrito.

Brandt escribe en el libro que, a pesar de la falsificación, seguía creyendo en Sheeran. ¿Y qué hay de Weimann? ¿Tenía el agente literario alguna duda sobre la veracidad del libro?
“No”, dice él, “nunca lo hice”.
Eric Shawn lo compra.

Shawn es un reportero de Fox News que fue a Detroit y encontró la casa donde Sheeran dijo que Hoffa fue asesinado, luego hizo que analizaran las tablas del piso de la puerta en busca de sangre humana. Y encontró algo, reveló, pero ninguno de los ADN coincidía con el de Hoffa (lo que Shawn dice que podría atribuirse a los años que pasaron entre el asesinato y la prueba). En el transcurso de su reportaje, Shawn dice que entrevistó a personas en la ciudad natal de Sheeran y en la de Hoffa, y ninguna de ellas sospechó nada.
“En Filadelfia creen que era solo un borracho. En Detroit nunca oyeron hablar de él”, dice Shawn.
 “Así que es el tipo perfecto” para llevar a cabo los asesinatos. “Se escabulló entre las grietas”. Cuando un verificador de hechos de Slate se puso en contacto con Shawn, respondió que todavía está investigando y agregó: 
“Mi documental de una hora y media, Riddle: The Search for James R. Hoffa, ya está disponible en el nuevo servicio de transmisión Fox Nation”.

Y Charles Brandt lo compra.

No era la primera experiencia de Brandt con criminales empedernidos ni con el mundo editorial. En la oficina del fiscal general de Delaware, afirma, se especializó en procesos por homicidio y era un experto en el arte de interrogar a gente mala para conocer la verdad. Antes de trabajar con Sheeran, había escrito una novela basada en asesinatos que había resuelto.
Al principio, dice Brandt, Sheeran le dijo que quería hacer un libro que demostrara que era inocente en la desaparición de Hoffa: "Pero me di cuenta de que este tipo tiene algo que quiere decir. El interrogatorio es un viaje". Sheeran comenzó admitiendo que estaba allí en la escena cuando Hoffa fue asesinada, dice Brandt, pero no fue hasta más de ocho años después, cuando Sheeran se dio cuenta de que estaba cerca de morir, que finalmente confesó haber disparado a su amigo y hermano de los Teamsters.
Brandt interrogó a Sheeran durante cinco años, dice, y utilizó todos los trucos que aprendió como fiscal para intentar atrapar a Sheeran en una mentira. “Sabía que todo lo que finalmente acepté de él era la verdad”, dice Brandt. Cualquier escepticismo sobre el libro “es una tontería”.

Después de la publicación inicial de I Heard You Paint Houses , Brandt dice que comenzó a recibir verificaciones independientes de las afirmaciones de Sheeran de personas que estaban en condiciones de saberlo.
"Era como si algo saliera de la nada para corroborar la confesión de Frank", dice.
 Estos relatos aparecen en la edición actualizada del libro.
Según Brandt, el detective de la ciudad de Nueva York Joe Coffey, que investigó el tiroteo de Gallo en 1972, le dijo que "creía que se había resuelto con la confesión de Frank". Pero en The Coffey Files , las memorias del detective de 1992, dice que se enteró por informantes de que Sonny Pinto era el tirador, tal como todos habían sostenido desde el principio. No podemos conciliar estas afirmaciones; Coffey murió en 2015.
La mejor de las verificaciones de Brandt llegó cuando descubrió a una testigo presencial del tiroteo de Gallo. En el libro, aparece anónima a petición suya. En 1972, era una estudiante universitaria que visitaba Nueva York, escribe Brandt, y se encontraba en casa de Umberto a altas horas de la madrugada de la noche en cuestión. Cuando hablé con ella por teléfono, me pidió que la identificara como alguien que había trabajado como periodista para periódicos de la ciudad de Nueva York.

Cuando oyó los disparos, recuerda, miró hacia arriba y vio a un hombre alto, “que no tenía precisamente aspecto de irlandés. Era rubicundo. Definitivamente no era un italiano bajito”.

¿Vió ella una pistola en su mano? “No, no lo creo”, responde ella.

En su libro, Brandt dice que en 2004 le mostró varias fotografías de Sheeran a distintas edades. Escribe:

Luego volvió a mirar la foto de Sheeran tomada en la época del ataque a Gallo y dijo con un miedo palpable: “Esta foto me da escalofríos”.

Cuando hablé con ella, me dijo lo siguiente: 
“En cuanto a corroborar que se trataba de Frank Sheeran, cuando me mostraron tres fotos, la persona que identifiqué se parecía más a él que a cualquier otra. Y esto sucedió muchos, muchos años después”.

Treinta y dos años, para ser exactos. ¿Cree que él fue el asesino de Gallo?

“¿Creo que fue Frank Sheeran? Sí.”

Yeso es todo en cuanto a la versión de la vida real de los hechos. Ahora podemos recurrir al cine, donde el estándar de prueba es más relajado. Martin Scorsese creció en Little Italy. Ya ha dirigido dos películas clásicas sobre la mafia, Uno de los Nuestros y Casino, basadas sólidamente en libros de no ficción de un periodista respetado, Nicholas Pileggi. Así que sabemos que es un poco sabio en estos asuntos. Sin embargo, ha hecho una película basada en un libro cuyas afirmaciones centrales son negadas por un montón de personas en posición de saber.
Es posible que The Irishman trate las historias de Sheeran como cuentos chinos. Scorsese, por supuesto, ya ha jugado con la subversión de la autocomplacencia de los criminales antes; pensemos en la narración poco fiable de Jordan Belfort en El lobo de Wall Street , una película que deja claro, al final, que su protagonista nos ve a nosotros, el público, como un objetivo más. ¿Es eso lo que Scorsese pretende con The Irishman ? ¿Netflix invirtió casi 200 millones de dólares en una sátira mordaz de la fanfarronería de los gángsters? ¿O se cree la historia de Frank Sheeran?

No lo sé. Scorsese se negó a hablar conmigo.

Sé de una discusión que tuvieron Robert De Niro en 2014 con el experto en Hoffa Dan Moldea, después de un banquete de escritores que el autor organiza anualmente en Washington. Allí, Moldea pasó 20 minutos dándole una lección a De Niro sobre que su película estaría basada en una mentira mientras el actor escuchaba en silencio. “De Niro fue muy educado y Dan fue muy contundente”, dijo Gus Russo, amigo de Moldea y compañero periodista de investigación.

Moldea no está en desacuerdo: “Le dije: ‘Bob, te están estafando’”.

“Hollywood tiene la última palabra”, dice Russo.

¿De Niro se cree la historia de Sheeran? No lo sé. También se negó a hablar conmigo.

Nos estamos acercando al final de esta saga, y todavía nos queda preguntarnos: ¿por qué Frank Sheeran habría confesado actos tan horribles si no los hubiera cometido? Según Brandt, Sheeran, al borde de la muerte, volvió a su fe católica y quiso limpiar su conciencia, aunque eso significara admitir que había matado a su mejor amigo. Le quita algo de brillo a ese halo cuando recuerdas que podría haber confesado todo mientras aún estaba lo suficientemente sano como para pasar la vida en prisión. 
Sheeran no puede disfrutar de ninguna de las recompensas económicas por su confesión, pero sus herederos, tres de sus hijas, sí pueden: ellas y Brandt se reparten todas las ganancias del libro, incluidos los derechos cinematográficos. Incluso si ese motivo para escribir el libro parece cínico, sabríamos que al menos una vez en su vida, Sheeran tuvo un impulso desinteresado.

Y así, para resumir, esto es lo que “I Heard You Paint Houses” nos pide que creamos, la historia que El Irlandés parece dispuesto a contarle al mundo: que a los 52 años, sin ningún asesinato conocido en su currículum, Frank Sheeran, un matón de los Teamsters y un borracho conocido, fue seleccionado para llevar a cabo dos de los golpes más audaces en la historia del crimen organizado, además de una larga lista de otros actos atroces.
Por otro lado, esto es lo que sabemos con certeza: nadie acusó nunca a Frank Sheeran de matar a Jimmy Hoffa, excepto Frank Sheeran.
Nadie acusó nunca a Frank Sheeran de matar a Joey Gallo, excepto Frank Sheeran.
Nadie acusó jamás a Frank Sheeran de matar a otras 25 o 30 personas, tantas que no podía recordarlas todas. Excepto Frank Sheeran.

Ahora bien, tal vez eso significa que él realmente fue el asesino más inteligente, más sigiloso y más furtivo de todos los tiempos.

Esa es una posibilidad.

Pero luego recuerdas que, en general, los mafiosos nunca han sido lo que llamaríamos genios del crimen. Sí, violan muchas leyes. Son excelentes en eso. Sin embargo, la historia ha demostrado que no son del tipo que viola la ley repetidamente sin ser observados, detectados o arrestados. Al final, todos son atrapados, la mayoría en múltiples ocasiones. Terminan entre rejas, muertos o viviendo bajo nuevas identidades emitidas por el gobierno.
Hablé de esto una vez con el difunto periodista Jimmy Breslin, uno de nuestros más grandes cronistas de la vida de la mafia (y cuya novela cómica, The Gang That Couldn't Shoot Straight , estuvo inspirada por Gallo y su equipo).
Le pregunté a Breslin: ¿No son los gángsters tan inteligentes y astutos como los representan en las películas y los libros?
“Un coeficiente intelectual de 55”, dijo. “Todos fueron a la cárcel. ¿Qué te dice eso? Para ser caritativo, era un negocio sobrevalorado”.

De todos modos, debería ser genial.película.

    

Crítica de 'El irlandés': el crepúsculo de los gánsteres.
En mi crítica de esta semana analizo '
El irlandés',
la nueva película de gánsteres dirigida por Martin Scorsese.

Mi interés por ver el  The Irishman comenzó hace unos doce años. En ese entonces todavía se encontraba en el infierno del desarrollo. Me enteré de su anécdota leyendo artículos sobre gánsteres y escudriñando posibles adaptaciones de libros similares. Inmediatamente quedé sorprendido al saber que uno de mis directores favoritos, Martin Scorsese, quería llevar al cine una adaptación de I Heard You Paint Houses, escrita por Charles Brandt. 
El libro detalla el expediente de Frank Sheeran, un presunto asesino a sueldo de la mafia que confiesa los crímenes que cometió trabajando para la familia Bufalino, incluyendo los homicidios de Joe Gallo y el sindicalista Jimmy Hoffa. Cuando leí la noticia que se produciría semejante película de gánsteres dirigida por Scorsese y protagonizada por Robert De Niro, el retirado Joe Pesci y Al Pacino no podía creerlo. Al ser abandonada po rla Paramount por exceder el presupuesto deseado de 100 millones, perdí la esperanza de verla, aunque ella regresó a mí el día en que Netflix asumió el proyecto y puso la financiación en marcha. Hoy en noviembre de 2019, mi deseo se cumplió.

Después de esperar todos esos años, finalmente vi El irlandés, estrenada recientemente en la plataforma de Netflix. La vi en las profundidades de mi sala oscura. Y estoy tratando de disimular el impacto que me ha causado. Es una obra monumental sobre la postrimería del gánster norteamericano, la consagración culminante de la trilogía de Scorsese iniciada por Buenos muchachos y continuada por Casino, pero ligeramente diferente en la ejecución. Está ejecutada con un estilismo imponente en el que todo parece afinadamente sincronizado con la narrativa prodigiosa del guion de Steven Zaillian, la meticulosa reconstrucción del período, las actuaciones formidables de tres actores legendarios, el rítmico montaje de Thelma Schoonmaker, la belleza fotográfica de Rodrigo Prieto y los increíbles efectos visuales de rejuvenecimiento.

 Me divierte, me entristece y me deja desolado cuando describe la naturaleza del poder a través de textos como el perdón, la alevosía y la lealtad. En sus tres horas y media de metraje nunca me siento cansado y la crónica de Frank Sheeran me intriga bastante, porque no solo delinea la carrera de un matón en el ocaso que recuerda los tiempos en que pintaba casas, sino también la moralidad corrompida de una nación que olvida el pasado con facilidad.

Robert De Niro como Frank Sheeran.

La película comienza con el sutil plano secuencia de una cámara inquieta que recorre los pasillos de un asilo de ancianos, con el que se encuadra a un envejecido Frank Sheeran (Robert De Niro) postrado en silla de ruedas. Le habla a la cámara casi rompiendo la cuarta pared, como si se tratara de una confesión entre él y el espectador. Allí, recurriendo a prolongadas escenas retrospectivas, narra su historia cubriendo varias décadas, desde que era un soldado entrenado en el arte de matar hasta los tiempos en que, de caminero de poca monta de Pennsylvania, pasa a convertirse en un asesino a sangre fría contratado por una familia mafiosa liderada por el temido y prudente Russell Bufalino (Joe Pesci), con quien desarrolla una fuerte confraternidad que lo pone a prueba cuando, irónicamente, revela también una afanosa simpatía por el líder sindicalista Jimmy Hoffa (Al Pacino). 

A pesar de que lo que cuenta es estremecedor, cuando no se encuentra “pintando casas”(término codificado con el que los mafiosos designan la muerte de un hombre) para los gánsteres enviciados, es un señor que cuida de su familia, aunque le preocupa la lejanía de su hija Peggy.


En su actividad delictiva, Sheeran comete violentos crímenes disparando casi siempre en la cabeza a las víctimas encargadas por Bufalino. En un principio se muestra como un sujeto sin escrúpulos que ha abandonado la sensibilidad,distanciado del remordimiento, teledirigido por un código conductual que le impone seguir órdenes para ser recompensado por sus acciones. No es un tipo de grandes aspiraciones dentro de la asociación criminal. 

Es más bien un peón utilizado para ejecutar el trabajo sucio de los jefes. Sabe que ni es italiano para llegar lejos, aunque el deber y la eficiencia que exhibe al despachar a los enemigos señalados Bufalino facilita que escale rápidamente en las filas de la mafia, ganándose el respeto de otras figuras poderosas del hampa como Angelo Bruno (HarveyKeitel), Felix "Skinny Razor" DiTullio (Bobby Canavale) y Anthony "Tony Pro"Provenzano (Stephen Graham), un cabecilla gremial ligado al crimen organizado que se opone a las políticas megalómanas de Hoffa luego de una riña con este en prisión. 

Ese mismo ideario se propone conseguir al entablar amistad con Hoffa, haciendo de guardaespaldas (que usualmente incluye asesinatos a punta de pistola a los miembros de la unión sindical) a cambio de la condecoración inesperada de obtener su propio sindicato. Al igual que Bufalino, Hoffa es muy cercano a Sheeran y su familia. Pero en el largo plazo, la distinción de pintar las paredes con sangre alas órdenes de esos señores se transforma en una tragedia.

Con triángulo formado por Sheeran, Bufalino y Hoffa, Scorsese traza un estudio ingenioso de la corrupción y los límites de la autoridad desde la óptica casi subjetiva de un individuo brutal que, insólitamente, se halla en una encrucijada ética,pendiendo de un hilo muy delgado entre la lealtad y la traición. En la primera parte de la película especifica el ascenso de Sheeran bajo el amparo de Bufalino, y en la segunda mitad se trata de su relación con Hoffa y el poderío que ejerce en el gremio de los transportistas, cosa que se tambalea de la noche a la mañana por la impulsividad de Hoffa, quien al salir de la cárcel, intenta recuperar el control de la Hermandad internacional de camioneros gobernada por Frank “Fitz” Fitzsimmons(Gary Basaraba) y administrada secretamente por la mafia de Bufalino. Sheeran asegura el éxito trabajando en ambos costados, pero las resoluciones tomadas obligan a Sheeran a elegir entre una de las dos facciones de sus mentores y en su rostro, por primera vez, se visualiza la incertidumbre cuando Bufalino le ordena que pueda persuadir a Hoffa para que renuncie a su cacería por el dominio sindical.


El relato de Sheeran le permite a Scorsese, asimismo, edificar en segundo plano trasfondos que examinan los acontecimientos más oscuros de la política norteamericana del siglo XX y los posibles arquitectos de la mafia que se involucraron en incidentes relacionados a la victoria electoral de John F. Kennedy en las elecciones de 1960, la distribución de armas de la CIA para los paramilitares anticastristas comandados por David Ferrie para la invasión de Bahía de Cochinos,la crisis de los misiles en Cuba, el proceso judicial contra Jimmy Hoffa al ser acusado de soborno, las luchas internas entre el crimen organizado y los sindicatos de choferes, las confidencias de Hoffa que garantizan su “protección” frente al inconveniente con el irreverente Tony Pro, el asesinato de Jimmy Hoffa en manos de Sheeran en la entrada de una casa solitaria, luego de una de las secuencias más tensas de toda la película.

En la puesta en escena de la película, Scorsese despliega todo su arsenal estético para concebir una especie de revisión al género gansteril que tanto le gusta, pero que se abstiene a la glorificación. Su estilo adquiere un sentido depuración sumamente controlado, alejado del frenesí que lo caracteriza, valiéndose de la narración invertida distribuida durante varias décadas, la voz en off muy recurrente de Sheeran que sirven de guía para clarificar sus pensamientos, la música extradiegética de clásicos que cruzan de una escena a otra, el concienzudo uso de la elipsis para representar los delitos a través de símbolos, el plano general que casi siempre encuadra a Sheeran en los momentos que dispara con su revólver, el ralentí de las escenas, los planos congelados, la colorización absorbente de la fotografía de Prieto que altera la tonalidad para corroborar el estado de ánimo de los personajes con el paso de los años, los movimientos de cámara sutiles producidos por travellings maravillosos, el color rojo omnipresente que enuncia el peligro y la violencia que sea próxima (en los vehículos o en el vestuario). 

El rasgo más notable son los efectos visuales de rejuvenecimiento digital aplicado sobre los actores para que se vean másj óvenes con el paso del tiempo.

Uno de los puntos fuertes de la película son las interpretaciones magistrales de AlPacino (colaborando por primera vez con Scorsese), Joe Pesci (se dice que rechazó la oferta de actuar unas cincuenta veces) y Robert De Niro. Logran un registro dramático camaleónico. Pacino consigue una actuación magistral metiéndose en la piel de Hoffa, interpretándolo como un sindicalista impulsivo, terco, megalómano y con una predilección sinigual para provocar a sus enemigos al abrir la boca, quizá porque el vicio del poder le ha nublado el juicio; aunque también demuestra ser compasivo y honrado hacia los suyos, especialmente con Sheeran y su hija Peggy, por la cual siente un afecto especial.

Pesci regresa al cine renunciando al estereotipo del mafioso psicopático para ponerse en los zapatos de un don sosegado y calculador que, con la mirada y con el gesto más mínimo de expresión, me transmite una sensación de turbación con su presencia amenazadora. De Niro, por otra parte, no le falta nada personificando al irlandés alto de ojos azules que durante su juventud no se arrepiente por sus actos, pero que con el paso de los años debe lidiar con la irreversible secuela de una ancianidad, que evocan una y otra vez, el dolor intrínseco que impide que la culpa se manifieste.


Me despido de la película bajo una profunda reflexión, convencido de que he visto uno de los eventos cinematográficos más extraordinarios del siglo XXI. Salgo conmovido con las memorias de ese irlandés avejentado sometido al desliz de la  soledad al final de su vida, incapaz de aguantar la carga emocional, avergonzado por las oportunidades perdidas y por traicionar a un gran amigo, agobiado por perder a su familia y por la hija que lo ha rechazado manteniendo el silencio como arma de protesta, esperando a que la muerte toque la puerta de su habitación para redimirse y desatenderse de los castigos impuestos por guardar secretos delicados. 

Es casi una obra maestra sobre la vejez, el significado del olvido y la mortalidad de los individuos. Está cargada de diálogos ingeniosos, de personajes memorables y de un ritmo muy consistente. Presenta las consecuencias del crimen organizado de forma compleja, épica y parsimoniosa. Me pone a pensar en que las decisiones que tomamos siempre estarán sujetas a los intereses personales de gente que ostenta la supremacía a toda costa. No me cabe la menor duda de que es una de las mejores películas de la historia del cine. 


Russell Bufalino (nacido Rosario Alberto Bufalino; 29 de octubre de 1903 - 25 de febrero de 1994) fue un mafioso estadounidense nacido en Italia que se convirtió en el jefe de la familia criminal conocida como la Familia criminal Bufalino, que gobernó el noreste de Pensilvania desde 1959 hasta 1989. Era primo del abogado William Bufalino, quien fue abogado de Jimmy Hoffa por muchos años.

Bufalino nació el 29 de octubre de 1903 en Montedoro, Sicilia,​ y emigró con su familia a los Estados Unidos a través del puerto de Nueva York en 1906, estableciéndose en Buffalo, Nueva York, donde participó en actividades criminales desde su adolescencia.
Se casó con Carolina Sciandra, que provenía de una familia de la mafia siciliana.4​ Bufalino trabajó junto a muchos mafiosos de Buffalo, algunos de los cuales se convirtieron después en los principales líderes de la Familia criminal Bufalino y otras futuras familias de Cosa Nostra a lo largo de la Costa Este de los Estados Unidos. Estas relaciones resultaron muy útiles para Bufalino en su carrera criminal. Los lazos familiares y del clan eran importantes para los delincuentes sicilianos-estadounidenses, que crearon un sistema de apoyo fuerte y secreto para evitar que se infiltraran personas ajenas o policías.
A principios de 1920, Bufalino comenzó a trabajar con Joseph Barbara, otro contrabandista de Endicott, Nueva York. Después, en 1940, se mudó a Kingston, Pennsylvania​ donde la familia criminal del noreste controlaba las actividades del crimen organizado en Pittston, Scranton y Wilkes-Barre y en la parte alta del estado de Nueva York.
A principios de la década de 1950, el Servicio de Inmigración y Naturalización trató de deportar a Bufalino varias veces sin éxito, ya que el gobierno italiano no quería readmitirlo en el país.​
En 1955, Bufalino conoció al camionero Frank Sheeran, cuando Bufalino lo ayudó a reparar su camioneta; más tarde, Sheeran trabajó para él como conductor de entregas.
Fue Bufalino quién presentó a Sheeran con el presidente de la Hermandad internacional de camioneros, Jimmy Hoffa. Hoffa, quien se convirtió en amigo cercano de Sheeran, lo utilizó incluso como ejecutor en el asesinato de miembros problemáticos de su sindicato y miembros de sindicatos rivales que amenazaran el territorio del suyo.9​10​ Según Sheeran, la primera conversación que tuvo con Hoffa fue por teléfono, donde Hoffa comenzó diciendo: "Escuché que pintas casas", un código de la mafia para los asesinos a sueldo, la "pintura" es la sangre de las víctimas al salpicar.

Tras la muerte de Joseph Barbara en junio de 1959, la Comisión reconoció a Bufalino como jefe oficial de la familia.​
El 20 de abril de 1973, Bufalino fue arrestado durante una redada del FBI en un club nocturno de Scranton y acusado de obstrucción de la justicia, juegos de azar y transporte de propiedad robada, pero fue liberado bajo una fianza de $50,000.
En 1977, Bufalino fue acusado de extorsión después de que Jack Napoli, que estaba en el Programa de Protección de Testigos, testificara que Bufalino había amenazado con matarlo por no pagar una deuda de $25,000 a un joyero en Nueva York.​ Tan pronto como Bufalino fue acusado, tomó medidas para reducir la posibilidad de nuevos cargos criminales: nombró al caporegime Edward Sciandra como jefe interino y se retiró de las operaciones cotidianas de la familia.El 8 de agosto de 1978, Bufalino fue declarado culpable y condenado a cuatro años de prisión por su participación en el intento de extorsión. Estuvo en prisión casi tres años.
Bufalino fue liberado en mayo de 1981, pero fue acusado nuevamente por conspirar en asesinar a Napoli. El testigo principal de la acusación, Jimmy Fratianno, dijo que en 1976 Bufalino le había pedido a él y a Michael Rizzitello que mataran a Napoli.​ En noviembre de 1981, Bufalino fue sentenciado nuevamente a 10 años de prisión en la Penitenciaría de los Estados Unidos, Leavenworth.
Con Bufalino otra vez en prisión y la familia bajo investigación federal, la fuerza de la organización empezó a decaer. En 1989, Bufalino fue liberado de prisión pero las operaciones de lo que quedaba de la familia estuvieron a cargo de Billy D'Elia.
El 25 de febrero de 1994, Bufalino murió por causas naturales en el Hospital Nesbitt Memorial en Kingston, Pensilvania, a la edad de 90 años. Está enterrado en el cementerio de Denison en Swoyersville, Pennsylvania.

Francis Joseph Sheeran (25 de octubre de 1920 – 14 de diciembre de 2003), más conocido como Frank "el irlandés" Sheeran, fue un sindicalista estadounidense acusado de haber estado involucrado con la familia criminal Bufalino.

Biografía

Frank Sheeran nació y creció en Darby, Pensilvania, un vecindario de clase trabajadora pobre en las afueras de Filadelfia. Era hijo de Thomas Francis Sheeran Jr., un pintor de casas de Filadelfia (1886–1968), y de Mary Agnes Hanson.​ Sheeran era de ancestros católicos-irlandeses por el lado de su padre y sueco por el lado de su madre. Tenía una talla de 1,93 m y prestó servicio militar en el Ejército de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.

Cuando dejó el servicio militar, Sheeran se convirtió en camionero, pero ganaba dinero extra cometiendo delitos, incluidos asesinatos a sueldo. Debido a su perspicacia criminal, se convirtió en un asociado cercano de los jefes de la mafia Russell Bufalino y Angelo Bruno. Conoció a Bufalino en 1955, inicialmente haciendo entregas.
​ Se sospechaba que Sheeran había sido el único responsable del asesinato de Joe Gallo en Umberto's Clam House el 7 de abril de 1972. ​ Años después, el detective del caso de Gallo, Joe Coffey, confirmó que Sheeran fue el hombre que mató a Gallo porque el Departamento de Policía de Nueva York colgaba las llamadas telefónicas que trataban de venderles información sobre los "tres asesinos" que afirmaron haber matado a Gallo como prueba de integridad. Coffey dijo:
  «Nosotros (la policía de Nueva York) sabíamos que había sido un único individuo y que ciertamente no era italiano». 
La historia difundida fue que tres hombres italianos habían irrumpido en el local con armas de fuego y que habían matado a Gallo. Un testigo ocular de la noche del tiroteo confirmó que Sheeran había sido el asesino de Gallo. Aparentemente, Sheeran salió de un bar ubicado en Sharon Hill, Pensilvania, que estaba dirigido por Bill Distanisloa, un «soldado» de Angelo Bruno.​

Sindicato de Camioneros

Bufalino puso a Sheeran en contacto con el presidente de la Hermandad internacional de camioneros Jimmy Hoffa. Hoffa, quien se convirtió en su amigo cercano, usó a Sheeran como guardaespaldas y sicario, incluyendo el asesinato de miembros de sindicatos rivales que amenazaban el territorio de la hermandad.​ Sheeran afirmó que en la primera conversación que tuvo con Hoffa por teléfono, Hoffa comenzó diciendo: "Escuché que pintabas casas", un código de la mafia para "escuché que matabas gente" (la "pintura" era sangre salpicada).

Desaparición de Hoffa

En el libro I Heard You Paint Houses: Frank "The Irishman" Sheeran and the Closing of the Case on Jimmy Hoffa (2004), el autor Charles Brandt afirma que Sheeran confesó haber matado a Hoffa.2​ Según Brandt, Chuckie O'Brien condujo a Sheeran, Hoffa y al mafioso Sal Briguglio a una casa en el área metropolitana de Detroit. Afirmó que mientras O'Brien y Briguglio se marchaban, Sheeran y Hoffa entraron en la casa, donde Sheeran asegura que le disparó a Hoffa dos veces en la parte posterior de la cabeza. Sheeran dice que le informaron que Hoffa fue incinerado después del asesinato. Sheeran también confesó a otros periodistas que él mató a Hoffa. Se encontraron dos grupos de restos de sangre en el vestíbulo y en el pasillo central de la casa de Detroit donde Sheeran afirmó que ocurrió el asesinato.
 Una mancha en la parte inferior de las escaleras estaba lo suficientemente fresca como para extraer el ADN, pero se descubrió que no era de la sangre de Hoffa. Un rastro de sangre desde el vestíbulo, donde Sheeran dijo haberle disparado a Hoffa, hacia el pasillo central era consistente con la confesión de Sheeran, pero resultó ser demasiado viejo y degradado para extraer ADN. El sendero de sangre conducía a la cocina donde, en 1975, había una puerta que daba al exterior, de acuerdo con la confesión de Sheeran de que los "limpiadores" habrían sacado el cuerpo directamente por la parte trasera de la casa para que nadie pudiera ver cómo lo sacaban desde la calle.
 El patrón de sangre aumentó el peso de la afirmación de que alguien había muerto en la casa y el cuerpo había sido arrastrado por el pasillo como Sheeran había dicho. La casa estaba ubicada a solo minutos del estacionamiento del restaurante donde se vio a Hoffa por última vez, pero aún no existe evidencia que vincule a Hoffa con la casa. De los 28 puntos de sangre encontrados en el hogar, solo dos dieron positivo para ADN. Teniendo en cuenta que Sheeran confesó que mató a Hoffa y que habían transcurrido casi 30 años cuando un equipo forense ingresó a la casa, es poco probable que se hayan encontrado rastros del ADN de Hoffa.
El FBI aún continúa en sus intentos de conectar a Sheeran con el asesinato, volviendo a analizar la sangre y las tablas del piso con los últimos avances en medicina forense. En Riddle, un documental sobre la desaparición de Hoffa que se transmitió el 27 de noviembre de 2018 en Fox,​ el FBI respondió «sin comentarios» cuando se le preguntó acerca de sus últimas pruebas.
Sheeran fue juzgado junto con otras seis personas en julio de 1980 por cargos relacionados con sus vínculos con las empresas de arrendamiento laboral controladas por Eugene Boffa Sr. de Hackensack, Nueva Jersey. El 31 de octubre de 1980, Sheeran fue declarado culpable de 11 cargos de crimen organizado.​ Fue sentenciado a 32 años de prisión y finalmente cumplió 13 años de condena.
Sheeran murió de cáncer el 14 de diciembre de 2003, a la edad de 83 años, en Filadelfia. Fue enterrado en el Cementerio Holy Cross en Yeadon, Pensilvania.




1 comentario:

  1. ]Somos lo somos por muestro medio ambiente social, político y cultural.

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