1.-Bellezas

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Uniformes escolares.

domingo, 8 de noviembre de 2020

xiv.-Libros de William Shakespeare VIII.



(Stratford on Avon, Reino Unido, 1564 - id., 1616) Dramaturgo y poeta inglés. Solamente con sus versos hubiera ya pasado a la historia de la literatura; por su genio teatral, y especialmente por el impresionante retrato de la condición humana en sus grandes tragedias, Shakespeare es considerado el mejor dramaturgo de todos los tiempos.


Tercero de los ocho hijos de John Shakespeare, un acaudalado comerciante y político local, y Mary Arden, cuya familia había sufrido persecuciones religiosas derivadas de su confesión católica, poco o nada se sabe de la niñez y adolescencia de William Shakespeare. Parece probable que estudiara en la Grammar School de su localidad natal, si bien se desconoce cuántos años y en qué circunstancias.
 Según un coetáneo suyo, William Shakespeare aprendió «poco latín y menos griego», y en todo caso parece también probable que abandonara la escuela a temprana edad debido a las dificultades por las que atravesaba su padre, ya fueran éstas económicas o derivadas de su carrera política.

Sea como fuere, siempre se ha considerado a Shakespeare como una persona culta, pero no en exceso, y ello ha posibilitado el nacimiento de teorías según las cuales habría sido tan sólo el hombre de paja de alguien deseoso de permanecer en el anonimato literario. A ello ha contribuido también el hecho de que no se disponga en absoluto de escritos o cartas personales del autor, quien parece que sólo escribió, aparte de su producción poética, obras para la escena.

La andadura de Shakespeare como dramaturgo empezó tras su traslado a Londres, donde rápidamente adquirió fama y popularidad en su trabajo para la compañía Chaberlain's Men, más tarde conocida como King's Men, propietaria de dos teatros, The Globe y Blackfriars. También representó, con éxito, en la corte. Sus inicios fueron, sin embargo, humildes, y según las fuentes trabajó en los más variados oficios, si bien parece razonable suponer que estuvo desde el principio relacionado con el teatro, puesto que antes de consagrarse como autor se le conocía ya como actor.

Su estancia en la capital británica se fecha, aproximadamente, entre 1590 y 1613, año este último en que dejó de escribir y se retiró a su localidad natal, donde adquirió una casa conocida como New Place, mientras invertía en bienes inmuebles de Londres la fortuna que había conseguido amasar.

La obra de Shakespeare

La publicación, en 1593, de su poema Venus y Adonis, muy bien acogido en los ambientes literarios londinenses, fue uno de sus primeros éxitos. De su producción poética posterior cabe destacar La violación de Lucrecia (1594) y los Sonetos (1609), de temática amorosa y que por sí solos lo situarían entre los grandes de la poesía anglosajona.
Con todo, fue su actividad como dramaturgo lo que dio fama a Shakespeare en la época. Su obra, en total catorce comedias, diez tragedias y diez dramas históricos, es un exquisito compendio de los sentimientos, el dolor y las ambiciones del alma humana. Tras unas primeras tentativas, en las que se transparenta la influencia de Marlowe, antes de 1600 aparecieron la mayoría de sus «comedias alegres» y algunos de sus dramas basados en la historia de Inglaterra. 
Destaca sobre todo la fantasía y el sentido poético de las comedias de este período, como en Sueño de una noche de verano; el prodigioso dominio del autor en la versificación le permitía distinguir a los personajes por el modo de hablar, amén de dotar a su lenguaje de una naturalidad casi coloquial.
A partir de 1600, Shakespeare publica las grandes tragedias y las llamadas «comedias oscuras». Los grandes temas son tratados en las obras de este período con los acentos más ambiciosos, y sin embargo lo trágico surge siempre del detalle realista o del penetrante tratamiento psicológico del personaje, que induce al espectador a identificarse con él: así, Hamlet refleja la incapacidad de actuar ante el dilema moral entre venganza y perdón; Otelo, la crueldad gratuita de los celos; y Macbeth, la cruel tentación del poder.
En sus últimas obras, a partir de 1608, cambia de registro y entra en el género de la tragicomedia, a menudo con un final feliz en el que se entrevé la posibilidad de la reconciliación, como sucede en Pericles; esta nueva orientación culmina en su última pieza, La tempestad, con cuyo estreno en 1611 puso fin a su trayectoria. Quizá cansado y enfermo, dos años después se retiró a su casa de Stratford, donde fallecería 23 de abril de 1616 del antiguo calendario juliano, usado en aquel tiempo en Inglaterra. Otro gran genio de la historia de la literatura universal, Miguel de Cervantes, falleció en la misma fecha del actual calendario gregoriano, ya adoptado por entonces en España.
Shakespeare publicó en vida tan sólo dieciséis de las obras que se le atribuyen; por ello, algunas de ellas posiblemente se hubieran perdido de no publicarse (pocos años después de la muerte del poeta) el Folio, volumen recopilatorio que serviría de base para todas las ediciones posteriores.

La cultura de Shakespeare.

Aunque es mucho lo que se desconoce sobre la educación de Shakespeare, lo cierto es que el artista no accedió a una formación universitaria y su amigo Ben Jonson, que sí la tenía, lamentó en alguna ocasión «su escaso latín y aún menos griego», lo que no fue óbice para que le llamara, además, «dulce cisne del Avon» y añadiera que «no es de un siglo, sino de todos los tiempos».
 En cierta manera, su no tan escasa instrucción (en Stratford había una buena escuela, y Shakespeare pudo conocer en ella a bastantes clásicos latinos) fue una ventaja, ya que su cultura no se moldeó sobre el patrón común de su tiempo; como autodidacta, William Shakespeare, según señaló un experto conocedor y traductor de su obra completa, Luis Astrana Marín, tuvo acceso a fuentes literarias sumamente raras gracias a la amistad que sostuvo con un librero.
 Los análisis de sus escritos revelan que fue un lector voraz; algunos de ellos son auténticos centones​ de textos extraídos de las fuentes más diversas. Pero son fundamentalmente cuatro las fuentes de sus obras.
En primer lugar, los historiadores ingleses, en especial la segunda edición de las The Chronicles of England, Scotlande, and Irelande, publicada en 1587, de Raphael Holinshed, como fuente de algunos de sus dramas históricos, de la trama de Macbeth y de partes de El rey Lear y Cimbelino; las Vidas paralelas de Plutarco en la retraducción desde la versión francesa de Jacques Amyot realizada por su amigo Thomas North (1573), de donde sacó su Tito Andrónico, su Julio César, su Coriolano y su Antonio y Cleopatra, y los Ensayos de Montaigne en la traducción de John Florio (1603), que moldearon algunos pasajes de La tempestad.
En segundo lugar hay que mencionar como fuente de inspiración los novellieri (de Mateo Bandello proviene la historia de Como gustéis y la de Romeo y Julieta, que también inspiró Castelvines y Monteses de Lope de Vega y Los bandos de Verona de Francisco Rojas Zorrilla; de Giambattista Giraldi Cinthio la de Otelo; de Giovanni Boccaccio A buen fin no hay mal tiempo y de Giovanni Fiorentino El mercader de Venecia y Las alegres comadres de Windsor; también Chaucer inspira algunas obras)​ y misceláneas de todo tipo, algunas de ellas españolas, como las Noches de invierno de Antonio de Eslava o la Silva de varia lección de Pero Mexía.

En tercer lugar, también se inspiró en la producción dramática inglesa anterior a él, de la que extrajo abundantes argumentos, personajes y principios de composición. A veces incluso rehízo obras enteras (por ejemplo, hubo un Hamlet anterior al suyo atribuido a Thomas Kyd, de 1589, que fue un éxito y no se ha conservado, pero inspiró el posterior de Shakespeare). Citó o evocó textos de muchas obras, siendo especialmente sensible al modelo de Christopher Marlowe en sus primeras obras. Este ansia imitativa no pasó desapercibida por su contemporáneo Robert Greene, quien lo tomó por un plagiario y escribió en 1592, aludiendo a una conocida fábula citada por Horacio, lo siguiente:
Es un vulgar y arribista cuervo embellecido con nuestras plumas, de corazón de tigre bajo piel de actor, y se cree capaz de alentar el verso blanco como el mejor entre nosotros, no siendo otra cosa que un donnadie que se cree el único agita-escenas (shake-scene) del país.
Por último, Shakespeare estaba también muy versado en mitología (conocía muy bien las Metamorfosis de Ovidio) y en retórica, si bien su estilo unas veces rehúye conscientemente las rígidas y mecánicas simetrías de esta última y otras se muestra demasiado jugador del vocablo, como correspondía entonces a la moda conceptista del Eufuismo, difundido por John Lyly y a su vez procedente del estilo de Antonio de Guevara, si bien Shakespeare se pronunció contra los excesos de ese estilo.
Shakespeare reconoció ser un gran asimilador (el poder de síntesis caracteriza a grandes poetas, como también por ejemplo a Dante Alighieri) y lo declaró en su Soneto LXXVI; pero también afirmó en este soneto ser capaz de superar a sus modelos convirtiendo en nuevo algo radicalmente viejo, insuflándole nueva vida. En vez de inventar o apelar a la originalidad, tomaba historias preexistentes, como la de Hamlet, y les otorgaba cuanto les faltaba para la eminencia. 
Sin embargo, y pese a todo, se mostró además completamente original instalándose algunas veces deliberadamente al margen de toda tradición, como en sus Sonetos, que invierten todos los cánones del petrarquismo elaborando un cancionero destinado a un hombre y donde se exige, ni más ni menos, el abandono del narcisismo del momento para engendrar la trascendencia de la eternidad por el amor, lo que puede parecer bastante abstracto, pero es que son así de abstractos y enigmáticos estos poemas, cada uno de los cuales encierra siempre un movimiento dramático, una invocación a la acción.


El monumento funerario de Shakespeare.


El monumento funerario de Shakespeare​ (inglés: Shakespeare's funerary monument) es un monumento a William Shakespeare situado en el interior de la Iglesia de la Santísima Trinidad, en Stratford-upon-Avon, Reino Unido, la misma iglesia en la que Shakespeare fue bautizado.
El monumento se atribuye tradicionalmente al escultor Gerard Johnson, pero un estudio reciente se inclina por su hermano, el también escultor Nicholas Johnson que tenía su taller cerca del teatro The Globe donde se llevaron a escena muchas obras de Shakespeare durante su vida. El diseño del monumento y la estatua de Shakespeare se habrían realizado por encargo suyo mientras vivía, por lo que este retrato sería uno de los dos únicos considerados como fieles representaciones del bardo.​

Descripción

Cuelga de la pared norte que domina el cancel del coro de la iglesia donde se encuentra la tumba de Shakespeare. Esculpido en piedra, se compone de un busto del poeta dentro de un arco enmarcado entre dos columnas de mármol negro pulido. Sostiene una pluma en una mano y en la otra una hoja de papel blanco posada sobre un cojín. La pluma es verdadera y tiene que ser remplazada periódicamente. 
El escudo de armas de Shakespeare corona el monumento, flanqueado por dos angelotes desnudos como figuras alegóricas: uno sujeta una espada, que simboliza el trabajo en vida, y el otro un cráneo que representa el descanso en la muerte. Otro cráneo de mayor tamaño se encuentra encima del escudo.
La concepción del monumento y la disposición de la efigie de Shakespeare corresponden a los monumentos funerarios que, a finales del siglo XVI y principios del XVII, se dedicaban a personalidades de la iglesia y académicos. Shakespeare no era ni lo uno ni lo otro y es muy probable que no estuviera autorizado a representarse con el traje que lleva puesto. Lo ostenta, al igual que su escudo, como marca de la posición social a la que aspira.
En la parte inferior un panel lleva dos inscripciones en letras doradas.​ La primera, en latín, reza:

UDICIO PYLIUM GENIO SOCRATEM ARTE MARONEM
TERRA TEGET, POPULUS MAERET, OLYMPUS HABET
[El juicio de un Nestor, el espíritu de un Socrates, el arte de un Virgilio
La tierra le cubre, el pueblo le llora, el monte Olimpo le reclama]

Y la segunda, en inglés:

STAY PASSENGER, WHY GOEST THOU BY SO FAST,
READ IF THOU CANST, WHOM ENVIOUS DEATH HATH PLAST
WITH IN THIS MONUMENT SHAKESPEARE: WITH WHOME
QUICK NATURE DIDE WHOSE NAME DOTH DECK YS TOMBE
FAR MORE THAN COST: SIEH ALL YT HE HATH WRITT
LEAVES LIVING ART, BUT PAGE, TO SERVE HIS WITT.
La fecha de su muerte y su edad aparecen en letras más pequeñas, en la esquina inferior derecha:

OBIIT AŇO DOI1616
AETATIS 53 DIE 23 AP.

First Folio.

Portada del First Folio con retrato de William Shakespeare grabado por Martin Droeshout. A causa de su escaso parecido con el Retrato Chandos se ha llegado a cuestionar la autenticidad de éste último, debido a la poca documentación existente sobre el aspecto real del dramaturgo.

First Folio es el nombre atribuido por los eruditos modernos a la primera publicación de la colección de treinta y seis obras teatrales de William Shakespeare, cuyo nombre original es Mr William Shakespeare's Comedies, Histories and Tragedies. Incluye todas las obras comúnmente aceptadas como auténticas, con la excepción de Pericles, príncipe de Tiro, Los dos nobles caballeros, y dos obras hoy perdidas, Cardenio, inspirada en el personaje cervantino, y Trabajos de amor ganados, considerada secuela de Trabajos de amor perdidos. No contiene ninguno de sus poemas. La obra fue recopilada y editada por John Heminges y Henry Condell, amigos del bardo, en 1623, siete años después de su muerte.
Se estima que se imprimieron unos 800 ejemplares. Actualmente, tras los últimos hallazgos de ejemplares en Francia (2014), y Gran Bretaña (2016), se conservan 234 Considerado un sobresaliente símbolo de la cultura en lengua inglesa, las subastas más recientes fijaron su precio en torno a 3 millones y medio de libras esterlinas.

Historia

En 1623, siete años después de la muerte de William Shakespeare, se publicó el Primer Folio, una recopilación de la mayoría de las obras teatrales que el Bardo de Stratford escribió durante su vida. 
El Primer Folio fue en gran medida la herramienta que haría a Shakespeare inmortal. El libro se convirtió en la referencia para reediciones posteriores de algunas de la piezas teatrales más famosas de la literatura occidental. Durante siglos editores, escritores, directores teatrales y cinematográficos acudirían a la versión de 1623 a la hora de reinterpretar o publicar cualquiera de los escritos del autor inglés. 
Paradójicamente, el genio nunca estuvo involucrado en la creación del Primer Folio, y aún más curioso es lo poco que se sabe acerca de aquellos que colaboraron con el autor o que recopilaron sus obras. Sobre aquellos que interpretaron a Hamlet y Romeo y Julieta por vez primera.

El libro se convirtió en la referencia para reediciones posteriores de algunas de la piezas teatrales más famosas de la literatura occidental. Como bien dijo el poeta y dramaturgo Ben Jonson en su dedicatoria del Primer Folio, Shakespeare no era "de una edad, sino para la eternidad". Aunque atemporal, es importante conocer el contexto en el que escribió para poder apreciar en su totalidad hasta qué punto expandió los horizontes del teatro inglés. Shakespeare vivió en la época gloriosa del drama isabelino. 
El reinado de Isabel I vio algunos de los hechos fundacionales de la Inglaterra moderna, entre ellos la malhadada expedición de la Gran Armada en 1588, que dio lugar a una producción inusitada de panfletos, coplas y pequeñas obras teatrales. Las continuas diatribas religiosas entre católicos, anglicanos, y puritanos alimentaban el cada vez mayor negocio de la publicación, y las paranoides conspiraciones de jesuitas "españolizados" y calvinistas revolucionarios tuvieron como inesperada consecuencia el avance de la palabra escrita como vehículo principal de polémica. A finales del siglo XVI, Inglaterra en general, y Londres en particular, eran un hervidero de versos, murmullos, y sermones.
De hecho, el teatro isabelino estaba en plena efervescencia desde hacía varios años. Cuando Shakespeare empezó sus primeros proyectos en 1594, Christopher Marlowe, el autor de El Doctor Fausto y uno de los escritores más influyentes de su época, acababa de morir. Autores como Thomas Kyd y Thomas Nashe gozaban de grandes audiencias, y el sistema de compañías teatrales se encontraba en pleno esplendor. Entre estas se encontraba Lord Strange's Men (Los Hombres de Lord Strange), la compañía que dirigía y pertenecía a Ferdinando Stanley, Lord Strange. Lord Strange era el primogénito de la Casa de Derby, y un reconocido mecenas. 
Entre sus protegidos se encontraban el propio Christopher Marlowe, Edmund Spenser y Robert Greene, y su compañía contaba con algunos de los más reputados actores del momento, entre ellos Richard Burbage, el actor más conocido de la época, y también un joven de las Midlands llamado William Shakespeare. Lord Strange's Men actuó entre 1570 y 1580, incorporando actores y escritores en sus filas. 
Entre 1590 y 1594, la compañía mantuvo una alianza con otro grupo contemporáneo llamado Lord Admiral's Men. En esta fecha, la compañía Lord Strange's Men empezó a llevar a cabo representaciones en un local conocido simplemente como "El Teatro" en Shoreditch, actualmente Londres.
Lord Strange's Men disfrutaron del éxito hasta la misteriosa muerte de Ferdinando en 1594, un año después de haberse convertido en Earl of Derby, adquiriendo derechos al trono de Inglaterra. Víctima del ambiente conspiratorio de la época, Ferdinando Stanley era tenido por simpatizante de los jesuitas. Su muerte fue súbita y en circunstancias que apuntan al envenenamiento. La compañía pronto se desintegró, pero el núcleo de aquellos actores se mantuvo unido, consiguiendo el patronazgo de Henry Carey, el chambelán de la corte, y creando un nuevo grupo teatral llamado Los Hombres del Lord Chambelán, dirigido por, entre otros, William Shakespeare. Los hombres del Chambelán William Shakespeare ya había estrenado algunas de sus obras como la trilogía de Enrique VI durante su etapa en Lord Strange's Men, aunque su afiliación a la troupe no está confirmada. 
Los Hombres del Chambelán, sin embargo, sería la compañía con la que representase sus éxitos más célebres, y con la que ganase fama inmortal. La compañía estaba formada por los antiguos actores de Lord Strange. A pesar de disfrutar del patronazgo nominal del Lord Chambelán, el grupo estaba organizado en torno a ocho "accionistas" principales entre los que se encontraba, desde el principio, William Shakespeare.
Algunos de los accionistas de la compañía no eran más que protegidos de la corte cuyo interés en la empresa fue fugaz, como William Kempe, un actor cómico que supuestamente vendió su participación al actor William Sly, o George Bryan, quién se retiró en 1598 entregando su puesto a Robert Armin, el actor que interpretaba los papeles de bufón o idiota obras como El Rey Lear. Otros de los accionistas se mantuvieron fieles y participaron activamente en el éxito de Shakespeare: personas como Augustine Phillips, uno de los socios del Globe, Henry Condell o John Heminges, quienes en 1623 editarían el Primer Folio. Varios historiadores sostienen que la estructura fundamental de Los Hombres del Lord Chambelán, basada en ocho accionistas principales, se mantuvo a través de cesiones y ventas a nuevos participantes, aunque esta teoría no ha podido ser confirmada por falta de pruebas documentales. 
Uno de los accionistas más importantes fue Richard Burbage, hijo de James Burbage, propietario de algunos de los teatros más representativos del Londres isabelino, y el actor más aclamado del momento. Burbage mantuvo su participación en la compañía hasta su muerte en 1619 y fue en gran medida responsable del éxito de Shakespeare. Burbage había interpretado papeles protagonistas en algunas de las obras de Marlowe, y fue el primer hombre en encarnar a personajes tan famosos como Hamlet, Otelo o el Rey Lear.
Su carisma y profesionalidad parecen haber impregnado a los personajes de Shakespeare con un aura propia que en gran medida ayudó al éxito de sus obras. Es de destacar que fue uno de los primeros actores ingleses en dominar papeles de más de ochocientas líneas, lo que supuso una gran ventaja a la hora de interpretar los discursos y soliloquios que pueblan los escritos de Shakespeare. La compañía actuó en diferentes teatros del noreste de Londres entre 1594 y 1599, el período en el que obras como Romeo y Julieta, El Sueño de una Noche de Verano y Ricardo III vieron la luz. No obstante, en 1599 Los Hombres del Lord Chambelán decidieron mudarse al barrio de Southwark, al sur del Támesis, tras un aumento del precio del alquiler por parte del propietario del Teatro de Shoreditch. 
La construcción del Globe, uno de los primeros teatros en propiedad de una compañía de actores, no habría podido llevarse a cabo sin la ayuda de los Burbage, quienes pusieron gran parte del capital, de modo que ese mismo año el teatro comenzó a poner en escena obras importantes, siendo inaugurado, probablemente, con la recién escrita Julio César.Jacobo I, patrón y mecenas del bardo El 24 de marzo de 1603 murió la reina Isabel I, una soberana que ya en su tiempo vivió rodeada de leyendas. 
El nuevo rey, Jacobo I, sería el fundador de una dinastía que sufriría el apogeo de la intolerancia religiosa en las islas británicas y en Europa. Su ascenso al trono estuvo marcado por la polémica debido a su origen escocés y a su prodigalidad: su primer acto oficial fue el nombramiento de pares escoceses ocupando posiciones y títulos que los ingleses tomaban como propios. La generosidad del rey se entendió desde el principio como un intento de apoderarse de las instituciones más valiosas del reino.
 Sin embargo la prodigalidad de Jacobo I también se extendió a las artes, incluyendo el teatro. El 19 de mayo de 1603 concedió una patente real a la compañía de Shakespeare como troupe autorizada y se nombró a sí mismo como su mecenas y patrón. A partir de entonces, la compañía cambió su nombre por el de Los Hombres del Rey (The King's Men).

La compañía continuó estrenando las obras de madurez de Shakespeare, como Macbeth, La Tempestad o Timón de Atenas. Para entonces el autor estaba en el cénit de su fama, y el Globe había demostrado ser una empresa rentable. Shakespeare y los accionistas del grupo fueron de los primeros actores en amasar una fortuna modesta con los ingresos de su profesión, de forma que a su muerte en 1616 el Bardo de Stratford pudo dejar a sus descendientes una herencia considerable, incluyendo tres casas y tierras en propiedad. Aunque la compañía jugó un papel muy importante en vida de Shakespeare, la actuación fundamental para la posteridad de sus compañeros se produjo una vez muerto el genio.
 En 1623 vio la luz el Primer Folio, una recopilación de treinta y dos de sus obras. La importancia de tal documento es difícil de igualar, ya que incluye sutiles instrucciones para los actores, tanto en puntuación como en pronunciación. Esto supone literalmente una ventana a cómo fueron interpretados los escritos de Shakespeare por vez primera, especialmente si tenemos en cuenta que sus editores, John Heminges y Henry Condell, habían sido actores en la compañía desde el principio y habían interpretado a varios de los personajes. 
Este valiosísimo documento preservó la memoria de Shakespeare para las generaciones futuras, evitando la propagación de falsos Quijotes y sentando un canon estilístico marcado por los propios contemporáneos que vivieron y escenificaron las obras recogidas. 
El trabajo de John Heminges y Henry Condell fue tan decisivo como el esfuerzo pecuniario y las dotes interpretativas de Richard Burbage y los actores que formaron parte de la empresa shakespeariana: sin el trabajo de cada uno de ellos es probable que el Poeta Laureado de Inglaterra hubiese sido una estrella más en el firmamento, en lugar de convertirse en el "hombre para la eternidad" que es hoy.

William Shakespeare.

Las obras de William Shakespeare, por John Gilbert (1849)

Las obras de William Shakespeare tratan de una gran variedad de temas y estilos. Se cree que, entre 1590 y 1612, Shakespeare escribió unas 38 obras de teatro que abarcan la comedia, las obras históricas y las tragedias. El sueño de una noche de verano y Macbeth son claros ejemplos de lo diferentes que pueden ser las creaciones que manaron de la pluma del mismo autor, llevando a la audiencia a unirse al juego o a esperar el desarrollo de la catástrofe en cada obra. Mientras, obras como La Tempestad y El cuento de invierno tocan sutilmente los límites de las categorías antes mencionadas.

La autoría de las obras de Shakespeare es un tema de debate. Debido a la poca documentación de la época y a la genialidad de las obras, algunos expertos teorizan que William Shakespeare no es más que un nombre falso que usó algún dramaturgo de la época para publicar de manera anónima. Se cree que la primera obra de Shakespeare es Enrique VI, Parte I, una obra de historia sobre la política inglesa en los años previos a la Guerra de las Rosas. Una teoría dice que el posible autor (o coautor) de esta obra es Christopher Marlowe, otro dramaturgo isabelino conocido sobre todo por su tragedia Doctor Fausto. Se cree que la última obra de Shakespeare fue Los dos nobles caballeros, una tragicomedia presuntamente coescrita con John Fletcher en 1613, tres años antes de la muerte del dramaturgo.

¿Cuándo se publicaron las obras de Shakespeare?

Debido a que no todas puestas en escena de la época quedaban registradas, es difícil saber con certeza cuándo se publicó cada obra de Shakespeare. El consenso actual sobre la cronología se basa en la unificación de diferentes grupos de datos, entre las que destacan las fechas de portadas de las primeras ediciones, los diarios de la época y las fechas de las presentaciones conocidas. Cada obra se puso en escena dentro un período bastante estrecho, pero es imposible saber con exactitud el año de su composición. El trabajo de creación de cada autor es independiente de la fecha del estreno y fijar una fecha de composición sería pura especulación.

Otro elemento que dificulta saber cuándo se publicaron las obras de Shakespeare es que muchas de ellas tienen múltiples ediciones con ciertas variaciones. Por ejemplo, se cree que Hamlet se escribió entre 1600 y 1601; se publicó de forma escrita en 1603 y tuvo varias ediciones, entre ellas una versión extendida en 1604, la cual incluía 50 líneas más. Las ediciones académicas modernas unifican material de varias ediciones.

Por todo lo mencionado anteriormente, los años de publicación en este artículo son aproximaciones:

Enrique VI, 1.ª parte (1589-1590)

Enrique VI, 2.ª parte (1590-1591)

Enrique VI, 3.ª parte (1590-1591)

Ricardo III (1592-1593)

La comedia de los errores (1592-1593)

Tito Andrónico (1593-1594)

La fierecilla domada (1593-1594)

Los dos hidalgos de Verona (1594-1595)

Trabajos de amor perdidos (1594-1595)

Romeo y Julieta (1594-1595)

Ricardo II (1595-1596)

El sueño de una noche de verano (1595-1596)

El rey Juan (1596-1597)

El mercader de Venecia (1596-1597)

Enrique IV, 1.ª parte (1597-1598)

Enrique IV, 2.ª parte (1597-1598)

Mucho ruido y pocas nueces (1598-1599)

Enrique V (1598-1599)

Julio César (1599-1600)

Como gustéis o Así es si así os parece (1599-1600)

Noche de reyes (1599-1600)

Hamlet (1600-1601)

Las alegres comadres de Windsor (1600-1601)

Troilo y Crésida (1601-1602)

Bien está lo que bien acaba o A buen fin no hay mal principio (1602-1603)

Medida por medida (1604–1605)

Otelo (1604-1605)

El rey Lear (1605-1606)

Macbeth (1605-1606)

Antonio y Cleopatra (1606-1607)

Coriolano (1607-1608)

Timón de Atenas o La vida de Timón de Atenas (1607-1608)

Pericles, príncipe de Tiro (1608-1609)

Cimbelino  (1609-1610)

Cuento de invierno (1610-1611)

Enrique VIII (1612-1613)

La tempestad (1611-1612)

Los dos nobles caballeros (1612-1613)




La botánica oculta tras las obras de William Shakespeare.

Desde Nueva York hasta París, pasando por Stratford-upon-Avon, las localizaciones son algunos de los lugares en los que podemos encontrar jardines dedicados al bardo inglés.

PEDRO GARGANTILLA
05/08/2022
Un jardín de Shakespeare en el Vassar College, Estados Unidos


William Guifoyle (1840-1912) fue un botánico inglés que formó parte de la expedición científica del HMS Challenger que en 1868 viajó alrededor del océano Pacífico. Cinco años después se asentó en Melbourne en donde llegó a dirigir el Real Jardín Botánico.
Fue precisamente durante esa etapa cuando comenzó a publicar un total de veinticinco artículos en los que, por orden alfabético –del acónito al tejo- y con una periodicidad mensual, recopiló todas las plantas que aparecen en las obras de William Shakespeare (1564-1616). Un trabajo interesante, al tiempo que útil y relevante, que pone de manifiesto el interés del bardo inglés por la botánica.

Jardinero y escritor.

'El mercader de Venecia', 'El sueño de una noche de verano' o 'Romeo y Julieta' son solo tres ejemplos de obras en las que William Shakespeare nos legó espacios botánicos entre sus líneas. Allí podemos encontrar amapolas, mandrágoras, margaritas, violetas, rosas... Así por ejemplo, en 'Romeo y Julieta' es el cura, fray Lorenzo, el que prepara el brebaje y señala cómo en la flor duermen ocultos la medicina y el veneno, al igual que sucede en el alma humana; en Macbeth las brujas anuncian en voz alta los ingredientes de su conjuro, el cual incluye una «raíz de cicuta de noche arrancada».
Titania, la reina de las hadas de Sueño de una noche de verano, tiene cuatro duendes cuyos nombres recuerdan a remedios caseros y uno de ellos tiene una relación estrecha con la botánica: Grano de Mostaza, Polilla, Telaraña y Flor de Guisante.
El conocimiento botánico de Shakespeare procedía de los herbarios que contenían una información detallada de plantas medicinales que fueron recopiladas en las obras clásicas de algunas de las grandes figuras de la Medicina, como Hipócrates, Teofrasto, Dioscórides, Galeno o Avicena. Y es que las terribles epidemias que asolaron la era isabelina y las enfermedades venéreas, aparentemente incurables, obligaban en aquella época a tener un amplio conocimiento de las plantas medicinales.

Jardines de Shakespeare.

Para homenajear su colosal labor botánica algunas ciudades, entre las cuales se encuentran Nueva York, París o Stratford-upon-Avon, han creado espacios verdes temáticos con plantas que aparecen en las obras del poeta inglés y a los cuales se conoce genéricamente como «jardines de Shakespeare».
Las especies vegetales suelen aparecer identificadas mediante planchas informativas en las cuales se expone, además, un breve fragmento de la obra en la que aparece inmortalizada. Habitualmente estos jardines no están aislados sino que forman parte de otros mayores. Posiblemente el jardín de Shakespeare que está ubicado dentro de Central Park sea el más visitado del mundo.
El jardín neoyorkino tiene una superficie aproximada de hectárea y media, y en su interior, a lo largo de sinuosos caminos, se cultivan desde pensamientos y romeros –que aparecen mencionados en Hamlet- hasta cardos –citados en 'Mucho ruido y pocas nueces'-. En el pulmón de Manhattan hay, incluso, una morera blanca, que según la leyenda procede de un injerto de un árbol plantado en 1602 por el escritor inglés.
No muy lejos de allí está el Jardín botánico de Brooklyn que alberga, a su vez, desde 1925 un jardín de Shakespeare. En él se cultivan más de ochenta plantas que aparecen en los poemas y obras de teatro shakesperianos que hacen las delicias de los amantes de la literatura inglesa y de la botánica.

Del tiempo y sus caminos: El perdón en la etapa final de la obra shakespeariana.

 BEATRIZ VILLACAÑAS.


I
«Conocemos su obra pero con respecto a su vida es muy poco lo que se sabe»

«Las últimas obras de este período están marcadas por lo que podríamos llamar un final feliz»


Poeta y dramaturgo, escritor de comedias, tragedias y drama histórico, William Shakespeare es, bien es sabido, todo un clásico, una presencia literaria permanente , por su profundo conocimiento de la psicología humana, por su hondura filosófica y metafísica, por lo sublime de su expresión poética. Su obra se mantiene en plena vigencia en cada época, A él, junto con otros grandes, le aplico gozosamente mi aforismo: «siempre joven y vivo, como un clásico».

Dada la abundancia de su producción literaria, escrita a lo largo de toda su vida, la obra de Shakespeare se asienta en diferentes etapas. Una de ellas, la que viene marcada por la gran abundancia de tragedias, se conoce como «The dark period», la «Etapa oscura».
A esta etapa pertenecen, entre otras, las archiconocidas tragedias Macbeth, King Lear, Othello, Coriolanus, Julio Cesar y Hamlet . Una etapa oscura que, a la vez, yo llamo «brillante» por la grandeza literaria que estas obras poseen.

El panorama desolador de la llamada «Etapa oscura» cambia sustancialmente en la etapa que corresponde a los años finales del autor inglés. Las últimas obras de este período están marcadas por lo que podríamos llamar un final feliz, u n orden después del caos, una justicia reestablecida, y el perdón como agente esencial de todo ello en muchos casos. La lucidez de Shakespeare no le impide ver el dolor, la traición, la falsedad, la ambición desmesurada, el crimen: también en esta etapa, como en las anteriores, lo muestra abiertamente. La gran diferencia está en el orden reestablecido. Un gran ejemplo de esto es La Tempestad. 
Aquí Shakespeare no deja de mostrar hasta qué punto la ambición hace a un hermano ser verdugo de su hermano, cómo Próspero, duque de Milán, es puesto en un barco, con su pequeña hija Miranda, a merced de las olas marinas para que su usurpador hermano pueda tener el ambicionado ducado. Próspero y Miranda, afortunadamente, logran arribar a una isla donde pasan doce años. Próspero es un mago y podrá vengarse ¿se vengará? Conjura una tempestad al saber que su usurpador hermano y su cómplice, el rey de Nápoles, junto con otros personajes, viajan en un barco ¿para que naufraguen y se ahoguen? No: para que, con su mágica ayuda, lleguen a la isla donde él y su hija se encuentran. Y, una vez reunidos, perdonarlos.
 El perdón viene unido al arrepentimiento y a la reconciliación . Y a la feliz boda de Miranda con Ferdinand, hijo del rey de Nápoles. Y todos vuelven juntos a casa.

II

El hecho de que William Shakespeare optara, en la última etapa de su producción literaria, por dar un final feliz a sus obras, ha sido, y era de esperar, motivo de especulación al respecto. Se ha considerado la posibilidad de que, ya en una etapa de madurez, el autor optara por mirar la realidad con una actitud positiva que le permitiera sentirse mejor en los años en que la juventud ya era algo pasado. En esto estamos en el terreno de la hipótesis, pero no deja de tener sentido, mucho sentido, el que fuera realmente así.
De Shakespeare nos es dado el privilegio de conocer su obra, pero, respecto a su vida, es muy poco lo que se sabe . Cierto es que existen documentos que aportan datos importantes, pero de cómo era Shakespeare el hombre, de su carácter, pensamiento, y tanto más relacionado con su personalidad se sabe tan poco que la admiración y fascinación que genera el autor ha venido impulsando numerosas especulaciones y teorías. De lo que, debido a su obra, sí podemos estar seguros es de que Shakespeare conocía en profundidad el alma humana, las grandezas y las miserias de sus congéneres, que conocía el dolor y el amor, que era, incluso, un filósofo y, por supuesto, un gran poeta.
El perdón en la etapa final de la obra shakespeariana ocupa un lugar fundamental y, junto con la reconciliación , contribuye decisivamente a que un orden roto por la maldad y los errores de ciertos personajes sea reestablecido. A diferencia de Hamlet, The Tempest , que posee los mismos «ingredientes» para desembocar en tragedia (ambición desmedida, usurpación, crueldad, etc), termina con un prometedor y feliz matrimonio y con la vuelta a casa de todos, víctimas y victimarios, reconciliados, con arrepentimiento y perdón. Y Próspero, el gran protagonista, duque de Milán, cuyo ducado fue usurpado por su hermano, y también mago, utiliza sus poderes no para vengarse sino para volver a la unión que nunca debió haberse roto.
 Y, a la vez que, junto con su hija Miranda, su usurpador y perdonado hermano y los demás personajes abandonan la isla donde Próspero y Miranda vivieron nada menos que doce años, éste decide, asimismo, abandonar, la magia. Es altamente significativo el hecho de que The Tempest sea la última obra escrita por Shakespeare, quien al igual que Próspero, que puede considerarse su «alter ego», decide abandonar el teatro. El creador del personaje de Próspero, quien opta por el perdón y la reconciliación, parece, en su etapa final, haber o ptado por reconciliarse con sus semejantes y con la vida.



Lincoln and Shakespeare.



23 de abril de 1616. Muere en Stratford-upon-Avon uno de los mejores poetas y dramaturgos del mundo, si no el mejor. William Shakespeare, de 52 años, fue inmediatamente reconocido por su increíble habilidad en el trabajo escrito y oral. 193 años después ya más de 4000 millas de distancia, nació un niño en Nolin Creek, Kentucky. Este niño crecería para convertirse en uno de los presidentes más destacados en la historia de los Estados Unidos... y devoraría la obra de Shakespeare a cada paso del camino.

Es probable que las primeras interacciones de Abraham Lincoln con el Bardo ocurrieran en su juventud mientras leía Lessons in Elocution¸ un manual de William Scott que incluía parte de A Midsummer Night's Dream, Henry V y Macbeth. La última de las tres se convertiría en la obra de Shakespeare favorita de Lincoln, releyendo una copia vieja y gastada en su juventud, adolescencia y edad adulta. Shakespeare en el siglo XIX era ciertamente pertinente para las clases altas de la sociedad estadounidense, pero el joven granjero de Kentucky se encontró inmerso y enamorado de Falstaff, Macbeth, Julio César y Hamlet de una manera que dictaría sus referencias, sus planes. de acción, y su tiempo libre a lo largo de su vida.

Lincoln, conocido por su amor por los libros y la lectura, pudo ver a Shakespeare en el escenario mientras vivía en Springfield. La Thespian Society en Illinois floreció y se notó que Lincoln invitó a James Murdock, un popular lector e intérprete de Shakespeare, a su casa. El amor de Lincoln por Shakespeare y sus obras continuó con su mudanza a Washington D.C. Allí vio a J.W. Wallack, Edward Davenport y Charlotte Cushman en Macbeth. Cushman era una actriz talentosa conocida por su habilidad para interpretar papeles masculinos y femeninos a lo largo de su carrera. Uno de sus papeles más famosos además de Lady Macbeth fue como Romeo con su hermana menor interpretando a Julieta.

Cushman había sido presentado a Lincoln años antes en 1861 por el Secretario de Estado, William. H. Seward. Cushman a menudo se quedaba en la casa de Seward cuando visitaba Washington. Al conocerla, Seward señala que Lincoln "le dijo que Macbeth era su obra favorita y que esperaba verla algún día en el papel de Lady Macbeth". Cushman obedeció al presidente e interpretaría a Lady Macbeth como una potencia femenina a partir de 1863.

Cushman no fue el único artista de Shakespeare que interactuó con Lincoln. Edwin Booth, hermano del infame asesino John Wilkes Booth, era conocido por su destreza como actor de Bard. Al igual que Cushman fue considerada la última Lady Macbeth, Booth fue aclamado como el más grande Príncipe Hamlet del siglo XIX. Lincoln vio al menos siete representaciones diferentes de Booth, de Shakespeare y otras. 
En 1864, Booth inició un compromiso a largo plazo en Washington. Actuó en más de 16 obras diferentes. Lincoln vio algunas de las mejores obras de Shakespeare, incluidas Hamlet, Richard III, Katharine y Petruchio y The Merchant of Venice durante esta carrera, así como otras obras famosas, como The Iron Chest y Richelieu.


Booth ciertamente era consciente durante este compromiso en Washington no solo de la afinidad del presidente hacia Shakespeare, sino también de su admiración e interés en el actor mismo. El Hamlet de Booth fue grandioso y evocador, algo que no se había registrado antes en la obra. Los arreglos habrían diferido ligeramente de los textos que Lincoln había leído y recitado, pero sin duda habría sido una actuación evocadora y entretenida.

Edwin Forrest era un actor de Shakespeare que había estado en escena cuando Edwin Booth estaba alcanzando la fama. Forrest, que tuvo un gran éxito en los teatros de Nueva York, fue conocido por su actuación en Othello y mucho más tarde por su papel principal en Macbeth. Lincoln había visto a Forrest en King Lear como Lear en el Ford's Theatre en 1862. Forrest era popular por un estilo de actuación más antiguo: era musculoso, robusto, grandioso y uno de los primeros nativos americanos en alcanzar un nivel tan alto de popularidad. por su oficio. Un actor favorito de la era jacksoniana de la década de 1920, Forrest interpretó papeles como el Rey Lear, Ricardo III e incluso Spartacus no shakespeariano en The Gladiator.

Lincoln vio la actuación de Lear de Forrest el 8 de abril en el Teatro Ford y se le unieron algunos amigos y su esposa en los palcos. August Laugel, un historiador francés que estaba en el palco de Lincoln, señaló: 
"Por la noche, con el Sr. y la Sra. Lincoln y Charles Sumner, fuimos al teatro directamente desde la Casa Blanca... La obra era "El rey Lear", con Forrest en el papel principal. Su parte estuvo bastante bien interpretada, pero con demasiada exageración. El resto de la troupe era miserable.

Al ver la interpretación de Lear de Forrest, Lincoln muestra su destreza shakesperiana. Laugel continúa señalando que "él [Lincoln] parecía extremadamente familiarizado con Shakespeare, y en varios lugares comentó sobre el cambio realizado en la interpretación". Lincoln no solo disfrutó de las actuaciones, sino que las comparó activamente con lo que Shakespeare había escrito originalmente, así como con lo que había escrito,me  imaginó las escenas en su propia mente.

Aunque separados por casi 200 años, la afinidad de Lincoln por Shakespeare se demostró a través de su constante lectura y recitación de obras de teatro a su familia y sus invitados, sus citas del Bardo en cartas y discursos, e incluso se mostró a través de Mary Todd en el obsequio de un completo Conjunto de 8 volúmenes de Las obras dramáticas de William Shakespeare a su hijo, Robert.


Lincoln: el personaje más grande de Shakespeare.

8 de diciembre de 2020


Abraham Lincoln, decimosexto presidente de los Estados Unidos, se sentó al otro lado de la mesa del oficial del estado mayor  Le Grand B. Cannon en Fort Monroe, Virginia, en mayo de 1862. Eran los únicos dos presentes, los oficiales superiores se habían ido a sus asignaciones de campo, no debe regresar hasta más tarde en el día. Un libro de la obra de Shakespeare, que Lincoln le había prestado a un general en el Fuerte, estaba abierto sobre la mesa entre ellos. 
Cannon había estado trabajando duro, pero Lincoln, incapaz de actuar hasta que regresaron sus oficiales ausentes, había pasado las horas anteriores en un escritorio vacío, con la nariz enterrada en el pequeño volumen de las obras de teatro de Bard. 
Esto no estaba fuera de lugar para Lincoln; tenía un amor intenso por Shakespeare y llenaba muchos de los escurridizos momentos libres que tenía como Comandante en Jefe con esos famosos versos. Tan grande era este amor que aquellos que lo conocían bien (e incluso aquellos que no) se habían acostumbrado a que el melancólico y contemplativo presidente rompiera en largas recitaciones de Shakespeare cada vez que tenía la oportunidad. 
Fue con esta intención que Lincoln se acercó a Cannon ese día de mayo, ofreciéndole al oficial un descanso del trabajo a cambio de una audiencia. Cannon, por supuesto, aceptó la invitación. 

Cannon recordó que Lincoln recitó varias de las tragedias y dijo que "estaba sorprendido de ver lo bien que [Lincoln] lo interpretó todo". Pero el presidente parecía particularmente interesado en la menos conocida Vida y muerte del rey Juan .en esa mañana de primavera. 
Fue una elección relevante. La obra, escrita por Shakespeare a mediados de la década de 1590, relata el desastroso final del reinado del rey Juan. Temáticamente, se trata de la cuestión de la autoridad, preguntando si es su precedente legal o su poderío militar lo que legitima a un gobernante. Más allá de este dilema filosófico, la obra presenta una imagen desgarradora de individuos poderosos en una crisis extrema y detalla la caída en desgracia de un rey mientras su reino se desmorona a su alrededor en rebelión y violencia. Sin duda, esto resonó en Lincoln en 1862. 
La sangrienta Guerra Civil continuaba y la victoria de la Unión no estaba a la vista. En todo el país, Lincoln era ampliamente considerado un presidente incapaz, e incluso sus partidarios lo criticaron como nada más que un tonto bien intencionado. Todo esto combinado debe haberlo hecho sentir como un personaje enKing John, que el difunto erudito de Shakespeare David Bevington describe como "un estudio de callejón sin salida, de dilemas políticos torturados para los que no puede haber una respuesta clara". ¿Podría aplicarse algo más perfecto a la posición de Lincoln? 

Pero más allá de su visión de las luchas de un líder bajo una inmensa presión, Lincoln parece haber obtenido algo mucho más personal de esta obra. A fines del invierno de 1862, solo tres meses antes de su visita a Fort Monroe, el hijo de Lincoln, William, había fallecido. Uno de los personajes de la obra, Lady Constance, que también pierde a un hijo en circunstancias trágicas, lamenta sus sentimientos en un soliloquio desgarrador. Fue este pasaje el que Lincoln leyó en voz alta al oficial Cannon: 
“La pena llena la habitación de mi hijo ausente,/Yace en su cama, camina conmigo” (3.4.1479-1480). 

Cannon nos dice que Lincoln dejó de leer después de esto y le preguntó:
 “¿Alguna vez soñaste con un amigo perdido y sentiste que estabas teniendo una dulce comunión con ese amigo? y, sin embargo, una conciencia de que no era una realidad? Cannon respondió que, de hecho, había tenido esa experiencia. Lincoln simplemente dijo: "Así es como sueño con mi niño perdido Willie". 
Luego comenzó a sollozar.

La historia de "Honest Abe" que creció en una pequeña cabaña rural y ascendió hasta llegar a la oficina más alta de la tierra es quizás el mito de autocreación más potente y ampliamente conocido en el ethos cultural estadounidense. Bien documentado junto con sus circunstancias domésticas está el hambre de conocimiento de Lincoln y su genio autodidacta. Uno de los mejores escritores de discursos en la historia de los Estados Unidos aprendió a leer y escribir sin ir a la escuela durante más de un año. 
La evidencia sugiere que Shakespeare estuvo presente en la búsqueda de Lincoln por el autoconocimiento desde el principio. Al crecer en la frontera escasamente poblada, el acceso cultural de Lincoln fue tan amplio como el educativo; probablemente no asistió al teatro hasta bien entrada la edad adulta, y los libros disponibles para él durante la infancia eran limitados. 
La mayoría de los hogares rurales en este momento solo poseían una Biblia y uno o dos volúmenes de literatura inglesa clásica. Sin embargo, es probable que la madre o madrastra de Lincoln tuviera una copia de Lessons in Elocution de William Scott, un libro de texto educativo bastante popular a principios del siglo XIX que utilizaba (entre otra literatura) versos y soliloquios de Shakespeare para ayudar a enseñar a hablar, leer y escribiendo de manera efectiva. 
Esto probablemente formó el núcleo de la introducción de Lincoln a Shakespeare durante la infancia y bien podría haber sido su principal fuente de instrucción educativa durante gran parte de su adolescencia. 

Si esto es cierto, sugiere que el desarrollo verbal y académico de Lincoln se inició en muchos sentidos a través de las palabras de Shakespeare. 

Leyendo y escribiendo

 Si esto es cierto, sugiere que el desarrollo verbal y académico de Lincoln se inició en muchos sentidos a través de las palabras de Shakespeare.

Independientemente de cómo llegó por primera vez a Shakespeare, las palabras del dramaturgo reaparecen a lo largo de la vida de Lincoln. En 1836, finalmente fue admitido en el Colegio de Abogados de Illinois, lo que le dio los recursos para comprar su propia antología de Shakespeare en algún momento de los años siguientes. Parece que usó esta copia regularmente, ya que abundan las historias del abogado alto y larguirucho que viaja por el circuito de la corte con un libro de Shakespeare en su cartera, leyéndolo cuando podía.

Pero es cuando Lincoln finalmente llega a la Casa Blanca cuando vemos que su compromiso con Shakespeare se eleva a nuevas alturas emocionales. En sus últimos dos años como presidente, tuvo una pequeña cantidad de tiempo libre de sus deberes e iba al teatro con bastante frecuencia, y finalmente pudo ver las obras que tanto amaba representadas en el escenario. Como resultado, inició una breve correspondencia con uno de los principales actores del momento, James Hackett. Al escribirle el 17 de agosto de 1863, Lincoln dice:
 “A diferencia de ustedes, caballeros de la profesión [actores profesionales], creo que el soliloquio de Hamlet que comienza con 'Oh, mi ofensa es grave' supera al que comienza con 'Ser o no ser'. '” 
El soliloquio al que se refiere viene en el Acto 3, Escena 3 de Hamlet, cuando el rey Claudio admite ante la audiencia que efectivamente mató al padre de Hamlet. Se lee:
Oh, mi ofensa es repugnante, huele al cielo; [...]
Aunque la inclinación sea tan aguda como la voluntad;
Mi culpa más fuerte vence mi intención fuerte;
[...] ¿Y si esta mano maldita
fuera más espesa que ella misma con la sangre del hermano,
no hay suficiente lluvia en los dulces cielos
para lavarla blanca como la nieve? [...] (3.3.2318-2328)

Uno se pregunta por qué Lincoln amaba este soliloquio más que su famosa contraparte "Ser o no ser". Este último es una meditación ampliamente citable sobre las cuestiones más esenciales de la existencia, que deposita que la mayor elección de un ser humano en la vida es continuar viviendo o terminar con la vida que se le ha dado. 
Sus implicaciones tocan muchos aspectos de la existencia junto con el trauma, y ​​bien podrían haber sido útiles, reconfortantes, incluso, para Lincoln mientras luchaba profundamente con la tragedia personal y nacional. Comparativamente, el discurso del rey Claudio "Oh, mi ofensa es grosera" —el discurso que prefería Lincoln— está hipercentrado en la cuestión de la culpa y el fratricidio. Pero Lincoln nunca mató a su hermano, ni a nadie más. ¿Por qué una meditación tan asesina lo golpeó tan profundamente?

Podría ser que Lincoln estuviera leyendo a Shakespeare en esos años ejecutivos con un ojo monopolizador de cómo hablaban de su propia experiencia como presidente, usando las obras, en parte, para dar voz a la culpa natural que sentía como líder del esfuerzo de guerra más sangriento. jamás había soportado la nación. Un comentario sombrío que Lincoln le hizo a un congresista durante un período particularmente horrible de la guerra proporciona una posible corroboración: 
“¿No les parece extraño que yo esté aquí? ¿No te parece extraño que yo, que no podía cortarle la cabeza a un pollo, y que me mareé al ver la sangre, sea arrojado en medio de una gran guerra, con la sangre fluyendo a mi alrededor? ?”
 Aunque Lincoln nunca se arrepintió de continuar con la guerra, sería difícil imaginar que el peso del derramamiento de sangre no lo afectara de alguna manera.  

Pero de todas las obras de Shakespeare que leyó en el cargo, Lincoln amaba más a Macbeth y escribió:
 “Creo que nada es igual a Macbeth. Es maravilloso." 
El secretario del Senado, John Weiss Forney, nos brinda información valiosa sobre lo que Lincoln obtuvo de la ominosamente llamada "obra escocesa". Una noche, Forney descubrió a Lincoln sentado solo, su rostro “espantosamente pálido, los círculos oscuros rodeaban sus ojos cavernosos, su cabello estaba peinado hacia atrás desde sus sienes [...]” 
Un libro estaba abierto en el regazo del presidente. Fiel a su carácter, le preguntó a Forney si podía recitar un pasaje de Macbeth que, según dijo, "viene a mí esta noche como un consuelo". Comenzó a recitar el soliloquio más famoso del personaje principal:   

Mañana, y mañana, y mañana, 
Se arrastra en este paso mezquino de día en día, 
Hasta la última sílaba del tiempo registrado; 
Y todos nuestros ayeres han iluminado a los necios 
El camino a la muerte polvorienta. ¡Fuera, fuera, breve vela! 
La vida no es más que una sombra ambulante, un pobre actor, 
que se pavonea y se preocupa por su hora en el escenario, 
y luego ya no se le oye más. Es un cuento 
Contado por un idiota, lleno de ruido y furia, 
Que no significa nada. (5.5.2376-2385)

El lenguaje de Shakespeare aquí es increíble. Se habla después de que Macbeth haya logrado el control absoluto de la corona escocesa. Sin embargo, a través del poder no ha logrado nada, y el mismo reino que buscaba controlar se ha vuelto contra él. Enemigos viciosos se están acercando al castillo, pronto para entrar en la sala del trono y matarlo.
 Sin embargo, más que la amenaza física que se avecina, es el inmenso dolor y la desesperación de la impotencia lo que Macbeth lamenta aquí. Incluso después de alcanzar el poder supremo en un sentido político, se da cuenta de que no puede cambiar el curso del destino. 

Pero Lincoln no era un tirano. Mientras Macbeth sufría bajo el peso de la culpa y los excesos aplastantes, Lincoln no cargó con tales pecados. En cambio, obtuvo algo mucho más abstracto del famoso soliloquio de Macbeth. 
A lo largo de su vida, Lincoln se sintió profundamente atraído por la idea de un destino inmutable y utilizó esta mentalidad de "predestinación" para ayudarlo a sobrevivir incluso en los eventos más traumáticos. 
En muchos sentidos, vio su legado presidencial no como el resultado de una estrategia y una planificación política bien ordenadas, sino como el mero resultado de un orden superior del que él era simplemente una herramienta a menudo involuntaria. 
“Afirmo no haber controlado los eventos, pero confieso claramente que los eventos me han controlado a mí”, dijo en una carta de 1864. No había modestia en esto; él quiso decir cada palabra, y no es difícil entender por qué. He aquí un hombre que, al ingresar a la presidencia en 1860, no había ocupado un cargo político más alto que un período en la Cámara de Representantes, y que solo unos años antes no había sido elegido senador de Illinois. 
Y cuando finalmente fue elegido presidente, la mitad de la nación se separó. Como si llevar a la nación a través de una gran guerra civil no fuera suficiente, perdió hijos y seres queridos al mismo tiempo, y el país al que se dedicaba pensaba muy mal de él.
 Es la sensación de desesperanza de Macbeth frente al poder del destino lo que hizo que Lincoln sintiera una conexión con el discurso. Se sintió profundamente reconfortado por la suprema intuición de Shakespeare sobre el sentimiento de impotencia casi existencial que a menudo afecta a las personas en posiciones de increíble responsabilidad. No importa cuán brillantemente exitosa resulte ser la presidencia de Lincoln en retrospectiva, mientras vivía,  

Como lamentablemente sabemos, el acto final de la historia de Lincoln no fue menos shakesperiano que los anteriores. Fue asesinado por John Wilkes Booth el 15 de abril de 1865, en un balcón del Teatro Ford, menos de dos meses después de su segundo mandato. Después de dispararle a Lincoln en la cabeza, Booth gritó a la multitud, "sic semper tyrannis" (" Así siempre con los tiranos"), palabras atribuidas a Brutus después de asesinar a Julio César, que la obra de Shakespeare del mismo nombre representa magistralmente, una obra que Booth había hecho. actuó con frecuencia.
 Los cuentos incluso sugieren que en la semana anterior al asesinato, Lincoln tuvo sueños inquietantes de visitar su propio funeral. Como resultado de esta pesadilla, cuenta la historia, una sensación de pavor pareció apoderarse de sus últimos días. 
Cuando compartió esto con un amigo de confianza, aludió a Macbeth, diciendo que la sensación de fatalidad "se ha apoderado de mí y, como el fantasma de Banquo, no bajará".  

¿Lincoln realmente tuvo una intuición onírica de su próxima muerte? 

Quizás, pero quizás no. Lo que es más significativo es que este mito, enmarcado como está en las alusiones de Shakespeare, aún persiste en nuestra memoria cultural de Lincoln. De hecho, la interconexión aparentemente orgánica entre Shakespeare y Lincoln ha sido señalada una y otra vez por académicos y escritores por igual. Numerosos artículos, podcasts y conferencias académicas documentan el rico compromiso de Lincoln con el Bardo. 
Incluso hay un tratamiento de la extensión de un libro sobre el tema. Incluso cuando un erudito busca hablar solo sobre Lincoln, Shakespeare todavía parece abrirse paso. En solo la tercera página de la biografía de Lincoln financiada por NEH del historiador dos veces ganador del Premio Pulitzer David Herbert Donald, una referencia a un Hamlet. Aparece la cita que el Honesto Abe' amaba:
 "Hay una divinidad que da forma a nuestros fines, / los desbasta como lo haremos". 
Tal vez sea lógico que Shakespeare aparezca en un estudio tan exhaustivo de Lincoln, dado su intenso amor por la obra del autor. Sin embargo, incluso cuando los críticos literarios simplemente discuten la influencia de Shakespeare en Estados Unidos, Lincoln casi siempre aparece allí también. Cuando la Biblioteca de América publicó una antología de escritos sobre Shakespeare a lo largo de la historia de los Estados Unidos titulada Shakespeare en América, aparece una carta que Lincoln le escribió a un famoso actor de Shakespeare. 
Cuando el erudito público de NEH, James Shapiro, escribió Shakespeare en una América dividida sobre el papel de Shakespeare en la historia estadounidense, dedicó un capítulo completo al presidente Lincoln y las conexiones de Shakespeare en torno a su asesinato. 

¿Por qué nos importa tanto el amor de Lincoln por Shakespeare?

 El trabajo de Shakespeare describe, en un nivel casi sobrehumano, lo que soportan los líderes poderosos y, lo que es más importante, los fracasos personales y políticos a los que a menudo sucumben. Como escribe James Shapiro, "las historias y tragedias de Shakespeare someten a los líderes a una presión extraordinaria, y luego aumentan esa presión aún más, hasta que esos líderes fracasan"
Shakespeare, de todos los escritores a los que Lincoln tuvo acceso, habló mejor de su posición increíblemente única, una posición que, como pensó Lincoln, era incluso más grave que la de George Washington en medio de la Guerra Revolucionaria. Y Lincoln, de todos los lectores de Shakespeare, estaba en una posición tan intensa y aislada que probablemente pudo entender exactamente a qué intentaba llegar Shakespeare, quizás mejor que nadie antes o después en la historia de Estados Unidos. 
Lincoln es nuestro mártir nacional, un líder aparentemente idealista que vivió y murió heroicamente según los principios que nuestra república considera sagrados, y su compromiso con la obra de Shakespeare nos brinda una visión única de la naturaleza casi incomprensible de lo que soportó. 
Es la máxima figura de Shakespeare en la vida real de los Estados Unidos, una cuya historia es tan poderosa y trágica que parece estar tan a gusto en el escenario como en el libro de historia.  
Further Reading

Anderegg, Michael A. Lincoln and Shakespeare. University Press of Kansas, 2015.

Boller, Paul F. “The American Presidents and Shakespeare.” The White House Historical Association, 2011, www.whitehousehistory.org/the-american-presidents-and-shakespeare.

Cannon, Le Grand B. (Le Grand Bouton), 1815-1906. Personal Reminiscences of the Rebellion, 1861-1866. New York: Burr Printing House, 1895.

Donald, David Herbert. Lincoln. Touchstone, 1996. Funded by the National Endowment for the Humanities. https://securegrants.neh.gov/publicquery/main.aspx?f=1&gn=RO-21828-89 

Forney, John W. (John Wien), 1817-1881. Anecdotes of Public Men. New York: Harper & Brothers, 1873, 1881.

McClay, Wilfred W. “Lincoln the Great.” HUMANITIES: The Magazine for the National Endowment for the Humanities, vol. 30, no. 1, 2009, https://www.neh.gov/article/lincoln-great. McClay is a former member of the National Council on the Humanities. 

Open Source Shakespeare. George Mason University, 2003. https://www.opensourceshakespeare.org/

Paul, Richard L., producer, and Paster, Gale Kern, host. “Men of Letters: Shakespeare's Influence on Abraham Lincoln.” Shakespeare Unlimited, Folger Shakespeare Library, 2009, https://www.folger.edu/men-letters-shakespeares-influence-abraham-lincoln.

Shapiro, James, and Bill Clinton, editors. Shakespeare in America: An Anthology from the Revolution to Now. The Library of America, 2014. The Library of America received $1.2 million in seed money from NEH in 1979.

Shapiro, James. Shakespeare in a Divided America: What His Plays Tell Us about Our Past and Future. Penguin Press, 2020. Funded by the National Endowment for the Humanities. Shapiro is an NEH Public Scholar. https://securegrants.neh.gov/publicquery/main.aspx?f=1&gn=FZ-255906-17 

Wilson, Douglas L. “His Hour Upon the Stage.” American Scholar, Phi Beta Kappa, 30 Nov. 2011, https://theamericanscholar.org/his-hour-upon-the-stage/#.XzU30RNKhQI

¿Por qué amamos a Shakespeare?

A 400 años de su muerte, el 23 de abril de 1616, el autor de Hamlet es el dramaturgo más representado en el mundo. Su obra ha inspirado a políticos, artistas y escritores, y su huella está incluso en la vida cotidiana. Cuatro siglos de grandeza e influencia.
Las obras de Shakespeare han inspirado a muchos. En la casa de la familia Lincoln, en Indiana, había pocos libros, entre ellos las obras de Shakespeare. Abraham Lincoln creció con ellas y las mantuvo  a mano cuando llegó a la Casa Blanca. El Presidente que abolió la esclavitud solía releer a Shakespeare por las noches y era un espectador teatral frecuente. En una carta al actor James Hackett, en diciembre de 1863, enumeraba  sus obras favoritas:
"Lear, Ricardo III, Enrique Octavo, Hamlet, y especialmente Macbeth. Creo que nada iguala a Macbeth. Es maravillosa".

Lincoln no acostumbraba citar en público a Shakespeare, pero leyó en voz alta fragmentos de Macbeth, específicamente el pasaje en que éste consuma su traición al rey Duncan, días antes de su asesinato. John Wilkes Booth, el actor sureño que cometió el primer magnicidio de EEUU, quería ser parte de una tragedia de Shakespeare cuando disparó a Lincoln. Claro que no pensaba en Macbeth: se veía como como el asesino de Julio César, Bruto,  "el romano más noble de todos".

Y hace unos años, en las elecciones de 2008 en EEUU, hubo quienes leyeron el triunfo de Barack Obama como la victoria de Otelo:
 "un hombre que superó un pasado difícil a través del mérito personal"; un outsider que unió bandos con la fuerza de su carisma. "Otelo con una esposa negra", escribe Stephen Marche en el libro Cómo Shakespeare lo cambió todo.

El dramaturgo inglés es uno de los mayores misterios de la literatura universal: sabemos tan poco de él y de su vida y, sin embargo,  es uno de los autores más admirados e influyentes. En 52 años de vida, escribió 37 obras, entre dramas históricos, tragedias y comedias. Y a 400 años de su muerte, es el autor más representado en el mundo. El año pasado fue un fenómeno en Londres el Hamlet con Benedict Cumberbatch; uno de los estrenos esperados en cine es Macbeth con Michael Fassbender y Marion Cotillard, y hoy mismo en Santiago hay una decena de montajes.

Muerto el 23 de abril de 1616, Shakespeare cumple cuatro siglos de vigencia. Cuatro siglos de grandeza.

El guionista invisible

"Shakespeare está en todas partes", dice Héctor Noguera. El actor y Premio Nacional de Teatro dirige por estos días una versión popular, en décimas, de Sueño de una noche de verano. 
"Shakespeare está en la gente porque las preguntas que plantea son las que todos nos hacemos: el sentido de la vida, cómo vivimos. Hoy estamos en una época en que nos creemos dueños de todo, pero hay pequeñas cosas que se nos escapan y que pueden cambiar nuestra vida, como le ocurre a los enamorados de Sueño de una noche de verano", agrega.
La huella de Shakespeare puede observarse en muchas dimensiones. Desde la política, donde sus tragedias e intrigas encuentran especial resonancia, hasta el cine, el lenguaje y la vida cotidiana. En la literatura es un autor insoslayable: un sol que ha iluminado otras estrellas, de Dickens y Melville a Faulkner, Nabokov y Javier Marías. Incluso a Agatha Christie: su exitosa obra La ratonera se inspira en un pasaje de Hamlet. Para el crítico norteamericano Harold Bloom no hay duda: Shakespeare es el centro del canon occidental.

Los poetas chilenos tampoco han resistido la fuerza de gravedad del autor isabelino: Pablo Neruda tradujo Romeo y Julieta; Nicanor Parra reescribió el Rey Lear y pasó años dialogando con Hamlet, obra que acaba de traducir Raúl Zurita.
Pero incluso si usted no ha leído a Shakespeare, jamás ha visto sus obras y tampoco sus adaptaciones al cine, de algún modo ha recibido su influencia. Todas los enamorados se miran en Romeo y Julieta, así como Macbeth y Lady Macbeth son el ejemplo de la traición y la ambición, Yago de la maldad y Hamlet del héroe trágico. Shakespeare como un guionista invisible: junto a las cientos de películas basadas en sus obras, están las series que se inspiran en sus personajes o tramas, desde Los Soprano hasta House of Cards.

El autor de La tempestad tenía un don superlativo con el lenguaje, componía versos brillantes y frases ingeniosas. De su teatro vienen expresiones como "el amor es ciego"; "mucho ruido y pocas nueces"; "la reputación es el agobio de los tontos";  "es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras", y la más célebre: "Ser o no ser".

Shakespeare aportó palabras nuevas al inglés, entre ellas uno de los nombres femeninos más populares del Reino Unido y EEUU, también usado en Chile: Jessica. Este aparece por primera vez en El mercader de Venecia.

La condición humana.

El escritor Jaime Collyer, traductor de Otelo, observa dos razones en la influencia del dramaturgo: 
" Shakespeare se adentra en asuntos y temas no muy habituales en las letras hasta entonces, hasta que él escribe sus tragedias: en la complejidad del mal, en su doble fondo habitual, en el mal y la bondad que coexisten en cada uno de nosotros, o en los villanos de aspecto impecable y alma putrefacta (como Yago). La segunda tiene que ver con la multiplicación cuántica de cada palabra que escoge para los parlamentos de sus personajes: cada verbo o adverbio estalla en sus múltiples resonancias, algunas de ellas a veces desconocidas".

El narrador boliviano Edmundo Paz Soldan tradujo Mucho ruido y pocas nueces y destaca el amplio registro de su obra, así como la enorme riqueza de su lenguaje:

 "Te hace sentir que no hay nada de la condición humana, ningún misterio, ningún rincón, que no esté al alcance de la literatura. Shakespeare llega tan lejos que a veces parece que no solo está narrando la condición humana, sino también inventándola al narrarla; cierta conciencia de la subjetividad moderna, que aparecía antes de manera más bien torpe y balbuceante, aparece en sus dramas con una expresividad tal que termina influyendo en ella, de algún modo fundándola".

A eso se refería Harold Bloom cuando escribió Shakespeare: la invención de lo humano:
 "Sus mayores criaturas representan nuevos modos de conciencia". 
El poeta como cristalizador de profundas experiencias humanas. 

CULTURA.

Lo que Shakespeare aún tiene que decirnos: 400 años del "First Folio"

En 1622 salió la primera edición de las obras de William Shakespeare en la Feria del Libro de Fráncfort. Una obra que convirtió al dramaturgo en un autor de talla mundial, cuyas sabias frases no han perdido relevancia.
Hace ya 400 años, se celebró una Feria del Libro de Fráncfort cuyo catálogo anunciaba una publicación muy especial: en 1622, prometía el catálogo de la Feria, se publicarían las Obras Completas de un autor británico llamado William Shakespeare.

Esta primera edición oficial de las obras se conoce como el "Primer Folio". El Archivo Literario de Marbach le dedica, junto con el British Globe Theatre, una exposición con motivo de su 400 aniversario. La compilación, impresión y publicación del "Primer Folio" (el término "folio" hace referencia al formato de libro de la época) iba a pasar a la historia de la literatura. Aunque William Shakespeare ya tenía éxito y era muy conocido en vida, no fue sino hasta la distribución mundial de sus obras impresas, unos siete años después de su muerte, que se convertiría en una leyenda literaria.
Hasta la publicación del "First Folio" (que se retrasó un año y apareció finalmente en 1623), sólo se habían publicado obras individuales de Shakespeare. Sin el "First Folio", por tanto, probablemente se habrían perdido grandes partes de la obra del gran escritor. Gracias a esa publicación, estas se han conservado, y Shakespeare sigue siendo uno de los dramaturgos más representados en los teatros del mundo, cuatro siglos después de su muerte.

Shakespeare escribió sobre el amor, la muerte y la guerra

Por ello, Sandra Richter, directora de los Archivos Literarios, habla de "hazaña editorial" en relación con el "Primer Folio". El "Folio" creó la "imagen de un poeta de talla mundial" en una etapa temprana, dice el comunicado de prensa de los Archivos Literarios, donde tiene lugar la exposición.
Las obras de Shakespeare abordan las grandes preguntas que la humanidad siempre se ha planteado: ¿Por qué y para qué vivimos? ¿Qué es el amor? ¿Qué pasa con la gente en la guerra? "Hamlet", "Sueño de una noche de verano", "Troilo y Crésida" -por nombrar solo tres de sus obras- tratan de estos temores y anhelos humanos. Han sido llevadas al cine en innumerables ocasiones, y se representan en escenarios de todo el mundo.
Especialmente en tiempos agitados como este -con la acutal guerra en Europa, la crisis energética y los efectos de una pandemia- Shakespeare tiene mucho que decir al público, está convencida Sabine Richter: "'El infierno está vacío, ¡todos los demonios están aquí!' es como leemos nuestro presente en la 'Tempestad' de Shakespeare", dice a DW. "Nos enfrentamos a muchos retos sobrehumanos, y no está muy claro cómo podremos superarlos. Pero una cosa está clara: que Shakespeare, con su visión de la política y la sociedad, es nuestro contemporáneo".

Lo que se puede aprender de Shakespeare

Y este contemporáneo, dice a DW Gregory Doran, director artístico de la Royal Shakespeare Company británica hasta abril de este año, puede darnos esperanzas: 
"En Macbeth, una de sus grandes tragedias, el personaje de Ross describe con precisión el estado de nuestro mundo: como un lugar en el que 'el dolor feroz aparece como pasión cotidiana'".
Eso no suena alentador, pero aun así, dice Doran, Ross tiene esperanzas: 
"Porque, en el peor de los casos, las cosas terminarán, y en el mejor, volverán a al lugar, a donde estaban antes".
"Macbeth", por cierto, narra la historia de un dictador ávido de poder que se apodera de un país por medio de la guerra y la violencia, pero, al final, es víctima de su propia sed de poder, y es derrocado. Una obra que merece la pena volver a ver y leer, especialmente en el año 2022.

QUIÉN FUE PRIMERO, ESA ES LA CUESTIÓN

Amleth: la leyenda del príncipe danés que inspiró a Shakespeare.

Hay una historia anterior a la tragedia conocida por todos, y tiene tantas similitudes con ella que no es fruto de la casualidad.



02/02/2022 - 

Antes de Hamlet estuvo Amleth. La tragedia del príncipe danés es probablemente una de las obras más famosas e importantes de la literatura occidental, hasta el punto de que incluso Disney o Los Simpsons han hecho su propia versión, y el suicidio de Ofelia ha servido de inspiración para multitud de artistas, siendo la de Millais probablemente la más conocida. La historia la sabe todo el mundo: el rey, padre de Hamlet, muere asesinado a manos de su hermano Claudio. 
El fantasma le pide a su hijo, Hamlet, que lo vengue. El dolor y la locura (real y fingida) de los personajes, y la tragedia que termina con la muerte irremediable de todos incluido el protagonista, la han convertido en una obra magna. Sin embargo, la inspiración de William Shakespeare vino de dos obras anteriores: la leyenda de Amleth y quizá una obra isabelina que se encuentra perdida a día de hoy.

¿Quién fue Amleth? La leyenda de este príncipe, según algunos expertos, provendría de un poema nórdico antiguo del siglo X, que, sin embargo, no ha sobrevivido, por lo que eso es pura especulación. En general con frecuencia se atribuye su autoría a Saxo Grammaticus, el cual le dedica parte de sus libros ('Gesta Daronum'), en el siglo XIII. 
La versión de Saxo aunque más sangrienta también tiene un final menos trágico: Amleth consigue matar a su tío y recuperar el trono
 La historia es la siguiente: Amleth es hijo de Horvendill, jefe de los jutos y de Gerutha, hija del rey de Selandia. Feng, hermano de Horvendill, presa de los celos, le asesina y persuade a Gerutha para que se convierta en su esposa. Después difunde una serie de rumores para que el asesinato parezca un acto de justicia: el problema es que Amleth ha sido testigo del mismo. Este, temeroso de sufrir el destino su padre, finge ser un incapacitado. Marcha a Gran Bretaña, pero vuelve a Dinamarca y, a diferencia de la historia de Shakespeare, consigue vengarse de sus enemigos, asesina a su tío y consigue el trono. La historia de Amleth de Saxo, pese al final más edulcorado, tiene muchos puntos en común con la historia de Shakespeare, incluso en los personajes: no solo los principales, también hay un prototipo de la Ofelia posterior y también de Polonio. Además de esta versión, existe otra similar y aún más antigua, del siglo XII, aunque menos compleja y de peor calidad: 'La Crónica de los reyes de Leijre', en la que Amleth también es hijo de Horvendil (Orwendel), rey de los jutos. Es muy similar, aunque en esta versión Feng mata su hermano y además se lleva a su esposa, pero también acaba muriendo a manos de su sobrino. Pese a los finales felices, son más sangrientas que la de Shakespeare.
 Existe otra versión similar y aún más antigua, del siglo XII: 'La Crónica de los reyes de Leijre', en la que Amleth también es hijo de Horvendil (Orwendel), rey de los jutos 

Además, existen algunas versiones islandesas similares como 'La saga de Ambale', historia romántica del siglo XVII, o la del rey Hrólfr Krak, en la que dos hermanos vengan la muerte de su padre a manos de su tío. De nuevo, la locura también cobra un papel fundamental en esta obra.

Incluso si nos remontamos un poco más encontramos historias muy similares, como toda la mitología que existe alrededor de las figuras de Osiris, Seth y Horus: Osiris es rey de Egipto y Seth, por celos, acaba asesinándolo y usurpa su trono. Existen referencias a hermanos asesinados hasta en la Biblia, comenzando con Caín y Abel. 
Hasta los egipcios tenían su propio Amleth: Osiris es el rey y su hermano Seth, por celos, acaba asesinándolo y usurpa su trono 
Pero las historias de Amleth y Hamlet, similares incluso en el nombre, son demasiado parecidas para tratarse de una simple casualidad. Aunque tenga menos popularidad que su homólogo creado por Shakespeare, el olvidado Amleth todavía sigue influyendo en algunas obras, como la película 'The Northman' de Robert Eggers, que se estrenará en abril de este año. Allí donde hay un reino también parece haber un hermano rencoroso, aunque algunos son más prácticos y deciden venderlo por un plato de lentejas.

MORIR, DORMIR, TAL VEZ IMPRECAR.

8 grandes insultos salidos de la pluma de William Shakespeare

La riqueza de nuestro léxico dice mucho acerca de nuestro nivel cultural. Y si ya hablamos de oprobios, muchísimo más: aprende a faltar al respeto con el gran bardo inglés.


10/05/2016 

Ahora que han pasado ya unas cuantas semanas desde el Día del Libro, y con él, la tormenta mediática que se levanta cada año por motivo de la onomástica de las muertes de Shakespeare y Cervantes, podemos volver sobre la obra del inglés sin ningún remordimiento, recuperando uno de los hitos que han arrasado en la prensa este año: una recopilación de los mejores insultos del bardo de Stratford-upon-Avon, y que ha aparecido en medios como 'The Independent' o la 'BBC'. 
Es posible que el arsenal lingüístico de Cervantes se adapte más a la realidad española –con ese rufián como mascarón de proa–, pero no debemos hacerle ascos tampoco a aquel considerado como el mejor escritor de todos los tiempos. Así que nos fiaremos de los ingleses, que para eso son sus vecinos, para trazar una lista de los mejores, más humillantes y denigrantes insultos jamás pensados. Faltar o no faltar, esa es la cuestión. 

¡Desfigurado por el espíritu del mal, aborto, cerdo, devastador, sellado al nacer para esclavo de la Naturaleza e hijo del Averno!

 “¡Engendro aborrecido de los riñones de tu padre!” (“Thou loathed issue of thy father's loins”)

 Como cabía esperar, el deforme Ricardo III es víctima de un gran número de oprobios a lo largo de toda la obra de teatro que lleva su nombre. Seguramente los más duros sean los pronunciados por la reina Margarita, que le suelta (traducida al español) la siguiente andanada: 
“¡Desfigurado por el espíritu del mal, aborto, cerdo, devastador, sellado al nacer para esclavo de la Naturaleza e hijo del Averno! 
¡Oprobio del vientre pesado de tu madre! ¡Engendro aborrecido de los riñones de tu padre! ¡Andrajo del honor!” Y otras tantas expresiones imposibles de reproducir aquí. 

“¿Quién te dio esa mirada de ganso?” (“Where got'st thou that goose look?”)

 Esta es la pregunta que Macbeth le dirige a un criado ante la llegada de miles de soldados a las puertas del castillo de Dunsinania, de igual manera que nosotros diríamos, en un lenguaje más coloquial, “¿por qué se te ha quedado esa cara de tonto?” 
En castellano es relativamente común utilizar la expresión “mirada de cordero degollado”, no tanto para denotar estupidez –aunque también– como para señalar que nuestros ojos expresan lástima.

 “¡Atrás, fregona hedionda, atrás, víbora!” (“You scullion, you rampallion, you fustilarian!”) 

Si el lector se ve envuelto en cualquier clase de pelea en el idioma de Shakespeare –valga la redundancia–, le recomendamos la utilización de estos tres epítetos, especialmente si desea que la persona a quien van dirigidos no le entienda. 
Algunas versiones lo traducen de la manera señalada, pero 'The Independent' recuerda que “scullion” es algo así como un “esclavo de baja estofa” y un “rampallion”, un “canalla”. Más dudas hay acerca del “fustilarian”, que según el autor probablemente se trata de un término inventado por el propio Shakespeare para referirse a una mujer gorda.

 “Vil bastardo vanidoso” (“You whoreson cullionly barber-monger!”)

 Algunas traducciones se conforman con esta sencillita fórmula en lugar de reproducir la alambicada y sonora expresión que, puestos a ser ingeniosos, podría traducirse como “bastardo vanidoso dedicado al barbero”. 
No es, ni mucho menos, el único insulto que el conde de Kent dedica al intendente en “El rey Lear”: también le acusa de ser “un bribón, cobarde, necio, de baja estirpe, hijo del oprobio, vil solicitante, vago, miserable esclavo que hace de perro para suplantar al hijo de la casa”.

 “Queso de Bambury” (“Banbury Cheese”) 

Cuando en “Las alegres comadres de Windsor” Slender cuenta que fue emborrachado y le robaron, Bardolfo le responde:
 “¿a ti, queso de Bambury?”. 
Los españoles nos perdemos por completo el contexto: Bambury –o Banbury, como se escribe en inglés– es una localidad a 32 kilómetros al norte de Oxford famosa por su leche y por su queso, así que llamar a alguien “queso” es una manera de poner de manifiesto su inocencia, como ocurriría con nuestro musical “capullito de alhelí”.

 “A pustule, a sore, a tumor digesting my bloodline”: el típico zasca de un padre a su hija “

Asqueroso político” (“Scurvy politician”) La mayor parte de traducciones de esta expresión, que se utiliza para referirse a aquellos que “miran lo que no ven” suelen traducirlo como “ruin”, aunque bien valdría “vil”. Sin embargo, debemos recordar que “scurvy” también puede traducirse como “escorbuto”, lo que le da un toque un tanto más repugnante al asunto. 

“Maldito portero de todo escudero que viene preguntando por su cabeza loca” (“Thou damned doorkeeper to every custrel that comes inquiring for his Tib”)

 Esta rimbomante expresión puede encontrarse en "Pericles, príncipe de Tiro", y utiliza dos términos que incluso para los angloparlantes resultan extraños: “custrel”, que se utilizaba para referirse tanto a los caballeros como a sus escuderos, y “Tib”, que 'The Independent' señala, en referencia al Diccionario de Oxford, que suele utilizarse para referirse a aquellos jóvenes de alocado carácter. 

Un tumor, una llaga que supura, una úlcera inflamada en mi sangre corrompida” (“A pustule, a sore, a tumor digesting my bloodline”) 

Grandes oprobios se pronuncian en “El rey Lear”, como ya hemos visto, en consonancia con la tragedia que se dirime en sus páginas. El monarca dirige estas palabras a su hija mayor Goneril, quizá con un toque de ternura, puesto que inmediatamente antes le ha recordado que “con todo eso eres mi carne, mi sangre, mi hija”, y acto después, explica que no quiere reprocharle nada (¡quién lo diría!): “Caiga sobre ti el oprobio, no lo llamaré”.


Alma, Corazón, Vida

¿FEMINISMO EN EL SIGLO XVI?

¿Quién fue realmente Shakespeare? La nueva teoría que puede cambiarlo todo

Las sospechas de que fuera una mujer la verdadera autora de las obras no para de crecer entre ciertos sectores de la academia. Ahora, las pesquisas apuntan a una mujer italiana.

Mucho se ha especulado sobre la verdadera identidad del mayor dramaturgo de las letras inglesas. Aunque la versión de que William Shakespeare no era el verdadero autor de sus obras sigue siendo minoritaria, se han dedicado ríos de tinta a criticar la versión oficial. Al igual que sucede con Mary Shelley o Charlotte Brontë, muchas autoras de la época debían firmar con seudónimo para que sus obras tuvieran el impacto que se merecían. Por ello, los estudiosos del literato han especulado mucho sobre su vida, sexualidad e, incluso, sobre su género. Tal es así que desde hace más de cien años, hay dos corrientes en permanente choque al respecto: los “stratfordianos” (aquellos que verdaderamente creen que es el autor legítimo) y los “anti-stratfordianos” (los que defienden que se trataba de otra persona).

 “Shakespeare no tiene héroes, solo heroínas”. Esta apreciación atribuida al escritor y crítico de arte del siglo XIX John Ruskin (famoso por ejercer una notable influencia en el propio Mahatma Gandhi), no es precisamente baladí. A lo largo de su exquisita producción, el dramaturgo supo retratar personajes femeninos cargados de fuerza y rebeldía: al menos diez de ellas desafían a sus padres por obligarlas a amar a alguien a quien no quieren y otras ocho se disfrazan de hombres con el fin de burlar los controles patriarcales. En resumen, la obra shakespiriana contiene más intercambios de género de los que se pueden encontrar en la obra de cualquier dramaturgo inglés anterior.

 ¿Por qué fue capaz de escribir como si fuera una de ellas, de una manera tan perfecta e inigualable? 

Esta es la opinión de Elisabeth Winkler, una veterana periodista que ha publicado un artículo en 'The Atlantic' con el que ha vuelto a reavivar el debate sobre la verdadera autoría del escritor.
 “Venid aquí, espíritus / que os ocupáis de los pensamientos mortales, privadme de mi sexualidad / haced que mi sangre se vuelva espesa / haced que nunca me arrepienta”, cita en un párrafo extraído de 'Macbeth'. Según ella, este fragmento es uno de los muchos en los que se deja entrever la rebelión femenina contra su estado de sumisión por el hecho de ser mujer.

 No es la única: Beatriz en 'Mucho ruido y pocas nueces' reniega enfurecida de las condiciones impuestas por su sexo (“Oh Dios, ¡ojalá fuera un hombre! Me comería este corazón en el mercado”), Isabella en 'Medida por medida' teme que su palabra no sea tenida en cuenta a la hora de juzgar a Angelo, un violador ( “¿A quién debo llevar mi queja? Yo le dije, / quién podría creerme?”), Kate en 'La fierecilla domada' se niega a ser silenciada por su marido (“Mi lengua transmitirá la ira de mi corazón / o sino, mi corazón oculto se romperá”) o, incluso, el personaje de Emilia en 'Otelo', antes de que Iago la mate, estalla en una gran lamento por la igualdad de las mujeres (“Que todos los esposos sepan / que sus esposas tienen tanto raciocinio como ellos”). 

La única obra publicada por Emilia Bassano es un libro de poesía que "aboga por la liberación femenina contra la opresión masculina

" Otra de las razones de peso para creer que existió una autoría femenina detrás de estos clásicos del teatro es el profundo conocimiento de la psicología de las mujeres que, en muchos casos, dibujaba la trama bajo estos ojos femeninos.

 “¿Por qué Shakespeare fue capaz de ver con claridad la posición social y vital de la mujer, escribir como si fuera una de ellas, de una manera tan perfecta que no pudo ninguno de los otros dramaturgos de la época?”, se pregunta Tina Packer, actriz y especialista mundial en el dramaturgo, quien actualmente dirige la compañía de teatro Shakespeare & Company. Del mismo modo, también existen múltiples alianzas entre mujeres en el argumento de los dramas y comedias para realizar alegatos feministas. “Conspiremos juntas contra este caballero grasiento”, resuelven las protagonistas de 'Las alegres esposas de Windsor' cuando deciden vengarse del malvado John Falstaff. El pintor Francis Bacon, el decimoséptimo conde de Oxford, Edward de Vere, o el también poeta y dramaturgo Christopher Marlowe son las opciones que más se han barajado como candidatos alternativos a ser los verdaderos autores.

 Los “anti-stratfordistas” se apoyan en supuestas lagunas y ambigüedades en la documentación histórica del dramaturgo, el convencimiento de que las obras escritas requerían un nivel cultural más elevado del que se le atribuye o simplemente mensajes en clave dispersos por sus obras.

"Apropiciacionismo cultural de género"

Winkler va más allá y se reafirma en su suposición de que, verdaderamente, Shakespeare era mujer:
“Sentí que había llegado el momento de reconsiderar el debate sobre su autoría: ¿alguna vez alguien ha propuesto que el creador de estos personajes femeninos extraordinarios fuera una chica? Cada uno de las posibilidades de que fuera hombre requiere una teoría elaborada y ninguno de los candidatos ha logrado destronar al oficial. Tan solo una sencilla razón haría que el de Stratford necesitara un seudónimo en la Inglaterra isabelina: ser mujer”.

En realidad, es una opción que ya se ha puesto sobre la mesa. John Hudson, uno de los mayores especialistas en la obra shakespiriana del mundo, apuesta por Emilia Bassano Larnier, la primera mujer de la historia en reafirmarse como poeta profesional. Nacida en Londres en 1569 en el seno de una familia de inmigrantes venecianos judíos, fue una de las primeras mujeres en Inglaterra en publicar un solo volumen de poesía, titulado 'Salve Deus Rex Judaeorum', “sorprendententemente feminista que aboga por la liberación femenina contra la opresión masculina”. 

¿El motivo? 
Haber estado toda la vida sirviendo a hombres. Ya desde su adolescencia sirvió como doncella para Lord Chamberlain, Henry Carey, gran organizador de las representaciones teatrales y patrón de la compañía de Shakespeare. Esto hace pensar en los roles secundarios desempeñados por el género femenino en la dramaturgia de la época, ya que como Winklers vuelve a apreciar, “los académicos han establecido que las mujeres estaban involucradas en el negocio de compañías como patrocinadoras, accionistas, proveedoras de disfraces o taquilleras”. 

Esta serie de datos hace suponer que, de hecho, ya sea por la apropiación del talento de otras mujeres que permanecían detrás del telón, ya sea por parte del propio autor oficial (en este caso Shakespeare) como por los dueños de las compañías u hombres del mundo del teatro que le sucedieron, se ocultó la verdadera autoría de las obras más famosas del dramaturgo para asignárselas posteriormente al de Stratford.

Una de las razones con más peso para sospechar de que Amelia Bassano estaba detrás de algunas de sus obras es que Shakespeare no salió de Inglaterra en toda su vida. Teniendo en cuenta que muchos escenarios están ambientados en países como Italia (como por ejemplo el de la más famosa, 'Romeo y Julieta'), con su correspondiente folclore en los objetos y costumbres representadas, no resulta nada difícil señalar a Bassano y a su personalidad latina y mediterránea como quien verdaderamente estaría detrás de la confección de los textos.

 
“La vida de Shakespeare está muy bien documentada; sin embargo, ningún registro de su vida lo identifica de forma inequívoca como escritor", concluye Winklers en el diario norteamericano.
 "Los más de 70 documentos que existen lo muestran como un actor, un accionista de una compañía de teatro, un prestamista y un inversor inmobiliario. En ellos, se demuestra que evadió impuestos, se le multó por acumular grano durante una escasez, presentó demandas menores y fue sujeto a una orden restrictiva. El perfil es coherente con el de un empresario mercenario de la industria del entretenimiento en la época del Renacimiento”.

El amor en la comedia de Shakespeare.


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 'Noche de Reyes' es una de las comedias más populares del dramaturgo inglés, en la que de nuevo el amor es el protagonista. Bajo la dirección de Helena Pimenta, se cuenta una versión del clásico, basada en la historia de Olivia, que ha perdido a su padre y a su hermano y guarda luto durante siete años.
Mientras tanto, Orsino la ama con una pasión que duele, pero «son vidas que huyen de la vida». A pesar de ocurrir locuras inverosímiles, aún hay sitio para más, porque siempre hay quienes «aspiran a ser felices envueltos en los efluvios del alcohol, burlándose del mundo y de sus semejantes, huyendo de la melancolía».
Portada de la primera edición en formato de cuartilla de Sueño
 de una noche de verano, año 1600


«Sueño de una noche de verano«.  Cuenta la historia de Teseo, Duque de Atenas, va a celebrar en pocos días su enlace con Hipólita, Reina de las amazonas, sin embargo, todo se complica cuando los pretendientes Lisandro y Demetrio aman a la misma mujer, Diana, pero está se encuentra enamorada del joven poeta Lisandro, estos últimos deciden escapar en el bosque gracias a la ayuda de Elena íntima amiga de Diana. 
 Esta noche tan especial hará que despiertan las Hadas y Duendes de este bosquecillo mágico, donde el travieso duende Puck hará de las suyas hechizando a estos jóvenes amantes provocando un enredo de amores.

Joseph Noel Paton: Estudio para “La disputa entre Oberón y Titania” (Study for The Quarrel of Oberon and Titania, ca. 1849


El sueño de una noche de verano, es una historia de amor, drama, magia y comedia shakespeariana, en la que se enlaza el reino de las hadas con el de los humanos. Sin duda alguna, esta obra atrapará al público desde principio a fin, ante el enredo sentimental de sus protagonistas, los cuales son hechizados por orden del rey Oberón a través de una flor mágica. Los hechos suceden durante los preparativos de la boda real entre la reina de las Amazonas, Hipólita y el duque de Atenas, Teseo.




Procesión de personajes de las obras de
 Shakespeare, pintura de artista desconocido.


Biblioteca personal

1.-Obras Líricas
2.-Romances
3.-Dramas Históricos
4.-Tragedias
5.-Comedias.




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